En aquella casa ni la comida ni el calendario litúrgico eran cosa menor. Aquella residencia de jesuitas a la que el padre Gómez Rodeles llegó en 1883 para hacerse cargo de la revista que editaba la orden acogía a una docena de religiosos. Estaba situada en el corazón del Casco Viejo de Bilbao, junto a la hoy Catedral de la Villa. De la cocina y los fuegos se encargaba el hermano Iraeta. A él correspondía no despistarse con los días de abstinencia de comer carne y de ayuno que la Iglesia establecía, y cocinar de acuerdo a aquellos mandatos de la doctrina católica. Por si acaso, el recién llegado jesuita le regaló un calendario. Tenía forma de taco, estaba pensado para ser colgado en la cocina de la casa y pronto descubriría que quizá no fue el regalo más adecuado.
Aquel sencillo ejemplar, además de los días del calendario, incluía chistes y textos de todo tipo. A Iraeta, el padre cocinero, no le gustó. Aquellos chistes picantes del calendario le parecieron «indecentes», más merecedores del infierno que de su cocina. Por eso un día decidió que el taco del padre Gómez Rodeles debía terminar en el fuego. Cuando fue preguntado por él no dudo en responder con claridad, “¡Esta ardiendo en el infierno!”, dijo, “¡no se podía leer! Vaya indecencia…”, respondió al Padre Gómez Rodeles. Dada la razón de su decisión, aportó la solución en forma de propuesta: «¿No podrían ustedes hacer un calendario que en vez de insulseces trajera cosas buenas y no sinsorgadas?”.
Acababa de nacer el Taco del Corazón de Jesús, el que es probablemente el calendario más antiguo y comprado que se edita en nuestro país y que aún hoy vende alrededor de 250.000 ejemplares. Promovido como un antídoto contra lo que en su momento se consideraban almanaques frívolos, el paso del tiempo, de la historia vivida durante más de un siglo, no ha podido alterar ni su formato ni su contenido. Han pasado 137 años desde que aquella idea del cocinero de los Jesuitas de Bilbao viera la luz en un país en el que aún el analfabetismo se asentaba en la sociedad y en el que la devoción religiosa era un motor social y político muy relevante. Hoy, en pleno siglo XXI, aquel Taco calendario tiene su correspondiente edición de 2024, incluso su opción de Taco en formato digital. De una u otra manera, estos primeros días del año se convierte en una demanda y un regalo frecuente en miles de hogares.
Un ‘minuto de filosofía’
Cada año sus páginas, su contenido, es renovado. No existen dos calendarios, dos Tacos, iguales. Su estructura sigue intocable en los últimos años, similar a sus primeras ediciones: santoral, salida y puesta del sol y la luna, reflexiones, curiosidades, «minutos de filosofía», contenido de salud, cultura, viajes… y todo en un reducido formato rectangular y vertical de 6,2 x 10,3 centímetros y a un precio popular (4,9 euros en su versión más clásica). Las ilustraciones apenas han cambiado. Su portada mantiene la imagen del Sagrado Corazón, “es lo que lo identifica”, asegura Marta Barrio, portavoz de Mensajero, del Grupo de Comunicación Loyola.
«En una sociedad secularizada no parece que el aspecto religioso sea la causa principal [del éxito del calendario], pero no cabe duda de que suscita mucho interés»
Marta Barrio, portavoz del Grupo de Comunicación Loyola
Pese a que el contenido religioso sigue presente, no en vano en una publicación vinculada a Compañía de Jesús, en muchos casos no es esta la motivación que lleva a adquirirlo o a regalarlo. La tradición familiar o su contenido interesante también actúan como motivación: “Evidentemente nosotros queremos ser anuncio de buenas noticias. En una sociedad secularizada como la actual no parece que lo religioso sea la causa principal, pero no cabe duda de que suscita mucho interés”, reconoce Barrio. Actualmente el Taco se vende no sólo en España sino en países como Argentina o México, donde también tiene mucho éxito. “Es un elemento como de casa. En muchos hogares lo han tenido desde siempre y quieren continuar teniéndolo”.
El primer ejemplar del que hay constancia no se parecía al actual. El que consta en el archivo de los Jesuitas tiene tapas de cuero y es de lectura horizontal, frente al vertical actual. En su primera edición vendió 40.000 ejemplares. “Ya entonces su contenido no era únicamente religioso. Un análisis de cómo ha ido evolucionando en su contenido muestra los cambios y la evolución social, cultural y religiosa de cada época”. Un éxito al que contribuyó su objetivo de llegar a un público popular, a un precio asequible y con un contenido sencillo. “No se trataba de ganar dinero sino de difundir ideas saludables”, recuerdan desde Mensajero.
Hacer frente a «doctrinas disolventes»
Sin duda, la obligación de la educación básica en el siglo XIX incrementó el número de personas que aprendió a leer y escribir, lo que facilitó el acceso a contenidos como los del Taco del Sagrado Corazón. El empeño de las autoridades religiosas por consolidarlo también estuvo impulsado por la necesidad de divulgar “buena prensa” entre los fieles y hacer frente a los que se consideraban “doctrinas disolventes” y ataques a la religión y al catolicismo, en particular durante distintos periodos de polarización ideológica vividos en España.
Hoy, el Taco calendario sigue vigente, vigoroso pese a sus 137 años. Lo hace además habiéndose adaptado a los cambios tecnológicos, ofreciendo hasta 12 formatos diferentes pero conservando la esencia de lo que lo ha convertido en un elemento “de casa” cada comienzo de año en decenas de miles de hogares.
Un calendario capaz de competir en historia y tirada en la amplia oferta de calendarios de colectivos, imágenes o proyectos y propuestas de todo tipo que compiten en el mercado. Y todo gracias al hermano Iraeta que un día, ofendido y molesto, decidió echar al fuego el calendario regalado por el padre Rodeles y plantearle idear un calendario sólo con “cosas buenas”.
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