El Barça sigue abonado al sufrimiento, incluso contra un rival de Segunda RFEF. Y no puede decirse que el once fuese experimental. Una defensa con Koundé, Araujo y Christensen vale muchos millones. En la media, Romeu tiene mucha experiencia, De Jong es un internacional con mucho bagaje y Fermín, siendo el más joven, fue el mejor. Y arriba, tanto Ferran como Raphinha y Joao Félix no son unos imberbes y también han movido mucha pasta en el mercado. Sin embargo, el equipo volvió a pecar de falta de contundencia para matar el partido e incluso se complicó la vida por ser blando defendiendo. La intensidad, al final, es clave. Y si un rival menor va a los duelos más fuerte que tú te puede meter en un lío. Y si te despistas y para evitar un saque de banda provocas un córner, como le pasó a Joao Félix, compras números para que te den un susto. Al portugués le anularon un gol legal, pero ya sabes que no hay VAR y eso puede pasar. O deberías saberlo.
Al final salieron Lewandowski y Gündogan, dos veteranos con muchos tiros pegados, y aún así el Barbastro, de Segunda RFEF, tuvo remates de jugadores solos dentro del área y forzó un penalti que volvió a llevar la angustia al corazón de los culés que no han desertado de seguir a su equipo un domingo a las 9 de la noche en dieciseisavos de la Copa.
Desde el 19 de septiembre no se gana un partido por más de un gol. Xavi ha dado cariño y broncas, ha movido el equipo y ha apelado a que los jugadores deben dejarse la piel. Pero se sigue sufriendo contra equipos menores como el Almería, Las Palmas (por mucha revelación que sea es una plantilla menor) y ayer el Barbastro. A lo mejor ya es cuestión de coger un psicólogo bueno y que hable con la plantilla para que exponga sus miedos y temores. Y sí, el Barça pasó, como ganó a Las Palmas y al Almería, pero cuando te abonas al sufrimiento de los minutos finales un día te sale cruz. Y llega la fase del KO. Al loro.