Varsovia vivió este jueves una concentración multitudinaria impulsada por el presidente de PoloniaAndrzej Duda, y en favor de los que calificó de «presos políticos», dos exdiputados de las filas del partido ultraconservador Ley y Justicia (PiS). El presidente había calificado de «provocación» la detención de estos, cuya responsabilidad política atribuye al Gobierno europeísta de Donald Tusk. Duda brindó refugio el miércoles en su palacio a los dos políticos y compareció este jueves ante los medios con sus esposas. Fue una aparición teatralizada, como han venido siendo muchos de los pasos dados por Duda en el relevo en el poder. Seguía a las escenas del día anterior, con la entrada de la policía y detención en la misma sede presidencial de los políticos, uno de ellos, el exministro del Interior Mariusz Kaminski. Ambos ingresaron en la cárcel a continuación y, según sus familiares, están en huelga de hambre. Para Duda, son los primeros «presos políticos» en Polonia desde 1989, en que el país accedió a la democracia.

Su caso se remonta a una condena por corrupción abuso de poder emitida hace ocho años, pero que ahora se hizo efectiva agotados todos los recursos. Duda se propone liberarlos por la vía de un indulto. Antes de su ingreso en prisión hubo ya una concentración solidaria ante la cárcel y otras marchas de apoyo, a una de las cuales acudió el líder del PiS, Jaroslaw Kaczynski.

Para este jueves había convocada otra movilización en contra de Tusk ante el Parlamento, el Sejm. Congregó a unas 35.000 personas, según fuentes de la alcaldía. La Cámara de diputados había suspendido todas sus sesiones hasta la próxima semana para evitar tensiones en la calle. Entre los concentrados circularon consignas para seguir en dirección a la residencia de Tusk, mientras otros grupos se dirigían a la cárcel.

Pulso

Las marchas ultras reflejan el pulso entre Tusk y Duda, que llegó al cargo en 2015 como candidato del PiS. Tusk fue elegido primer ministro el pasado diciembre, dos meses después de su victoria electoral. Fue una transición obstaculizada por el presidente, quien encargó primero la formación de gobierno al ex primer ministro Mateusz Morawiecki, del PiS, pese a que no tenía perspectivas de prosperar por falta de respaldo parlamentario.

Ya en el cargo, Tusk ha prometido que revertirá la controvertida reforma judicial impulsada por el PiS. Sus primeros pasos como primer ministro consistieron en relevar a las jefaturas de la radiotelevisión pública y la agencia de prensa oficial PAP, dominadas por el PiS. La justicia polaca ha declarado ilegales los nuevos nombramientos.

La cohabitación entre la jefatura del Estado leal al PiS y el bloque europeísta de Tusk se pronosticaba compleja, por la rivalidad incluso personal entre el presidente y el jefe del Gobierno. De Tusk depende, sin embargo, que se desbloqueen los fondos europeos, congelados por la confrontación entre Bruselas y Varsovia que marcaron los ocho años en el poder del PiS.