La edad media del primer contacto con el porno es a los 13 años, según el último estudio del Centro Reina Sofía de Fad Juventud. Antes de esa edad también, pero no hay ingrediente erótico porque, básicamente, les mueve la curiosidad. A partir de 13 ya es diferente. Los objetivos de ver porno son masturbarse, excitarse o divertirse. Ahora bien, ¿qué ven? Vídeos sexuales donde reina el poderío masculino y la humillación femenina. Ellos son vigorosos y ellas, sumisas, humilladas, ahogadas y sufrientes. Tras meses de debate sobre qué hacer con el acceso al porno, el Gobierno ha decidido mover ficha.
El Ejecutivo prepara una ley con el objetivo de proteger a los menores del porno. Así lo ha anunciado el presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, en una entrevista con ‘El País’. La iniciativa, confirmada por El Periódico de Cataluña, de Prensa Ibérica, empieza ahora su largo camino y deberá tener el consenso tanto de la comunidad educativa como de la médica y social.
El porno que ven
Lo de escupir y abofetear a las mujeres (supuestamente de forma consentida) no es algo nuevo. Ya lo hacía Nacho Vidal en las películas porno, aquellas que mataron a las salas X. En los vídeos de ahora (las películas han muerto en la era de internet) la humillación femenina y el poderío masculino también existen. Pero elevadas a la enésima potencia. Es raro encontrar una pareja frente a frente. Ellas suelen estar a cuatro patas, siempre de espaldas a ellos y con una situación de clara inferioridad. Las penetraciones múltiples son otro clásico de los vídeos.
Los expertos explican que el problema es que esas imágenes se están convirtiendo en la educación sexual de las actuales generaciones, como demuestra el revelador documental ‘Generación Porno’, de las televisiones públicas catalana y vasca. Especialistas como Graciela Atencio, directora de Feminiciodios.net, llevan tiempo alertando de que, ante la ausencia de educación afectiva y sexual, los más jóvenes están construyendo su deseo sexual a partir de estos contenidos extremadamente violentos y desiguales, lo que crea un terreno fértil para abusos y agresiones. «En estos vídeos no se tiene sexo con una mujer -asegura Atencio- sino contra una mujer».
A pesar de que las leyes educativas instan a que la educación afectivo sexual esté presente en las aulas, esta sigue siendo una gran ausente. Además, en muchos hogares, los padres y las madres siguen sin atreverse a hablar directamente de sexo con sus hijos.
Una guía de la organización no gubernamental Save the Children aconseja a los progenitores explicar que el porno es a las relaciones sexuales lo que el cine a la vida: una representación ficticia de la realidad. “Los hombres y las mujeres que aparecen en la pantalla son actores y actrices, que han formado parte de un ‘casting’ y que han seguido un proceso de entrenamiento hasta que llegan ahí”, concluye la guía.