«Yo esa noche no estuve allí, estaba en casa con mi hijo y mi mujer». «Al resto de acusados los conozco del barrio, nada más». En el banquillo se sientan cinco, aunque las respuestas de todos suenan igual. «No tengo nada que ver con los Trinitarios». «Banda, ¿qué banda?, demuéstralo». Tienen entre 20 y 23 años. Entre todos suman una treintena de antecedentes policiales y forman, según asegura la Brigada de Información de Policía Nacional, parte del ‘coro’ de los Trinitarios del barrio madrileño de Tetuán. Entre ellos, apuntan, está el que era su máximo responsable. En junio de 2022 entraron en prisión provisional.

Arranca el juicio en la Audiencia Provincial de Madrid. Este lunes tuvo lugar la primera sesión. Sentados juntos, engrilletados, los cinco se muestran desafiantes ante el juez, la misma actitud ante el fiscal. «Están ustedes acusados de pertenencia a organización criminal y tentativa de homicidio». Responden divagando, cuestionan, «ese soy yo porque lo dices tú», aunque en hechos probados, la Fiscalía considera que los cinco irrumpieron en una discoteca de Madrid y acuchillaron a un joven (E.N) al que todos conocían, considerado traidor. Quería dejar la banda de los Trinitarios, concluyó en su investigación la Policía Nacional, quería dejar el coro de Tetuán. «¿La víctima? No conozco a esa persona y nunca he estado con él», refieren uno a uno los cinco acusados ante preguntas del fiscal.

«Fogón y está grave»

Son las 2:00 horas de la madrugada del ya lunes, 25 de abril de 2022. En la discoteca Magic Drink, ubicada en la madrileña calle Marqués de Viana, impera la «calma», describe ante el juez el portero del local. Acude como testigo, protegido con un biombo para declarar. Su testimonio es importante, estaba presente, describe como empezó todo. «Veo un grupo de 10 o 12 personas que se quedan como a diez metros de la entrada. Se acerca uno solo, le reviso, no tenía armas ni machetes, tampoco mascarilla ni capucha, y accede al local«. El portero cuenta que el joven sale a los pocos segundos. «¿Está o no está?», le pregunta el resto a ese joven. Él responde afirmativamente: «está». Cuenta, también, que en ese momento «entra el resto» de jóvenes, con mascarillas, gorras, gorros; tapados, encapuchados… «y la liaron a machetazos con él».

La víctima (E.N) tiene 20 años, llevaba un rato tomando algo allí. «Le acompañaban un varon y una mujer». A la joven la agredieron con un corte también.

Puerta de la discoteca Magic Drink, en el barrio de Tetuán (Madrid), la noche de los hechos. EMERGENCIAS


«Fogón y está grave», escribió por Whatsapp uno de los acusados poco después. Llegarían más mensajes al dís siguiente. «Ha salido en prensa». «Bregamos al menor». «La prensa cita un 3 (aludiendo a que la víctima era miembro de los Dominican Don´t Play), no a un Trinitario». Leídos los mensajes en alto, por parte del fiscal, los acusados dijeron no acordarse de escribir nada así. «No recuerdo, no».

«Dieron ‘la verde’ para ir a por mí»

La agresión duró poco más de un minuto. «Salieron del local con los machetes y se fueron corriendo», reconstruye en el juicio el portero del local. «Yo no iba armado, eran muchos, no me enfrenté». En el suelo, en estado muy grave, E.N. tenía heridas en la cabeza, piernas y la semiamputación de un brazo. Fue intubado y estabilizado por los sanitarios de Samur-Protección Civil, que lo trasladaron en estado grave al hospital de La Paz, donde permaneció varios días ingresado en la UCI. «Estuve hospitalizado tres meses», ha contado él mismo, por videoconferencia como medida de protección, ante el juez.

«Les dieron la verde para venir a por mí», afirma la víctima, que significa el permiso y casi la obligación para cualquier miembro de la banda de golpear y machacar a quien quiera dejarla. «No solo me agredieron con los machetes, me dieron un botellazo en la cabeza. No venían a agredirme, venían a matarme, lo sé».

Por miedo, posibles amenazas o evitar que sea juzgado por pertenecia a organización criminial él también, contradice sus palabras en la siguiente pregunta: «yo no quería dejar la banda, no tiene nada que ver». «¿Pero le dieron la verde entonces a los acusados?». Respondió que sí. «No tengo ninguna duda de que pertenecen a los Trinitarios», afirma la víctima. «Los conozco, por eso he podido reconocerlos en la rueda de reconocimiento policial».

Expulsados de la sala

En sala, los acusados ríen y desafian. «Por favor, guarden silencio», adivirtió en varias ocasiones el juez. «Todos los negros somos pandilleros… menudo trabajo hace la Policía aquí». Risas, más desafios: «demuestrame eso, eso lo dices tú…» y miradas al público -amigos y familiares- presentes allí. La tensión creció por momentos. «Han sido avisados en varias ocasiones. Por favor, que los saquen de aquí«, pidió el juez. Los agentes de la Policía tuvieron que conducir a los calabozos a dos de los acusados, que fueron expulsados por el juez.

Junto a este incidente, la primera jornada del juicio a los cinco trinitarios la protagonizó la amnesia: «no me acuerdo», el desconocimiento: «yo no sé». Y las negativas a todas y cada una de las preguntas del fiscal: «¿No conoce usted a ningún trinitario?». «No». «¿Pero usted tiene un tatuaje en el cuello, verdad? ¿Puede mostrarlo?». «No lo muestro. En ese tatuaje no pone Trinitarios, pone Trinidad».