Sin el voto negro Joe Biden no habría logrado la nominación presidencial en 2020 ni, meses después, la victoria electoral ante Donald Trump. Ahora, cuando las elecciones presidenciales de noviembre apuntan a volver a enfrentarle con el republicano, la preocupación es palpable tanto en la campaña como en el campo demócrata por el distanciamiento de una parte vital de su electorado.
Sondeos recientes señalan a falta de entusiasmo por Biden y la desmovilización entre los votantes negros, igual que entre otras partes de la coalición que le dio la victoria en 2020 como los jóvenes. También hay encuestas que recogen que hasta el 20% de los votantes negros, sobre todo hombres, estarían dispuestos a votar por Trump, que en 2020 solo consiguió el 8% de ese voto. Y hay sondeos, como uno de ‘USA Today’ y la Universidad de Suffolk, donde uno de cada cinco votantes negros dicen a día de hoy que apoyarán a un candidato de tercer partido en noviembre.
Esos factores crean una tormenta perfecta que puede resultar fatal para el actual presidente, especialmente en estados bisagra donde la movilización será fundamental y en los que unas decenas de miles de votos pueden ser definitivos. Ningún candidato presidencial demócrata desde la era de los derechos civiles ha cosechado menos del 80% del voto negro.
Alerta sobre el extremismo y el racismo
Los temores, palpables y reconocidos públicamente por líderes demócratas, explican que Biden eligiera este lunes la histórica iglesia negra Mother Emanuel de Charleston (Carolina del Sur), escenario en 2015 de una matanza racista que dejó nueve víctimas mortales, para ofrecer el segundo gran discurso del salvo de lanzamiento de su campaña, que abrió el viernes, víspera del aniversario del asalto al Capitolio, con una intervención durísima contra Trump en la que advirtió de los riesgos que representa para la democracia.
Ese mensaje resonaba de nuevo este lunes, pero esta vez a las denuncias sobre la “gran mentira” negando los resultados legítimos del 2020 y al alejamiento del “extremismo MAGA” de la verdad Biden sumaba las de tintes raciales. Comparaba el trumpismo actual con la “causa perdida”, la desacreditada teoría de que la causa que los confederados defendieron en la guerra civil era una justa defensa de las libertades y no el intento de preservar la esclavitud. Aprovechaba de paso para criticar indirectamente a Nikki Haley, una de las rivales republicanas de Trump, que recientemente eludió señalar precisamente a la esclavitud como causa de la contienda civil. Y hablaba de la persistencia del supremacismo blanco como un “veneno”.
Políticas que no calan y “promesas rotas”
El mensaje de Biden, en cualquier caso, iba más allá de esas denuncias, o de recordatorios a modo de contraste de que él desde la presidencia ha dado pasos como convertir Juneteenth en una fiesta federal, proclamar un monumento nacional dedicado a Emmett Till y su madre, elegir como vicepresidenta a Kamala Harris, nombrar a la jueza Ketanji Brown Jackson para el Supremo y más juezas negras para el circuito federal que sus predecesores. Y buena parte de su foco estaba en el repaso a acciones políticas y económicas adoptadas en su mandato que han beneficiado a la población negra, de sus esfuerzos por condonar deuda estudiantil (frenados por el supremo) a control de precios de medicamentos, reducción de la mortalidad maternal entre mujeres negras, reducción de desempleo o lucha contra la inflación.
Son logros que, como demuestran las encuestas y saben aliados del presidente, no calan entre la población negra, que a menudo en los sondeos habla de la presidencia de Biden como una de “promesas rotas” o “inclumplidas”.
El viaje a Carolina del Sur tenía mucho más sentido que el de explotar la la simbología y trascendencia de la iglesia Mother Emanuel, cerca de donde Barack Obama tras la matanza de 2015 hizo una de las intervenciones más memorables de su presidencia entonando el ‘Amazing grace’.
El estado fue fundamental en 2020 para que, tras pobres resultados en Iowa y New Hampshire, Biden lograra una victoria que le catapultó hacia la nominación. Y el presidente ha urgido a un cambio en el calendario de primarias demócratas, colocando este año las de Carolina del Sur como las primeras oficialmente sancionadas por el partido. Serán el 3 de febrero.
Aquella victoria de 2020 fue algo que Biden logró en buena parte gracias a James Clyburn, influyente congresista negro, que este lunes le presentó antes de su discurso, incidiendo en el repaso a políticas favorables para la población negra. A Clyburn la víspera en televisión le habían preguntado si le inquietaba la falta de movilización de votantes negros a favor de Biden esta vez, que llega a la par que noticias preocupantes de desmovilización de otras minorías y de jóvenes, o de quienes cuestionan su política sobre Israel conforme se agrava la situación humanitaria en Gaza (algo que llevó a una protesta que interrumpió el discurso de Biden el lunes). La respuesta de Clyburn fue franca: “No estoy inquieto, estoy muy preocupado”.