La fortaleza continuada de la economía estadounidense ha dejado a muchos rascándose la cabeza. Se suponía que esas agresivas subidas de los tipos de interés, que acabaron con la inflación, iban a poner a la economía de rodillas. El economista jefe de Apollo, Torsten Slok, ha estado estudiando la cuestión y afirma que, para desentrañar el misterio de la economía estadounidense, que sigue en pie, hay que profundizar en la mecánica del producto interior bruto (PIB), es decir, la medida más amplia de los bienes y servicios que crea.
En concreto, Slok aconseja dividir el PIB real (que es la misma medida amplia, pero ajustada a la inflación) en dos partes: componentes cíclicos y no cíclicos. Los componentes cíclicos son los más sensibles a los tipos de interés, como el gasto en vivienda, las inversiones empresariales a largo plazo (los llamados gastos de capital) y los artículos más caros, como coches y electrodomésticos (bienes duraderos). Los componentes no cíclicos son los menos afectados por los tipos de interés, e incluyen actividades como comer fuera, estancias en hoteles y viajes en avión.
Curiosamente, los sectores no cíclicos (línea azul oscuro) han mostrado una notable resistencia. Se han ralentizado en los dos últimos años, pero han seguido siendo positivos, ayudados por la demanda de los consumidores y los ahorros acumulados durante los períodos de bloqueo, en los que se restringieron actividades como los viajes y el ocio.
Pero aún más interesante es lo que ha ocurrido con las cosas cíclicas (verde). Cuando la Fed empezó a subir los tipos, se ralentizaron mucho (especialmente la vivienda) y esa ralentización ayudó a bajar la inflación subyacente, como era de esperar. Pero entonces se produjo un giro argumental: los problemas del sistema bancario estadounidense hicieron que las autoridades inyectaran mucho dinero en la economía, equilibrando así el impacto de las subidas de tipos. Esta medida detuvo la caída de los precios de los activos y provocó un repunte de las acciones, el crédito y los mercados de bonos. Esto facilitó de nuevo las condiciones financieras y dio un impulso a los sectores cíclicos de la economía.
Así pues, la solidez de la economía estadounidense se reduce a dos factores: la demanda de compras reprimida de la época de bloqueo y un importante impulso de las condiciones monetarias, que suavizó efectivamente el golpe de la subida de los tipos de interés.
Por tanto, podemos sacar conclusiones positivas y negativas. Por el lado positivo, el repunte de los precios de los activos y la pausa en las subidas de los tipos de interés significan que la liquidez sigue siendo bastante abundante, lo que reduce el riesgo de recesión a corto plazo. Por otra parte (la negativa), los mismos factores podrían provocar un nuevo aumento de la inflación. Y si eso ocurre, la Fed podría tener que intervenir de nuevo y endurecer las condiciones financieras, lo que podría frenar la reciente subida de los precios de los activos. Pero por ahora, nos encontramos en una especie de punto dulce de inflación baja y crecimiento robusto, así que podemos esperar lo mejor.