Una lucha que inició hace años y un movimiento del que se siente orgullosa de ser todo un referente. La gordofobia tiene en la actriz María Teresa López una dura oponente, utilizando las redes para luchar contra esta lacra social. Esta revolución también la lidera desde los escenarios con la obra «Gordas». Junto a su compañera y amiga Mara Jiménez y dirigidas por Carlos Mesa, llegan este viernes al Teatro Ramos Carrión (20.30 horas) para hacer que el mensaje siga calando.

–¿Qué se pretende contar al público con la obra «Gordas»?

–El mensaje se centra en reivindicar el hecho de que las actrices y actores con cuerpos distintos son capaces de interpretar cualquier tipo de personaje, que no siempre un cuerpo que no sea normativo tiene que interpretar el mismo tipo de personaje. Reivindicamos que nosotras como actrices formadas podemos hacer desde un texto de Shakespeare hasta de monja, como cualquier otra actriz o actor con cuerpos que estamos más acostumbrados a ver en cine, televisión y teatro.

Cartel de la obra de teatro «Gordas» Cedida


–¿Cómo se decidió salir de gira con esta obra tras su éxito en Madrid?

–Casi fue desde el principio, aunque, evidentemente, estuvimos unos meses viendo si funcionaba y lo que le gustaba a la gente. Cuando comprobamos que interesaba, nos fuimos con todas a por ello, porque somos partidarias de que la cultura no solo puede estar en la capital. Desde nuestra perspectiva, nos parece muy negativo que para poder consumir cultura tengas que moverte y viajar, convirtiéndose en casi algo de lujo. Somos muy partidarias de movernos por toda España, no solo ciudades grandes, para que la cultura será accesible y todo el mundo pueda escuchar nuestro mensaje.

Amistad sobre las tablas

–Le une al director, Carlos Mesa, una gran amistad pero, aun así, ¿no sintió que era como tirarse al vacío cuando decidió participar en su primera obra teatral, con un director tan joven?

–Es la primera obra que dirige, pero lleva ya unas cuantas escritas y estrenadas. De hecho, yo estuve con «La noche del año», con la que llegamos a Gran Vía. Creo que todavía no está reconocido, pero que en algún momento se dirá que es un genio. Me parece que pese a su juventud ha escrito tres obras de éxito absoluto. Es mi amigo, pero soy capaz de ver mucho más allá y creo que marcará un antes y un después dentro de la dramaturgia.

El director Carlos Mesa, entreTeresa López y Mara Jiménez Nat Enemede


–¿Tiene «Gordas» alguna aportación suya o de Mara Jiménez, la otra protagonista?

–La obra está entera escrita por Carlos, pero es verdad que luego nos dio el espacio por si teníamos algo de corregir, añadir u opinar sobre un tema tan sensible como es la gordofobia, que no se puede tratar a la ligera. Fueron pequeños ajustes sobre formas de decir las cosas, poco más.

Los avances

–Se ha convertido en una abanderada del «body positive». ¿Qué cree que se ha logrado en este tiempo?

–Veo muchísimos avances. Hay gente que es más negativa, pero yo soy una mujer superoptimista. Evidentemente, queda mucho por mejora y trabajo por hacer, pero estoy muy contenta y feliz con todos los cambios que hemos logrado a base de reivindicar en las redes sociales, en las obras de teatro y en todos los medios donde podemos encontrar activistas contra la gordofobia.

Mara Jiménez y Teresa López Nat Enemede


–¿Hay avances concretos?

–Lo noto en que cada día leo mensajes de mujeres empoderadas que me dicen que se han atrevido por primera vez a bajar en bañador a la playa o a llevar un vestido de lentejuelas en Nochevieja. No sé si la sociedad está tan preparada para asumir que los cuerpos gordos existen y pueden ponerse lo que les dé la gana, pero nosotros hemos empezado y no vamos a parar.

El doble filo de las redes sociales

–Las redes sociales son un excelente altavoz para su misión, pero a veces se convierte en un arma de doble filo. ¿Cómo lleva los mensajes ofensivos?

–Sin duda, el «hate» es horroroso. El hecho de leer cada día de tu vida cómo personas ponen en entredicho tu valía como humana por el simple hecho de habitar en un cuerpo gordo es absolutamente demencial. Pero con tantos años en redes sociales y en terapia una aprende a convivir con ello. No te voy a decir que lo acepte y lo abrace, ni mucho menos, pero la inmensa mayoría de días estoy curada en salud.

–¿Cómo debe ser la vida de esas personas para tener la necesidad de hacer daño de manera tan gratuita?

–No lo sé, pero no quiero juzgarlos en demasía. Son personas que tienen la necesidad de entrar a las redes sociales únicamente para dedicarse a criticar a otras por el simple hecho de estar haciendo algo que no les parece bien. Y lo hacen con odio e inquina. Yo acepto las críticas cuando son constructivas, porque todos podemos mejorar y nadie tiene la verdad absoluta. Pero cuando escribes cosas como «ballena» u «ojalá te mueras de un infarto», estás matando a gente con tu discurso. Creo que a esas personas les falta mucho amor, cariño y comprensión por parte de su gente para que tengan la necesidad imperiosa de hacer esto cuando nosotras lo único que hacemos es decir «quiérete».

El caso de Itziar Castro

–Un ejemplo tristemente reciente han sido las reacciones tras el fallecimiento de Itziar Castro. ¿Cómo lo vivió?

–Nos conocíamos, hemos estado juntas en varios eventos, nos apoyó desde el principio y le tengo mucho aprecio y mucho cariño. Fue muy duro, porque en el momento en el que me llegó la noticia me sentí fatal, porque lo primero que pensé fue «se viene», en vez de el dolor de perder a una mujer que ha hecho tantísimo por el mundo de la cultura, el cine y el audiovisual, que ha roto esquemas y que a mí me ha inspirado. Yo me dedico a ser actriz en parte por ella, que ha sido la primera abanderada que con su cuerpo ha hecho papeles increíbles y muchísimo por nuestra cultura. Mi siguiente pensamiento instantáneo fue «cuando me vaya yo, ¿será igual?». Y es muy duro que esas críticas sean todo lo que queda después de toda una carrera y lo que vale como profesional.

Imagen promocional de la obra de teatro «Gordas» Nat Enemede


–Usted es un claro ejemplo de todo lo que se puede conseguir sin cumplir con el canon estético establecido: actriz, escritora, activista…

–No sé si soy ejemplo, pero sí que me encanta la palabra «referente». Es algo que me vuelve loca, infinitamente feliz, porque esta profesión era la que soñaba desde pequeña. Me acuerdo de esa María Teresa de 16 años, más perdida que nunca, con un cuerpo gordo, sentada en mi habitación pensando que no tenía ningún referente al que agarrarme, porque todos los personajes con cuerpo gordo que salían en la televisión no me gustaban. Yo no quería ser Yoli la de «Los Serrano», sino Teté, la chica que se enamoraba, que besaba y se vestía increíble, no la amiga gorda que va detrás, con la mancha de kétchup en la camiseta. En redes sociales encontré perfiles como el de la zamorana Perra de Satán, que fue la primera mujer que me encontré gorda que me cambió la vida. Vi que ella podía y supe que yo también. Por eso quiero ser lo mismo para las que vienen detrás de mí y en eso estoy trabajando cada día de mi vida.

Un privilegio con responsabilidad

–¿No le asusta la responsabilidad que conlleva esa tarea?

–Sin duda. De hecho, también es algo que, gracias a la terapia, como lo del mundo del «hate», estoy aprendiendo a lidiar, porque llega a un punto en el que sobre piensas todo demasiado, porque quieres hacerlo todo tan bien para intentar ser un referente lícito y válido y no meter la pata… Soy responsable, porque hay mucha gente a día de hoy que se inspira en lo que yo hago y digo. Y si no lo tengo bien pensado, muy probablemente siga esa línea de pensamiento. Los «influencers» tenemos muchos privilegios, pero vienen acompañados de una gran responsabilidad. La terapia me ha hecho ver que no tengo que ser perfecta y que la gente tiene su propio criterio, cada uno decide cómo piensa y cómo enfoca su vida. Así que me dedico a buscar el equilibrio entre lo que quiero y lo que hago.