Salvo muy raras excepciones, nuestras huellas dactilares son únicas. No hay dos idénticas –tampoco entre las de una misma persona– y por tanto son incomparables entre sí, tal como considera la ciencia forense. Sin embargo, un nuevo estudio cuestiona este principio científico: un equipo de ingenieros de las universidades estadounidenses de Columbia y Búfalo han creado un nuevo análisis de la huella dactilar mediante inteligencia artifical (IA) y han estudiado 60.000 muestras de una base de datos pública de Estados Unidos. El informe, que debía revolucionar la ciencia forense, también está en tela de juicio por el método utilizado y por su aplicación práctica en la medicina legal.
La investigación universitaria señalaba que existen similitudes en las huellas dactilares de diferentes dedos de la misma persona, aunque esta conclusión no se puede aplicar, por el momento, ante ningún procedimiento judicial ni policial, ya que debe pasar una serie de requisitos legales y científicos para ser aceptada por la comunidad internacional.
Uno de los principios más importantes que tiene el sistema legal en cuanto a evidencias es el de «verosimilitud», como señala el profesor de la Universidad de Barcelona Manuel Gené Badia, experto en Medicina legal y Forense, Genética forense y pruebas de ADN, y Vestigios Biológicos Criminales. De esta forma, una muestra, como una huella encontrada en un escenario de un crimen, cotejada con la misma de un dedo de un sospechoso, nos indicará que estadísticamente puede pertenecer a esa persona, según la claridad con la que se tomó la prueba, pero nunca con exactitud.
«Corresponde al juez, en caso del procedimiento penal, determinar si esa evidencia es suficiente para atribuírsela a un sospechoso», señala el profesor a EL PERIÓDICO, del grupo Prensa Ibérica. De esta forma, por mucho que la IA remarque que los dos huellas estén vinculadas a la misma persona, será responsabilidad del tribunal determinar la relación. Además, remarca que debe existir «principio de contradicción» para no generar «indefensión» en el sospechoso, por lo que cualquier peritaje de una evidencia o prueba, como una huella, tiene que estar contrastado tras ser analizado por diversos péritos, que emiten sus conclusiones al juzgado.
Más de un parámetro
El profesor, que es licenciado en Medicina por la Universidad de Barcelona (UB), doctor en Medicina y Cirugía, diplomado en Geriatría y especialista en Medicina del Trabajo y en Medicina Legal y Forense, considera que se debe ser «prudente» con este tipo de estudios, ya que muchos de ellos se demuestra más tarde que son inexactos. Para él, lo que indica es que puede existir un «vínculo» entre huellas aleatorias que pueden corresponder a dedos del mismo sujeto, aunque la ciencia forense también observa otros parámetros en el análisis de estas evidencias, como la posición de las glándulas sudoríparas o el grado de presión en una superficie.
Así, las huellas se pueden encontrar parciales o totales y su conservación está determinada por la absorbencia de la superficie en la que se encuentre, de la luz, la humedad o del reactivo para que aparezca. Si hay dos huellas diferentes en dos escenarios se pueden comparar, aunque el hecho de que pertenezcan a la misma persona depende de la «probabilidad condicionada»; es decir, de que existan otras pruebas diferentes, como imágenes, otras muestras de ADN o testigos, que nos conduzcan hacia el mismo sospechoso.
El estudio del equipo de investigación de las universidades de Columbia y Búfalo, dirigido por Gabe Guo, estudiante de último año de Ingeniería de Columbia, introdujo unas 60.000 huellas dactilares por pares en un sistema basado en inteligencia artificial, conocido como red contrastiva profunda. A veces, los pares pertenecían a la misma persona (pero con dedos diferentes) y otras eran de otros sujetos.
Otro marcador forense
Tras varios meses y pruebas, el sistema de IA detectó cuándo huellas dactilares aparentemente únicas pertenecían a la misma persona y cuándo no. Según el estudio, la precisión para un solo par alcanzó el 77% pero en varios pares la coincidencia aumentaba. Por eso, los investigadores creen que esta vinculación multiplica por 10 la eficiencia forense.
Los investigadores creen que la precisión del sistema puede ayudar a priorizar las pistas en situaciones ambiguas, aunque reconocen que no es determinante. Recuerdan que la IA usa «un nuevo tipo de marcador forense» como son «los ángulos y curvaturas de los remolinos y bucles en el centro de la huella digital” cuando la ciencia se centra más en las llamadas ‘minucias’, que son «las ramificaciones y puntos finales en las crestas de las huellas dactilares, los patrones utilizados en la comparación tradicional de huellas dactilares», según Guo.
Dudas para publicar
El proyecto de investigación se hizo en colaboración entre el laboratorio de Máquinas Creativas del profesor Hod Lipson en Columbia Engineering y el laboratorio de Computación y Sensores Integrados del profesor Wenyao Xu en la Universidad de Buffalo, y se publicó esta semana en la revista ‘Science Advances’.
En este sentido, esta publicación no es la primera opción de los investigadores, que fueron rechazados por editores de otras revistas específicas de la comunidad científica forense con el argumento de que es imposible detectar similitudes en dos huellas aleatorias, incluso de la misma persona. Además, los investigadores creen que pueden encontrar «sesgos en los datos analizados» por lo que reclaman poder introducir millones de resultados por la IA.
Esta falta de muestreo es otra de las dudas que genera el estudio. Según el profesor Gené, quien también es miembro de la Real Academia de Medicina de Catalunya, se debería haber cotejado con más de 60.000 huellas dactilares, teniendo en cuenta el volumen de población mundial, para que fuese «significativo estadísticamente». Así, se podría haber establecido, con más solidez, conclusiones tan específicas como determinar la existencia de similitudes entre huellas de la misma persona. A veces, hay investigadores que quieren correr más que la propia ciencia.