Todo ha sido tan vertiginoso para los argentinos que la llegada al poder del ultraderechista Javier Milei parece haber tenido lugar hace mucho tiempo. Su presidencia comenzó, sin embargo, el 10 de diciembre con un discurso de espaldas al Congreso que, a estas alturas, adquiere otro sentido. Más que un rechazo a la dirigencia política tradicional, de la que en parte se nutre para gobernar, Milei ha hecho saber de su sueño de cambiar de raíz la estructura económica y social del país sin contrapesos institucionales.
Su Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) le otorga atribuciones por encima del rol del Parlamento, entre otros instrumentos. El DNU ha tenido dos reveses parciales en los tribunales y debería pasar el filtro de una comisión bicameral de la legislatura.
Existen dos vías que lo pueden hundir por completo. Una judicial: que un tribunal suspenda todos sus artículos o declare su inconstitucionalidad. El otro escenario es el Congreso, donde nunca antes se rechazó un decreto del Ejecutivo. El presidente, por lo pronto, amenazó con convocar una consulta popular para darle legitimidad a sus medidas radicales, mientras que a su alrededor se agita el fantasma del exautócrata peruano, Alberto Fujimori, quien 5 de abril de 1992 disolvió el Congreso con el apoyo de las Fuerzas Armadas para avanzar con su plan de reformas y desregulación de la economía.
Aquel lejano 10 de diciembre, Milei reconoció que los primeros meses de su gestión serían duros pero necesarios para encontrar un haz de luz a final del túnel. No había otra alternativa para dejar atrás un siglo de «colectivismo». El precio transitorio a pagar sería una inflación galopante, del 30% mensual, y una mayor pobreza, que antes de llegar al Ejecutivo era del 45%. Todos aquellos que se oponen al DNU y su plan de choque son «comunistas nostálgicos». Bajo esas advertencias, el ministro de Economía, Luis ‘Toto’ Caputo, devaluó un 118% la moneda nacional. Días atrás, Milei ofreció mayores precisiones en relación al momento en que se verían los frutos de su paquetazo: «Tengo una buena noticia: la mejora se verá en 15 años». La imaginación del anarcocapitalista es frondosa y le permite proyectar en público cálculos sin fundamento. En 45 años, aseguró además, el PIB se multiplicará 10 veces si Argentina no se aparta del camino trazado.
La batalla del DNU
La madre de su victoria sería el DNU del 20 de diciembre y sus 366 artículos que se proponen privatizar los bienes estatales, liberar las relaciones laborales, al punto de poner un límite al derecho a la huelga, la licencia por maternidad y las indemnizaciones, cambiar las reglas del comercio interior y exterior, el uso del espacio aéreo, las escasas normas de protección ambiental, la política sanitaria, el turismo, la minería, el régimen automotor y hasta el deporte, al habilitar la compra de los clubes y la reventa de entradas de los espectáculos. El Gobierno aspira también a derogar la ley de tierras y genera las condiciones para que Starlink, la empresa de Elon Musk, un simpatizante de las ideas de Milei, compita en el negocio de internet. Nunca antes el nombre de un magnate había sido invocado en la fundamentación de un decreto.
La llamada ley ómnibus, enviada luego al Parlamento, va en la misma dirección transformadora. Le asigna al Ejecutivo un poder mayor al contemplado por la Carta Magna para cortar de raíz el funcionamiento tradicional de la actividad económica, financiera, fiscal, el sistema de pensiones estatales y la actividad cultural, que considera en los hechos un pasatiempo inútil al proponer la eliminación del Instituto Nacional del Teatro, el Fondo Nacional de las Artes. A su vez intenta limitar el malestar en las calles. Puede castigarse con pena de prisión, que puede llegar hasta los seis años, si una acción sindical o social afecta al libre tránsito o los servicios públicos.
Obstáculos previsibles
La ultraderecha encuentra obstáculos en los tribunales, que promete subsanar, así como entre los diputados y senadores. La «necesidad» y la «urgencia» de las medidas es vital para el Gobierno porque puede chocar más temprano que tarde con la paciencia social. A pesar de las nuevas normas de Seguridad, ningún presidente antes de Milei escuchó en su primer mes el ruido de tantas protestas y movilizaciones, con el añadido de que el movimiento obrero ha programado para el 24 de enero su primera huelga general.
Algunos encuestadores consignan que la popularidad de la figura presidencial cae vertiginosamente. Otros estiman que buena parte de población, agobiada por los resultados de la última gestión peronista, que concluyó con una inflación del 140% anual, todavía están dispuestos a ser parte del experimento de Milei. La Central de Trabajadores Argentinos (CTA) asegura que en un mes se ha perdido el 15% del poder de compra. El salario mínimo se encuentra un 26,7% por debajo de diciembre de 2019 y un 43,5% en relación al mismo mes de 2015. De esa arraigada frustración nació la victoria electoral de la ultraderecha.
La cuestión militar
Una de las grandes novedades políticas de este mes a punto de finalizar tiene que ver con la cuestión militar, que desde los años 90 ha sido irrelevante. Según el portal ‘La Política Online’, hay «inquietud» en el Ejército por el pase a retiro de 23 generales y «temor» en la Armada por la apertura del mar argentino a buques extranjeros. La designación al frente del cuerpo terrestre del general Alberto Presti ha llamado la atención de los organismos defensores de derechos humanos. Se trata del hijo del difunto coronel, Roque Presti, quien tuvo una activa participación en los hechos represivos de los años 60. El abogado Pablo Llonto remarcó que, si bien «un hijo no tiene que responder necesariamente por lo que hizo el padre», se trata de un hecho «preocupante».
En este contexto, esposas, hermanas y madres de exuniformados que han sido condenados por delitos de lesa humanidad han exigido a Milei y su vicepresidenta, Victoria Villarruel, que cumplan con «las promesas hechas» a los «familiares de las víctimas del terrorismo judicial» de sacarlos de las cárceles o terminar con sus arrestos domiciliarios. Villarruel, hija de un coronel que participó de la lucha contrainsurgente en los 60 y en la guerra de las Malvinas, era una de las voces que antes de asumir sus funciones solicitaba lo mismo públicamente.
La vicepresidenta iba a tener un papel determinante en el área de Defensa y Seguridad pero fue relegada a funciones burocráticas en el Senado. Ha comenzado a reunirse en privado con el expresidente Mauricio Macri, quien fue vital para el triunfo electoral de Milei pero luego quedó al margen de las grandes decisiones políticas del Gobierno. Los uniría el fastidio con el líder de la ultraderecha y el afán de gobernar en absoluta soledad.
Rodolfo Barra, un exministro de Carlos Menem (1989-99) de confeso pasado nazi en la juventud y actual jefe de los abogados estatales, ha justificado la propensión de Milei a hacer valer el peso de su autoridad tanto en la ejecución de las leyes como su papel exclusivo en el diseño de la ruta de navegación. «Nuestro presidente es una figura análoga al rey«, ha dicho Barra.