La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) investiga si Scranton, el vehículo inversor de la familia Grifols y de ejecutivos de la compañía, se utilizó para maquillar las cuentas de la farmacéutica, según ha confirmado ‘activos’ en fuentes del mercado.
El fondo inversor Gotham City Research ha acusado a la compañía familiar catalana de maquillar las cuentas mediante este procedimiento: Grifols compró dos empresas (Haema y Biotest) en 2018 por 538 millones de dólares y posteriormente las vendió a Scranton, el family office de los Grifols y de algunos ejecutivos de la empresa, por el mismo precio. Pese a esta venta, Grifols ha seguido incluyendo a Haema y Biotest como firmas consolidadas, lo que le ha permitido, supuestamente, presentar unos resultados mejores en beneficios y deuda. En concreto, el fondo apunta a que Grifols, que está trasladando a los inversores un apalancamiento de seis veces su ebitda (beneficios antes de impuestos, provisiones, intereses y amortizaciones) y que estaría valorado en unos 9.540 millones de euros, en realidad tiene una deuda que se situaría entre 10 y 13 veces su ebitda, es decir, aproximadamente el doble de peso respecto a los resultados operativos.
«Las acciones valen cero»
El documento de Gotham indica que «si la estimación que estamos haciendo sobre el endeudamiento de Grifols es correcta, la compañía afronta unos costes de financiación notablemente mayores de lo que ha trasladado al mercado. Creemos que no se debería invertir en estas acciones y su valor real es cercano a cero». La denuncia de Gotham, que ya destapó en 2014 el escándalo de Gowex, ha generado un auténtico terremoto en el mercado español por el tamaño de Grifols, uno de los miembros destacados del Ibex. En la jornada del martes, las acciones de la farmacéutica, que el lunes valía 10.000 millones en bolsa, llegaron a caer un 50% y cerraron la jornada con un desplome cercano al 26%.
Según admite Grifols en un documento enviado a la CNMV, «el tratamiento contable» ha sido auditado por KPMG e informado al regulador español, «y fue objeto de requerimiento de información por el mismo, el cual fue respondido por la compañía con fecha 14 de enero de 2019». En la CNMV se admite que en 2018 vieron que Grifols consolidaba por primera vez estas sociedades (Haema y Biotest), tras lo que pidieron explicaciones. Estos medios añaden que no se pidió cambiar nada porque la CNMV no aprueba las cuentas de nadie. Efectivamente, otras fuentes del mercado afirman que la investigación de la CNMV no se centra en el perímetro de la consolidación, sino en quién está detrás del vehículo familiar de los Grifols. El objetivo es averiguar si ese vehículo familiar es solo una sociedad paralela con el único fin de aligerar de deuda a Grifols y maquillar su contabilidad. Y la dificultad para recopilar esa información reside en que Scranton no está domiciliada en España, sino en Países Bajos, y en que no es una sociedad cotizada (por lo que existe menos información pública de fácil acceso).
Quién está detrás de Scranton
Scranton Enterprises, titular directo de un 8,4% del capital de Grifols, cuenta entre sus accionistas a Raimon Grifols Roura y Víctor Grifols Deu, miembros de la familia fundadora y actualmente vicepresidente y director de operaciones, respectivamente del grupo. Ambos habían sustituido a Victor Grifols Roura, que ejerció de presidente hasta 2017 y que ahora presidente honorífico no consejero. Scraton es accionista mayoritario del Club Joventut Badalona y de las bodegas Juve & Camps. En el accionariado de Scranton también figuraTomás Dagá Gelabert, el hombre de confianza de los Grifols en la empresa. Scranton se presenta como “un holding diversificado con intereses en atención médica, bienes raíces y empresas de rápido crecimiento».
Grifols, que va a celebrar un encuentro con inversores y puede que se convoque un nuevo consejo de administración, ha negado «categóricamente» cualquier acusación de prácticas contables o de información «errónea» de sus estados financieros consolidados y se escuda en que sus cuentas «están totalmente refrendadas» por su auditor KPMG.
La compañía se ha centrado en los últimos meses en que su negocio orgánico aumente sus ingresos, concentrándose en el precio del plasma y en la planta que ha comenzado a construir en Canadá. Tras dos trimestres cerrando con un acumulado de números rojos (56 millones en pérdidas en el primer semestre) por el impacto del plan de reestructuración que presentó, cifrado en 140 millones de euros y con la previsión de 2.300 despidos, la gran mayoría en EEUU, el grupo ganó tres millones de euros entre enero y septiembre gracias a un nuevo aumento de los ingresos, del 11,7%. Solo en el tercer trimestre, la ganancia fue de 60 millones.
En la presentación de los resultados del tercer trimestre, la empresa destacó que el periodo entre julio y septiembre estuvo marcado por «el crecimiento significativo de los ingresos, una aceleración de la rentabilidad y la reafirmación de su compromiso de desapalancamiento». La deuda de la compañía es uno de los puntos que más preocupan a los inversores. Con la pandemia, la actividad de Grifols se redujo y sus costes continuaban siendo muy elevados.