La semana de calvario sufrida ha sumido al PSOE en la inquietud, el nerviosismo y en la constatación de que la legislatura será «un sufrimiento» en cada votación. Pero también ha facilitado que los socialistas críticos demuestren que cada vez son más y tienen menos reparos en hablar. Siguen amparándose en el off the record, pero ya se atreven a hablar del postpedrismo. Muchos de ellos, incluso, advierten signos claros de que el primero que está preparando la sucesión es el propio Pedro Sánchez, que «quiere dejar al frente de todo a Pilar Alegría».
Alegría es la única de las ministras alcaldesas que incorporó Sánchez en la segunda mitad de su mandato anterior que «ha funcionado», explica una de estas fuentes internas socialistas. Y eso que ella no era alcaldesa. Su elevación a ministra, desde la oposición en el Ayuntamiento de Zaragoza, estaba predestinada a que fuera el relevo del nada sanchista Javier Lambán al frente del partido en Aragón. Y superó las expectativas.
Es más, una corriente de socialistas da por hecho que «es ella la que Pedro quiere colocar al frente del partido y del Gobierno cuando salga».
Pero, ¿no se ha comprometido el presidente a estar «toda la legislatura» en Moncloa? Los rumores que lo colocan en una «salida en un puesto de responsabilidad en la UE» tras las urnas europeas de junio ya vienen de antiguo, dos años mínimo. Pero aunque él mismo aseguró, en la rueda de prensa de balance de 2023, que no se irá, una buena parte del socialismo cree «se irá él antes de que lo echen, las urnas o las circunstancias».
Y tanto la inestabilidad de los apoyos, demostrada con creces esta semana, como la oportunidad que se abre en el reparto de sillones europeos del próximo verano, alimentan esta sensación. Si efectivamente el Ejecutivo aguanta los cuatro años de legislatura, como parece ser la intención, será a coste de un gran desgaste paara Pedro Sánchez.
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«Cuando Sánchez vea que se pierden las gallegas, y si se confirma un mal resultado en las europeas«, opina una de estas fuentes con alto predicamento en el partido, «todo coincidiría si en la UE se abre el escenario de que hace falta un socialista para presidir el Consejo«, como ya anticipó EL ESPAÑOL en abril de 2022.
Lo que nadie termina de ver es cómo el PSOE podría aspirar a una investidura de Alegría (o de cualquier otro aspirante) sin consecuencias. «A lo mejor, en lo que estaríamos es más en unas elecciones generales anticipadas«.
Aspirantes y colocados
¿Es Alegría aspirante, realmente? ¿Hay alguien más «en la carrera»? ¿Alguien de dentro, alguien de fuera?
«Antes de las elecciones generales del 23-J ya se estaban celebrando reuniones discretas» para preparar el PSOE posterior a Pedro Sánchez. «Yo te diría que hace bastante más de un año que eso ocurre, y que el presidente lo sabe, y que algunos de sus movimientos hacia arriba y hacia abajo han sido reactivos en este sentido, por su parte».
Muchos en el PSOE interpretan así «el fulgurante ascenso de Pilar Alegría», o que el antes ministro para todo, Félix Bolaños, saliera «incluso reforzado» en la nueva configuración del Consejo de Ministros.
Son tres fuentes distintas, de corrientes diferentes y generaciones dispares, dentro del PSOE. Y confirman a este diario que la sensación de «Gobierno en descomposición» que ya se vivió el último año de la pasada legislatura no ha desaparecido con la reelección de Sánchez.
Entre los críticos se entiende que el presidente apuesta por una mujer, como ha venido demostrando con sus equipos de vicepresidentas, que llegaron a ser cuatro. O designando consejos de ministros con mayoría femenina. Todo eso, dentro de un discurso constante y leyes que incorporan memorias de género por imperativo… de otra ley suya.
«Lo natural sería María Jesús Montero«, explica un dirigente del PSOE. «Pero las encuestas que tienen, no sólo de Andalucía sino en general, son desastrosas«. Y es cierto que Alegría [recién ascendida a portavoz del Gobierno] es la que más ha destacado entre las alcaldesas.
«A Isabel Rodríguez la quemó de portavoz, y ahora la ha relegado a un Ministerio secundario», y Raquel Sánchez «no fue capaz de asumir el desafío de Transportes», sobre todo con aquella polémica sobre los trenes que no entraban en los túneles, desviando la responsabilidad en Isabel Pardo de Vera. «Ahora, le ha dado refugio en Paradores, pero por no dejarla tirada». ¿Y Diana Morant? «Ella es la apuesta para la Comunidad Valenciana, y nadie rechista en público, porque lo dice Pedro, pero no hay satisfacción en la federación».
¿Y la opción Bolaños? «No tiene el carisma ni el poder que él cree tener», afirma otro alto dirigente socialista. «Además, está enfrentado a muchos dentro del partido».
Sin embargo, aunque la rumorología insiste, en cada crisis, en que «está perdiendo la confianza del presidente», siempre emerge con un cargo más para añadir a su tarjeta de visita. «Y tiene la ambición«, concluye este mismo informante. «Él quiere, y es un fiel pedrista, al menos hasta que vea la ocasión».
¿Por qué? «Porque hay tanta corriente preparándose, y la inquietud interna es tal que no creo que el presidente esté en condiciones de colocar él a su sucesora«.
Ésa es una certeza, que Sánchez querría dejar a una mujer al frente si se va. Y es entonces cuando aparece Pilar Alegría. Pero desde Carmen Calvo a Adriana Lastra, pasando por Emiliano García Page, son demasiados los dirigentes que están moviendo peones. «Incluso Juan Lobato, el de Madrid, al que colocó Pedro, está moviéndose».
Nadie lo pone en su boca, y no se puede entrecomillar, pero tampoco nadie niega lo siguiente: después de Pedro se anticipa bronca interna en el partido. «El pedrismo presentaría candidato, seguro, pero el partido tiene ya mucha gente calentando en la banda».
El mar de fondo
El resultado de las generales ha sido la única alegría de 2023. Esa inesperada aritmética parlamentaria salida de las urnas. «Porque todos dábamos por perdidas las elecciones, y eso habría significado, seguro, el fin del pedrismo«.
Llama la atención que en el PSOE, al menos estas fuentes, bauticen así a esta era del socialismo: prácticamente se admite que es más un régimen o una filosofía concreta que un partido, que «él decide todo» y que «se coloca a quien él dice donde él dice», pero se huye de lo de «sanchismo», el cual forma parte de la terminología de la oposición.
Aunque dentro del Partido Socialista crece la incomodidad con los métodos del líder, el peyorativo «sanchismo» se reserva para la boca de los rivales de verdad. ¿Que hay reuniones para pensar en el futuro sin él? Sí, pero no es el postsanchismo, sino el postpedrismo lo que se esboza en esos encuentros «discretos».
¿Que algunos, incluso, se dejan querer o se postulan? Sin duda: «Te diría que este mar de fondo empezó poco después del congreso de Valencia, ése que pareció el parque temático de la socialdemocracia, y que en realidad terminó de fracturar el partido», explica una de estas fuentes consultadas.
De hecho, pegándonos a la actualidad más reciente, se pueden hallar más claves.
Las convivencias de este fin de semana en Quintos de Mora ni son improvisadas ni son sólo del PSOE. Pero a nadie se le escapa que ésta ha sido una «semana horribilis», que las cesiones a Junts han instalado un «clima de desconcierto» en el Gobierno y, sobre todo, en el mismo PSOE de Pedro Sánchez.
Y aunque el presidente busca con esta reunión informal de su Consejo de Ministros «facilitar un clima de confianza y compartir prioridades», todos los asistentes saben que la situación es de «interinidad» desde todos los flancos.
En el PSOE ha sorprendido la agresividad de Junts durante todas las navidades, anticipando el no a los tres decretos, y elevando el tono de las declaraciones hasta última hora. «Es como si los acontecimientos nos atropellaran, y eso está generando runrún en el partido, porque nadie ha explicado nada, sólo está la nota de los de Puigdemont… y luego, a los interesados y a los medios, se les dicen cosas contradictorias».
Jordi Turull, secretario general de los de Carles Puigdemont, no entiende la sorpresa, porque siempre dijeron que su disposición a negociar no tenía «nada que ver con la gobernabilidad de España», sino con los objetivos independentistas. Su relato de la negociación in extremis del miércoles demuestra que, de momento, la estrategia de los separatistas gana por la mano a la del PSOE: «Pedíamos y pedíamos y ellos cedían y cedían», explicó en Rac1 el viernes.
«Es como si no se les debiera nunca nada», lamenta uno de los líderes socialistas consultados. «Es cierto que fuimos duros, que apoyamos el 155, que llegamos a anunciar que traeríamos a Puigdemont para juzgarlo… pero esto está siendo rayano en la venganza«.
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