Los insectos y las arañas no suelen tener buena consideración entre los humanos. Los artrópodos en general (animales que se distinguen por un exoesqueleto duro y piernas articuladas) no suelen ser bien tratados, pese a que desempeñan una papel esencial en el mantenimiento de los ecosistemas de los que dependen los seres humanos.
En los entornos urbanos, la alta biodiversidad se ha relacionado en diferentes estudios científicos con beneficios como una mejor calidad del aire, un menor riesgo de inundaciones e incluso una mejor salud mental de los humanos. Además, una mayor biodiversidad genera un ecosistema más saludable y resiliente.
Los artrópodos constituyen, aproximadamente, el 84% de las especies animales conocidas: hay más de 1,3 millones de especies descritas, en su mayoría insectos (alrededor de un millón). Por tanto, el número de artrópodos presentes en un lugar determinado determinan en buena medida su biodiversidad.
En un planeta cada vez más urbanizado, la mayoría de la creciente población humana se concentra alrededor de las ciudades. La expansión de las áreas urbanas tiene importantes consecuencias para la biodiversidad; sin embargo, los impulsores abióticos de la biodiversidad en los ecosistemas urbanos no han sido bien caracterizados para los artrópodos.
Dada su gran diversidad, sus áreas de distribución comparativamente pequeñas y su capacidad de dispersión, los artrópodos constituyen un modelo excelente para estudiar qué factores pueden predecir con mayor precisión la biodiversidad urbana.
Un estudio publicado en ‘Scientific Reports’ revela cómo la actividad humana afecta a la biodiversidad entre los artrópodos y cómo factores no biológicos, como los cambios diarios de temperatura y la proximidad al océano, afectan a la biodiversidad de los artrópodos en áreas urbanas.
Abejas, moscas, polillas y arañas
La investigación, realizada en Los Ángeles (Estados Unidos), destapa algunas sorpresas y señala maneras en las que los propietarios de viviendas, paisajistas y planificadores urbanos pueden garantizar una combinación saludable de estos pequeños pero vitales vecinos.
Los científicos recolectaron artrópodos voladores, como abejas, moscas y polillas, y también arañas, entre otros animales. Durante un año, se contabilizaron los artrópodos para determinar la diversidad de grupos que vivían en cada área examinada. Los resultados fueron sorprendentes.
«En general, pensamos que la mayoría de los artrópodos se verían afectados de manera similar por factores ambientales, como la tierra cubierta por asfalto u hormigón y las fluctuaciones de temperatura durante un ciclo de 24 horas», apunta la investigadora principal, Melissa Guzmán. «En cambio, encontramos una gama inesperadamente grande de respuestas a factores como estos, tanto dentro de grupos estrechamente relacionados como entre grupos diferentes», añade.
Por ejemplo, la prevalencia de superficies duras como el hormigón y el asfalto tuvo impactos muy diferentes en distintas poblaciones de insectos. Así, si bien aumentó la diversidad de moscas de la fruta de la familia Drosophilidae, pareció disminuir la diversidad de las moscas de la superfamilia Tipuloidea.
Curiosamente, la diversidad de arañas fue alta en las zonas de materiales duros. Los investigadores también descubrieron que la temperatura parecía influir en la diversidad de mosquitos de los hongos en la familia Mycetophilidae, así como en Syrphidae, una familia que comprende moscas parecidas a las abejas. La diversidad entre estos insectos disminuyó a medida que aumentó el calor.
Descubiertas 50 nuevas especies
Los investigadores creen que las temperaturas más altas en verano secan las plantas que comen los pulgones, una fuente de alimento para muchos sírfidos (moscas de las flores). Además, las abejas no nativas buscan más alimento en temperaturas más altas y, por lo tanto, compiten por los mismos alimentos que necesitan algunos sírfidos.
«Saber cómo la diversidad entre varias especies está relacionada con factores como el valor de la tierra, la cobertura del suelo y la temperatura puede ayudar a los planificadores y desarrolladores urbanos a ajustar sus proyectos de manera que impulsen la biodiversidad y aporten sus beneficios a todos los ciudadanos», señalan los científicos.
Pero lo que más sorprendió a los investigadores fue descubrir muchas especies de artrópodos que no se sabía que vivían en el área en la que se desarrolló el estudio, incluidas 50 nuevas especies hasta ahora desconocidas para la ciencia.
El estudio, capitaneado por la Universidad del Sur de California, ofrece una nueva dimensión sobre cómo es la biodiversidad en las ciudades. «En lugar de las 3.500 o 4.000 especies que pensábamos que había anteriormente, ahora pensamos que hay cerca de 20.000 viviendo aquí en la ‘ciudad de los insectos’», en referencia a Los Angeles, señala el entomólogo Brian Brown.
Entre las propuestas para aumentar la biodiversidad, los autores del estudio destacan dos: dar prioridad a las áreas verdes y reducir el uso de pesticidas. Aconsejan a los planificadores y constructores urbanos incluir microhábitats diseñados para permitir que prospere una mayor variedad de especies.
Si bien el estudio se centró en la región de Los Ángeles, los investigadores creen que resultados similares se podrían aplicar a otras comunidades urbanas similares.
Estudio de referencia: https://www.nature.com/articles/s41598-023-50675-3
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