Desde la altura que permite un vuelo, Riad, la capital de Arabia Saudí, que acoge desde el miércoles 10 al domingo 14 de enero la Supercopa de España, parece una enorme placa base de un ordenador. Una cuadrícula perfectamente definida que de noche cobra vida con un potente manto de luz. En medio de manzanas donde las aceras son un privilegio emergen campos de fútbol como si fueran chips. A cada poco se alzan torretas, lo que demuestra que el deporte es un pilar estratégico para el país y no una simple herramienta.
En diciembre, el ministerio de Deportes de Arabia Saudí publicó licitaciones para construir y reformar estadios por valor de 2.500 millones de euros. Son proyectos enfocados a la Copa Asiática 2027 que acogerá el estado y que servirá de ensayo general para el Mundial de 2034. Está previsto que se edifique un gran campo al norte de Riad, con vocación de «sostenibilidad» -a pesar del dispendio en energía la palabra aparece en todas las ideas trazadas- y que se amplíe la capacidad de los ya existentes.
Petrodólares para dejar de depender del petróleo
Arabia Saudí quiere abrirse al mundo a través de la universalidad que ofrece el fútbol. Con pinceladas de ‘sportwashing’, pero también de hospitalidad. La prensa española encargada de cubrir el evento fue recibida en una terminal privada de Riad con flores, incienso y té.
Como si un jeque estuviera a punto de invertir en un club, imagen cada vez más repetida en todas las ligas, aunque el objetivo ahora es convertir su Saudi Pro League en unas de las diez más potentes del planeta. Todo, mientras se convierten en la capital del turismo deportivo siendo sede también de la Supercopa de Italia, el Mundial de Clubes y, por supuesto, el citado Mundial 2034.
«Arabia Saudí está buscando cuáles pueden ser sus fuentes de recursos más allá del natural que supone el petróleo. Los árabes me contaban que su planteamiento es abrirse para que todo el mundo conozca su cultura. Quieren visibilizar que son un país seguro, pero son conscientes de que tienen deberes pendientes si quieren conseguir un escenario atractivo para nosotros, los occidentales«, cuenta a Prensa Ibérica Ramón Marcote, quien fue responsable del equipo juvenil del Al-Hilal (2021-2022), el principal equipo del país, donde militan, entre otros, Neymar Jr.
Sin zonas grises para el alcohol
Marcote estuvo vinculado durante más de una década al Atlético de Madrid y ha tenido varias experiencias en el extranjero, la más reciente como segundo entrenador del Selangor FC de Malasia. Tiene por tanto una visión global del fútbol, como deporte e industria. De ahí que haga la siguiente reflexión: «Yo viví muy bien allí. Disfruté y cuando quería ir a un buen restaurante lo podía hacer. En Riad hay zonas para ello como el U Walk (un gran paseo como tiendas y establecimientos internacionales). Pero todo cierra a las 12 de la noche. Claro, a nosotros nos gustaría poder tomar una cerveza, pero tiene que ser un refresco».
Porque el alcohol no es tan siquiera una opción en Arabia Saudí, como sí ocurre en otros países del entorno. El ejemplo más evidente es el de Qatar, enemigo -más directo- en otro tiempo y que flexibilizó sus leyes durante el pasado Mundial. «No es un evento puntual, es tan importante lo que sucede antes y después del mismo«, asegura un informe de la consultora HKA sobre cómo ha impactado la cita qatarí en el país.
Por cierto, una espina histórica que el gobierno árabe se quiere sacar ahora acaparando todo el protagonismo deportivo. Para agilizar trámites y con el objetivo de que la cobertura sea masiva, es posible obtener un visado electrónico por 180 euros en menos de una hora.
Objetivo, reclutar a profesionales cualificados
«Como en todo el mundo, durante el covid había restricciones. Pero no hace mucho han vuelto a abrir las visas de turista, que facilita mucho el acceso al país. A mí me gustó mucho la experiencia y ojalá tenga la oportunidad de volver a Arabia Saudí, un lugar en el que estuve cómodo», enfatiza Marcote, a quien le surgió la oportunidad en el Al-Hilal, el club más laureado de Asia (tiene cuatro Champions) por medio de otro español, Josep Cifre Alaminos, quien lleva en Arabia Saudí más de un lustro activando, entre otras cuestiones, los proyectos juveniles del Al-Hilal.
«Cuando yo llegué (2021), durante muchas noches desde el Al-Hilal nos contaban que existía la idea de hacer una gran liga. Pero era un proyecto que iba más allá del fútbol. De ahí el plan estatal para financiar a los principales clubes del país (Al Ahli, Al Ittihad, Al Hilal y Al Nassr) por parte del Public Investment Fund. Ellos saben que tanto el gas como el petróleo son recursos que tienen una limitación de 100 o 150 años… Entonces, tienen claro que para hacer que el país siga siendo rentable es necesario abrir el país al mundo», explica Marcote.
Aunque el tiempo irá dictando a qué velocidad se ejecuta el plan Saudi Vision 2030, de diversificación de la economía, Arabia Saudí también quiere hacer valer su cultura, arquitectura y valores como la seguridad interna en un contexto de conflictividad global. Con ese sentido de refugio, que invita, pero también protege, buscan un plan maestro que cambie su perspectiva. El objetivo, igualmente, es reclutar a más trabajadores cualificados como Ramón Marcote o Míchel González, enrolado en el Al-Qadsiah de Segunda, pero propiedad de Aramco, la mayor petrolera del mundo. Quieren demostrar que pueden impactar y contribuir al resto de potenciales mundiales y no al revés.