Mónica García, nuestra nueva ministra de cuota y de Sanidad, y que tiene algo de Nancy enfermera por el discurso y el atrezo alegórico, pretende que el españolito se dé las bajas médicas él mismo, responsablemente, bajo la sabia prescripción de la resaca, la pereza o la picardía. No sé si Sánchez tenía noticia de estas intenciones o la ministra se ha venido arriba, por estrenar sus alas de ministra o de enfermera, de monja de hospital con cornete (algo había que hacer, poner de nuevo la mascarilla de moda o comenzar la revolución españolísima de las sábanas pegadas). Pero yo creo que a Sánchez no le va a importar que aumente la pillería, al menos mientras él siga siendo el rey de los pillos. Más bien le conviene, que así se va llevando a todo el país a su terreno, a su negocio, a su estraperlo, en el que gana a todos y gana más que todos. Ya saben que aquí basta que se den los billetes gratis para que los trenes viajen vacíos, como oficinas de la Administración a la hora del desayuno. A lo mejor Sánchez lo que quiere es promocionar, normalizar o gripalizar que España sea pícara, que en esa España él puede ser un héroe, un personaje, un potentado, un maestro, un dios.

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