Dennis Lehane nació en 1965 en Dorchester, entonces uno de los barrios más conflictivos y violentos del sur de Boston, en una familia de inmigrantes irlandeses. Como ya demostró en su aplaudida ‘Mystic River’, su nueva novela negra, ‘Golpe de gracia’ (Salamandra Black), que llega esta semana a las librerías, es producto de su infancia en él, admite el también autor de ‘Shutter Island’ por videoconferencia desde Los Ángeles. Vuelve a 1974, cuando un joven negro muere en las vías del metro y una adolescente desaparece en el barrio, controlado por un mafioso local, mientras se suceden los disturbios raciales por la decisión de un juez que, para poner fin a la segregación, forzó a los escolares a desplazarse en autobús a estudiar a escuelas de otros barrios.
La protagonista, Mary Pat, perdió a un hijo por las drogas y ahora busca a su hija desaparecida. Pura madre coraje.
Me he topado con historias de madres que se vengan de la muerte de sus hijos. Hay una ferocidad en cada madre por el solo hecho de tener hijos. Ella ya sería feroz incluso sin hijos, es producto del mismo tipo de abusos y violencia que hay a su alrededor. Somos producto de nuestro entorno.
Se nota la desesperación de alguien que ha perdido todo lo que le importaba.
Sí. Me interesaba saber qué sucedería si tomaba a una mujer con esa ferocidad y le quitaba todo lo que tenía. Y ves que ya no tiene nada que perder. O consigue lo que se ha propuesto o morirá en el intento.
Es una mujer dura e inquebrantable, pero paradójicamente rota, escribe.
De niño conocí a unas cuantas Mary Pat. Eran mujeres feroces que criaban a niños aterradores. En personas así hay algo roto, destruido, quemado… esa paradoja las convierte en aparentemente inquebrantables.
¿Niños aterradores?
Sus padres les inculcan mentiras y odio y acaban teniendo reacciones racistas. Nadie nace racista, ese odio se transmite de padres a hijos.
«Escribir este libro fue una forma de enfrentarme a mi pasado y a mis fantasmas»
El gran tema de la novela es el racismo. Usted tenía 9 años en 1974, cuando las protestas contra el juez Garrity.
Recuerdo muy bien aquel verano, fue inolvidable: la rabia, las protestas, cómo quemaban efigies y las colgaban en las farolas, los carteles en las ventanas, cómo pintaban en las paredes ‘KKK’, del Ku Klux Klan, o ‘Animals go home’ (Animales volved a casa). A los 9 años el narcisismo natural en un niño desaparece y empiezas a verte a ti mismo como parte del mundo, a ser consciente de lo que hay a tu alrededor.
¿Qué pensaba de aquel racismo?
Al principio no eran manifestaciones contra negros, sino en contra de que se te obligara a trasladar a tus hijos a un colegio al otro lado de la ciudad. Empezó así. Y ese era un argumento legítimo. No era en contra de la desegregación, sino en contra de como se había llevado a cabo y de que solo afectara a los barrios pobres. Pero se transformó en mucha rabia y enfado contra los afroamericanos. Era un lenguaje enfurecido, discriminatorio y peyorativo. Eso me apartó un poco de mi comunidad, y callé y observé, por eso debí convertirme en escritor.
¿Cómo se vivió en su familia?
Mis padres no eran racistas. Tampoco uno de mis hermanos, pero él sí salió a las calles. Aquello estaba en las familias, en los barrios y aún hoy no ha desaparecido. Es por esa percepción de la alteridad, del ‘otro’ y de que ‘los otros’ no son miembros de la misma raza humana. No puedes disparar a otra persona si te identificas con ella. Pero sí si le quitas la capa de humanidad.
«Las protestas destilaron mucha rabia y enfado contra los afroamericanos. Era un lenguaje enfurecido, discriminatorio y peyorativo»
En el libro parece señalar que lo que separa no es la raza sino la pobreza.
Antes pensaba así, pero ya no. En las protestas de Black lives matter, dos blancos de clase media salieron de sus casas con escopetas contra los manifestantes. Eso ya no viene de la pobreza sino de la idea institucionalizada de que esos son ‘los otros’, de que somos dos tribus. Muchos ven a la comunidad afroamericana como una colonia dentro de la nación. Es una mierda.
Con Trump, ¿ha ido a peor o simplemente ha salido más a la luz?
Ha salido a la luz. Muchas cosas son mejor ahora. Por ejemplo, mi matrimonio es mixto, algo que no era posible hace 30 años pero que hoy a la gente no le importa. Eso es el progreso, que no le importe a nadie. Pero retratar un EEUU así no da dinero. El dinero está en dividirnos, en hacer entretenimiento a partir de ello, en hacer que la gente saque espumarajos por la boca en la tele y en que parezca que todo es horroroso.
En los barrios de Boston donde creció, escribe hay “gente cansada de vivir, trabajar como mulos y no tener suerte”. ¿Sigue siendo así?
En el sur de Boston ya no. De hecho está gentrificado, es completamente distinto. Pero el movimiento blanco de gente pobre y airada es rural, ya no está en las ciudades, se ha ido. Las ciudades son un crisol de culturas. Es en los pueblos pequeños donde ves zonas completamente blancas y son las que más han votado a Trump. Trump no puede hacer nada en las ciudades, por eso siempre las pinta como hervideros de crímenes.
«Cuando escribo un guion de una serie no cojo un bolígrafo hasta que no sé exactamente todos los aspectos de todas las escenas, los planifico muchísimo, al contrario de mis libros»
En 2017, cuando vino a recibir el Premio Carvalho a Barcelona, dijo sobre Trump que 250 años de democracia no se iban a malograr, que sobrevirían y sabrían manejarlo. ¿Piensa igual?
Sí. Si Trump vuelve al poder será doloroso, pero la última vez no cambió el país. Aunque hizo dos cosas muy perjudiciales: mantuvo los tribunales como quería y echó para atrás la ley del aborto, pero el coste ha sido tan elevado que le ha supuesto a los republicanos perder muchos escaños en 2022 en la Cámara de Representantes. Claro que me preocupa, pero creo que el sistema americano sigue funcionando y luchamos en los tribunales para demostrar que, por ejemplo, el 6 de enero [el asalto trumpista al Capitolio de 2021] fue una abominación. Veremos…
Varios de sus libros han llegado con éxito a la pantalla. Es guionista de series como ‘The Wire’, ‘Bloodline… En 2022 estrenó la miniserie criminal ‘Black Bird’… ¿Ve a alguna actriz encarnando a Mary Pat?
Sí, pero no puedo decir quién. Como productor preparo una serie y soy también responsable de los guiones. Si digo a quién quiero y no lo consigo, la segunda opción sabrá que es el segundo plato…
En ‘Golpe de gracia’ hay escenas que se visualizan perfectamente en una pantalla. ¿Escribe las novelas pensando cinematográficamente?
No, la palabra ‘cinematográfico’ me resulta rara, porque los libros surgieron mucho antes que el cine. Una buena novela es algo vivo. Yo escribo a través de la creación de personajes y del lenguaje. Tengo que entender la voz del libro, quién está contando la historia, cómo sonaría en mi cabeza. En mis novelas se ven claras las distintas voces. Esta está contada con la voz de ‘Mystic River’ y de ‘La entrega’, es mi voz preferida, la comparo a la de un hombre sentado en la barra de un bar que cuenta buenas historias. Cuando tuve a Mary Pat empecé a escribir sin saber exactamente cómo avanzaría, no quería saberlo. En cambio, cuando escribo un guion no cojo un bolígrafo hasta que no sé exactamente todos los aspectos de todas las escenas, los planifico muchísimo, al contrario de mis libros.
Escribió la novela durante la Covid, pero ¿no se ha filtrado nada, no?
No, cuando la pandemia llegó estaba haciendo una serie de televisión, y todo se desmontaba, todo se venía abajo. Y mi cerebro se dividió y empecé a escribir este libro. Fue lo que me rescató, lo que me evitó toda esa locura. Igual que cuando escribía de niño y pensaba: ‘no me gusta donde estoy y voy a crear un lugar que sí me guste’. Fue una forma de enfrentarme a mi pasado y a mis fantasmas. Era un libro donde nadie llevaba mascarillas ni había covid. ¡Fantástico!
¿A qué fantasmas se refiere?
A todo. Porque me veo a mí mismo a los 9 años, era una locura crecer en ese entorno. No es de extrañar que eso me genere tantas emociones al escribir de ello. No me había enfrentado a cómo fue, con 9 años, procesar todo aquello.