El universo Villarejo sigue sumando personajes a la causa. Por el segundo juicio de la macrocausa relacionada con el excomisario han pasado hoy agentes de Asuntos Internos de la Policía Nacional e incluso el «compadrito», el hijo del excomisario de Barajas al que dieron una mordida de 25.000 euros como regalo de boda, pero también una cantaora y un guitarrista flamenco a los que la presunta trama para introducir dinero negro desde Guinea Ecuatorial patrocinó la producción de un disco.

Los testigos han detallado en la Audiencia Nacional algunos de los hilos económicos y de amistad que presuntamente unieron a los dos protagonistas de la historia, el comisario Carlos Salamanca, el hombre con el codiciado ‘llavero’ de Barajas, y Francisco Menéndez Rubio, un abogado que representaba en nuestro país al clan Obiang, el dictador ecuatoguineano.

Uno quería introducir ilegalmente en España personas de alta relevancia para el régimen y millones de euros en dinero negro; el otro, por lo que defiende la acusación, quería relojes de lujo, Porsches, ropa de marca y mucho efectivo para compensar, como recuerda Menéndez que se quejaba insistentemente su entonces amigo, lo «poco que cobra un comisario en este país».

Ambos estaban unidos, además, por José Manuel Villarejo, el hombre que manejaba las llamadas ‘cloacas del Estado’, y los dos volverán a aparecer en King, otra de las piezas pendientes de ser juzgadas. Lo harán bajo los sobrenombres con los que aparecen en las agendas de Villarejo, es decir, con apodos como «Salas», «Carlos», «Patxi» o «Paco Guinea».

Una amistad forjada a base de dinero y favores

La Audiencia Nacional ya fue testigo ayer de esa relación entre los dos «compadres», como se llamaban el uno al otro, y de cómo algunas relaciones que nacen del interés mutuo por el dinero acaban uniendo lo más querido. «Para mí fue mucho más que una amistad. Le entregué a mi familia», defendió ayer Salamanca, al que se vio nervioso durante toda su declaración, posiblemente por los diez años de cárcel que pide el ministerio público para él.

Desde el primer presunto regalo cuando apenas se conocían, unos 25.000 euros para poder comprarse un Porsche Cayenne y que fueron suficientes para «emocionar» al entonces comisario jefe del aeropuerto de Barajas, hasta el momento en que el Policía Nacional se convirtió en el padrino de la hija del que entonces actuaba como enlace entre el clan Obiang y sus intereses en España.

Carlos Salamanca, en la Audiencia Nacional. EFE


«Era un hombre con mucho poder, esa es la persona que uno quiere como padrino de sus hijos», contó Menéndez, para el que la Fiscalía solo pide seis meses de prisión por su colaboración a la hora de entregar documentación relativa a Villarejo.

Sin embargo, el dinero y el gusto de ambos por el lujo siempre estuvo de fondo, como un hilo musical que les recordaba por qué comían juntos prácticamente «todos los días de la semana» y por qué, por ejemplo, el comisario invitó a Menéndez a la boda de «compadrito«, que era como llamaban cariñosamente al hijo de Salamanca.

Según la declaración hoy de uno de los agentes de Asuntos Internos a cargo de la investigación, los chats entre ambos han acreditado cómo Salamanca se quejó a su ‘amigo’ de que solo quisiera dar 5.000 euros como regalo de boda y cómo el representante de Gepetrol acabó proponiendo dar 25.000 euros en efectivo. Ese dinero consta luego como ingresado en la cuenta bancaria del hijo abierta para tal fin, igual que se sabe que también le regaló por su cumpleaños un reloj Hublot valorado en unos 9.000 euros.

Una cantidad que, sin embargo, queda ‘justificada’ por la forma en que el abogado describe lo importante que era para él su relación Salamanca para servir mejor a sus clientes ecuatoguineanos:

«Para mí fue como conocer a dios. Él tenía un poder impresionante, levantaba el teléfono y se le ponía cualquier persona al otro lado», narró Menéndez, responsable de una de las filtraciones al CNI que dieron origen a la macrocausa conocida como caso Tándem o caso Villarejo.

En el momento de su detención, ha explicado uno de los agentes de policía, Salamanca llevaba un reloj Rolex de oro valorado en casi 30.000 euros, que fue regalo de Menéndez, y 1.700 euros en efectivo en su cartera. «Lo curioso», dice el inspector, «es que los funcionarios cobramos por transferencia y los cajeros no dan billetes de 500. No sabemos de dónde sacó los dos que llevaba encima».

Millones de euros en dinero negro

En un auto de noviembre de 2020, el juez instructor Manuel García Castellón propuso juzgar a Salamanca, quien fuera responsable de la comisaría del aeropuerto de Barajas desde junio de 2006 a enero de 2015, y al empresario Menéndez Rubio por un presunto delito de cohecho y otro contra los derechos de los ciudadanos extranjeros.

Según el relato que hacía el juez de los hechos, Menéndez Rubio, empresario vinculado con la petrolera nacional de Guinea Ecuatorial Gepetrol, en el marco de la colaboración con sus clientes ecuatoguineanos para que realizaran negocios ilícitos en España, habría recibido a través de la mercantil Framen Consultores y Asesores más de 21 millones de euros sólo entre 2011 y 2012.