No ha podido ser. Juan Antonio Bayona y La sociedad de la nieve han sido derrotados en los Globos de Oro por la última Palma de Oro, Anatomía de una caída, que se ha llevado tanto el premio a la mejor película extranjera como el de mejor guion, en el que partían como favoritos Greta Gerwig y Noah Baumbach por Barbie. El thriller judicial de Justine Triet se dirige así con paso firme hacía el Óscar, reduciendo las posibilidades del filme del cineasta español.
Da’Vine Joy Randolph se ha llevado el primer Globo de Oro de la noche, el de mejor actriz de reparto por Los que se quedan, la última película de Alexander Payne. Su escueto discurso de agradecimiento ha marcado la tónica de las intervenciones de los ganadores, que en escasas ocasiones han rebasado el par de minutos. Posteriormente, Robert Downey Jr. ha conquistado su tercer Globo de Oro por Oppenheimer, el serio blockbuster de Cristopher Nolan, que ha significado una nueva reinvención en la carrera del célebre Iron Man.
La gala ha continuado con los premios a los mejores intérpretes de serie limitada o telefilm, que han alzado los dos protagonistas de raíces asiáticas de Bronca, la exitosa producción de Netflix: Ali Wong y Steven Yeun.
Por su parte, Elizabeth Debicki ha alzado el galardón a mejor actriz de reparto en serie por interpretar a Diana de Gales en la última temporada de The Crown, también de Netflix. En la categoría masculina, ha triunfado Matthew McFadyen, el inolvidable Tom de Succession.
Jeremy Allen White, el chico de moda, conquistaba a continuación el premio al mejor actor de serie de comedia o musical por The Bear. Poco después, su compañera de reparto Ayo Edebiri recibía también honores por la serie creada por Christopher Storer para el canal FX.
Y llegaba el turno para una de las nuevas categorías de la noche, mejor interpretación en comedia stand-up o televisión, que recibía Ricky Gervais, quién ha presentado la gala en varias ocasiones con su ácido humor.
Una nueva reinvención
Los Globos de Oro llevan varios años saltando de una polémica a otra. Todo arrancó con acusaciones de cohecho y de falta de diversidad, pecado número uno en la industria en la actualidad, en el seno de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood, los organizadores del sarao. Varias empresas de medios, actores y creadores boicotearon por este motivo la edición de 2022, que se desarrolló en un aséptico hilo de Twitter.
Sin embargo, la gala renació en 2023 gracias a las medidas adoptadas por la institución, que cambió sus estatutos y potenció la presencia de mujeres entre sus miembros. Las estrellas volvieron a pisar la alfombra roja, conscientes de la importancia de estos eventos para vender al mundo sus películas, más aún en un momento complicado para la industria.
Pero las curvas estaban lejos de acabar. La Asociación de la Prensa Extranjera acabó disolviéndose hace unos meses y los Globos de Oro han acabado en manos del empresario Todd Boehly, propietario de Dick Clark Productions y Eldridge Industries, que ha pretendido realizar una gala más festiva y amena.
Además, de 80 profesionales con voto se ha pasado a 300 y se han creado dos nuevas categorías (Logro cinematográfico y de taquilla y Mejor interpretación de comedia Stand-Up en televisión), aunque por el camino se han quedado los dos premios honoríficos, que este año no se han entregado.
El humorista estadounidense Joy Koy, de madre filipina, -bastante desconocido por estos lares- ha sido el encargado de presentar el evento, que se ha celebrado el hotel Beverly Hilton y que se ha emitido por la CBS tras años en la ABC. Lo que no ha cambiado es la disposición de los invitados en mesas circulares por las que corría el Möet & Chandon en abundancia.
Koy arrancó diciendo que estaba todo el mundo allí, y era verdad. No se echó en falta a nadie en los renovados Globos de Oro. De ahí pasó a desplegar un humor negro no demasiado inspirado -al menos en apariencia, porque con la traducción simultánea de Movistar se pierde gran parte de la gracia- a costa de las películas nominadas y los invitados, sin llegar a la mala leche del siempre añorado Ricky Gervais. Pero al menos hizo reír a Robert De Niro.
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