«Rosalía está escribiendo». Los agentes de la UDYCO Central de la Policía Nacional que seguían la pista de narcotraficantes de tres países unidos para montar en Galicia el mayor laboratorio de cocaína de Europa sabían que la que escribía esos mensajes en aplicaciones encriptadas no era la famosísima cantante española. Quien le contestaba tampoco podía ser quien firmaba los mensajes de respuesta: la cantante colombiana Karol G.
Detrás de los dos nombres en clave de las artistas la policía descubrió que estaban dos de los traficantes de cocaína, que acabaron en prisión tras una laboriosa investigación de casi un año, según ha sabido CASO ABIERTO, canal de investigación y sucesos de Prensa Ibérica.
Una máquina mejicana
La investigación demostró que Rosalía era en realidad uno de los narcotraficantes del cartel mejicano que puso la financiación para instalar en Galicia un enorme laboratorio para hacer cocaína. Los narcos mejicanos también facilitaron una enorme máquina trituradora de piedra que fue vaciada y rellenada con pasta base de cocaína antes de enviarla a España.
La policía descubrió que Rosalía era en realidad lo que llaman «el notario» , un hombre de confianza de los narcos mejicanos que estaba en Galicia para supervisar la operación y dar fe de que no se perdía droga ni dinero
Rosalía era lo que los policías antidroga llaman «el notario» de los narcos mejicanos, el hombre de confianza que acude sobre el terreno y da cuenta de que todo está bien, no hay engaños ni estafas, no se pierde droga ni dinero por el camino.
Los agentes descubrieron que ese notario que se hacía llamar Rosalía se comunicaba desde Galicia por mensajes encriptados con la supuesta Karol G, la cantante colombiana rival de la española.
Karol G era un hombre canario
Los investigadores averiguaron luego que Karol G era en realidad un hombre residente en la isla de Gran Canaria y que fue clave en este entramado de narcos. La madre de una novia de ese hombre tenía una casa apartada en una aldea de la provincia de Pontevedra.
Allí, en Cotobade, se instalaron los cocineros de la cocaína llegados desde Colombia. El notario acudía de vez en cuando a comprobar que todo estaba correcto. De hecho, Rosalía era el único autorizado por los cárteles de la droga a tener allí un teléfono móvil para comunicarse con sus jefes.
La última pata de la organización criminal desmantelada por la Brigada Central de Estupefacientes estaba en una urbanización madrileña donde han vivido muchos famosos, artistas y futbolistas, desde Cristina Pedroche hasta Cristiano Ronaldo. Allí, en un apartamento de lujo vivía Hernando Sánchez Rey, ciudadano español hermano de un conocido narco, Germán alias El Coletas.
Sánchez Rey gastaba unos 15.000 euros al mes mientras coordinaba la puesta en marcha del laboratorio de cocaína. Para investigarlo y pasar desapercibidos en una zona tan exclusiva y con seguridad privada, los policías tuvieron que «mimetizarse»: se hicieron pasar por repartidores de Amazon, incluso por vecinos adinerados. Para esto último, usaron coches de lujo que habían incautado a otros narcos.
El 19 de marzo, diez meses después de iniciar las investigaciones sobre los falsos Rosalía y Karol G, la UDYCO Central revienta el laboratorio de cocaína, el mayor de Europa, con capacidad para cocinar 200 kilos de droga al día. Recuperan 1.300 kilos de pasta base de cocaína y 150 kilos de droga ya lista para vender. Detienen al hermano de El Coletas, a Rosalía, a Karol G y el resto de implicados. Uno de ellos escribía mensajes encriptados con otro nombre en clave: Karina, pero no parece que se refiriera a la artista que buscaba y buscaba en el baúl de los recuerdos.