Problemas para los fabricantes europeos de bebidas alcohólicas. El Ministerio de Comercio de China ha anunciado el inicio de una investigación antidumping sobre los productos alcohólicos importados desde el Viejo Continente, un movimiento que se ha entendido como una respuesta a la investigación sobre los vehículos eléctricos chinos que la Comisión Europea abrió a finales del año pasasdo.
Según ha anunciado el Ministerio de Comercio chino, la investigación responde a una denuncia presentada por la Asociación China de Bebidas Alcohólicas en nombre de la industria nacional del brandy y se centrará en el coñac importado desde la UE en envases de menos de 200 litros. Según datos de Daxue Consulting, un grupo de investigación de mercado radicado en China, China importó bebidas alcohólicas por valor de 4.500 millones de dólares en 2022, siendo el brandy el espirituoso más importado, con la práctica totalidad de las importaciones procedentes de Francia.
La noticia se ha hecho notar en el sector en esta última jornada bursátil de la semana. Rémy Cointreau y Pernod Ricard han caído con fuerza en el mercado galo, con la primera desplomándose un 11,74% y el segundo retrocediendo un 3,64%.
El movimiento del mercado asiático se entiende más si se tiene en cuenta que Francia ha sido la gran impulsora de la investigación comunitaria a los coches eléctricos chinos. Y es que París teme el efecto que las importaciones de coches de fabricantes como BYD pueden tener en empresas como Stellantis (Citröen, Peugeot,etc.) y Renault. Ambas compañías están participadas por el Estado.
Según informa ‘Bloomberg’, la industria del brandy es pequeña (China importó 1.570 millones de dólares en bebidas espirituosas de vino de uva destilado en 2023 hasta noviembre) en comparación con su boyante industria de vehículos eléctricos, con unas exportaciones a la UE que ascendieron a unos 12.700 millones de dólares en el mismo periodo.
«China está mostrando a Europa cómo podrían ser las represalias si impone aranceles a los vehículos eléctricos chinos», afirma Noah Barkin, asesor principal de Rhodium Group, en declaraciones este medio. De hecho, no es extraño que Pekín utilice el comercio como arma de presión para alcanzar sus objetivos. Sin ir más lejos, en los últimos meses ha tomado represalias contra EEUU y sus aliados occidentales ante las restricciones impuestas a la importación de tecnologías para fabricar chips avanzados como los que se utilizan para el desarrollo de la inteligencia artificial (IA).
Aunque China representa un mercado importante para las marcas europeas de licores, que han estado luchando con una fuerte caída de la demanda estadounidense, es un mercado relativamente pequeño en un país que bebe en gran medida el alcohol local llamado baijiu (destilado del sorgo fermentado, aunque se pueden usar otros granos). En China, el coñac se considera un producto de alto standing que se vende a precios muy superiores a los de los alcoholes locales, por lo que la acusación de dumping es «bastante exagerada», según afirman algunos analistas.
Recordamos que la Comisión Europea anunció su investigación antidumping el pasado septiembre al entender que los vehículos eléctricos de los fabricantes chinos tenían precios «artificialmente bajos» gracias a las «enormes» subvenciones estatales de Pekín. «Eso está distorsionando nuestro mercado y, como no aceptamos esta distorsión desde dentro, tampoco la aceptamos desde fuera. Europa está abierta a la competencia. No a una carrera a la baja«, explicó entonces Ursula von der Leyen, presidenta del Ejecutivo comunitario, al tiempo que señaló que su estrategia con Pekín era la de «reducir riesgos, no desvincular».
China calificó la medida tomada por Bruselas como «descaradamente proteccionista», cuyo objetivo no era otro que «distorsionar gravemente la industria automovilística y la cadena de suministro mundial». Asimismo, Pekín destacó que la investigación de Bruselas «tendrá un impacto negativo en las relaciones económicas y comerciales entre China y la UE». «El sector de los vehículos eléctricos de China ha crecido rápidamente en los últimos años y su competitividad sigue mejorando, lo que es el resultado de los persistentes esfuerzos de innovación tecnológica. Es una ventaja competitiva ganada con trabajo duro y fuerza propia», añadieron.
Entonces, distintos analistas señalaron que la decisión de la Comisión podría traer cola y que era «realmente arriesgada». Sam Lowe, socio de la consultora londinense Flint Global, avisaba que la repuesta de Pekín era «de esperar», mientras que un lobista anónimo de un fabricante alemán indicaba que la medida acabaría afectando a las empresas alemanas como Volkswagen o Mercedes-Benz, algunas de las compañías más destacadas en el mercado premium del gigante asiático. «Me temo que la Comisión está dispuesta a arriesgarse a una guerra comercial con China en un ámbito muy peligroso», sentenció.