«El capitán no entró en el lago en un primer momento ni cuando surgieron los primeros problemas». Eso mientras 15 militares gritaban «socorro» y «me ahogo» con el agua al que les habían hecho meterse cerca de cero grados y con al menos ocho kilos de peso en su mochila cada uno.
Es el relato del letrado que representa al soldado de Sevilla muerto -Carlos León- en la madrugada del 20 de diciembre en unas maniobras del Ejército de Tierra en Cerro Muriano, Córdoba, Luis Romero.
El mando, que había ordenado el ejercicio «se lanzó al agua para ayudar una vez se constató que el cabo había desaparecido», añade. No antes.
El capitán ordenó a los soldados que se ahogaron en Córdoba que soltaran la cuerda: «No os agarréis»]
Hay otro elemento que ha querido aclarar Romero. «Carlos León sabía nadar perfectamente«. El joven fue uno de los dos que murió ahogado esa noche fría en Córdoba. El otro, Jiménez Andújar.
«¡Socorro, me ahogo!»
Los problemas empezaron desde el primer momento. Según cuenta el letrado por testimonio de los militares que ya han declarado ante la Guardia Civil, los primeros reclutas que entraron en el agua gritaron «¡Socorro!» y «¡Me ahogo!».
Sin embargo, insiste el abogado, el capitán no entró en el lago a asistir a los soldados en apuros. «»Al parecer se lanzó al agua para ayudar una vez se constató que el cabo había desaparecido«, señala.
Las maniobras, con el agua muy fría y con poca luz, se llevaron a cabo pese a que los soldados llevaban días de maniobras y estaban cansados. De hecho, indica Romero, «varios militares advirtieron al capitán que no se daban las condiciones para practicar dicho ejercicio y que era mejor dejarlo para otro momento».
El capitán llamó al 112
Se negó, señala el letrado, quien sí desvela que fue este mando el que llamó al 112 para alertar del problema que tenían.
El representante legal de la familia del soldado sevillano muerto insiste en que los reclutas entraron al lago helado con más peso del que debían, algunos de ellos con un bulto de castigo de más de tres kilos.
Además, como adelantó EL ESPAÑOL, lo hicieron «sin línea de vida sino con una cuerda guía». De hecho, la cuerda la tendieron entre dos árboles «dos sargentos que reconocieron que no era una línea de vida y que además no estaban cualificados para ello», señala el abogado.
Soltar la cuerda
Como se ha contado ya, el capitán ordenó que se soltara de un extremo de dicha cuerda, pensando que eso ayudaría a los soldados a salir del agua pero consiguiendo el efecto contrario, a juicio del abogado.
En total, indican los representantes legales del soldado sevillano muerto, los reclutas debían cruzar unos 120 metros con profundidades de hasta tres metros y el agua helada y turbia.
«No había medidas de seguridad y salvamento: ambulancias, médicos, enfermeros, salvavidas, lanchas, etc.», abunda el abogado, quien ya ha apuntado que van a extender su denuncia a toda la cadena de mando, no solo al capitán y que no está de acuerdo con que sea un tribunal militar el que lleve el asunto.
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