En la víspera del tercer aniversario del asalto al Capitolio, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha ofrecido este viernes un discurso en el que ha puesto las amenazas a la democracia, y especialmente la que representa un potencial retorno de Donald Trump al poder, en el centro de su mensaje.
Esa intervención ha sido también, aunque el demócrata anunciara hace nueve meses ya que volvería a presentarse y haya realizado algunos actos de campaña y recaudación de fondos, el gran pistoletazo de salida para esa carrera electoral para las presidenciales, donde todo apunta ahora mismo a que él y Trump replicarán el duelo de 2020. Y la ha realizado con un contundente y demoledor tono denunciando al republicano, sus acciones y sus planes.
Un escenario simbólico
Salvo por una tormenta prevista para la costa este fin de semana que obligó a adelantar un día el discurso, nada se había dejado al azar. Biden escogió como escenario un centro educativo a escasos 15 kilómetros de Valle Forge, en Pensilvania, uno de los lugares emblemáticos de la guerra de Independencia. Allí, las tropas comandadas por George Washington soportaron el invierno entre 1777 y 1778 y lo que llegó como una coalición de milicias de colonos salió como una fuerza cohesionada, disciplinada y fortalecida, que cinco años después logró sellar su victoria sobre los británicos.
La apuesta de Biden por ese lugar y por la figura de Washington para marcar la insurrección de enero de 2021 y enmarcar su campaña no ha sido casual. Del primer presidente ha tomado la idea de la democracia como una “causa sagrada”. “Esta no es una cuestión retórica, académica o hipotética”, ha dicho. “Si la democracia sigue siendo la causa sagrada de EEUU es la pregunta más urgente de nuestro tiempo, es de lo que trata la elección de 2024”.
Es una idea que también había usado en su primer anuncio de campaña del año, titulado justamente “Causa”. En él advierte de “un movimiento extremista que no comparte las convicciones básicas en nuestra democracia” y que tilda de “peligroso”.
Pero además Washington le ha servido a Biden como referencia de contraste con Trump: alguien que cedió el mando del ejército y luego abandonó voluntariamente la presidencia tras sus dos primeros mandatos e inauguró la transición pacífica de poderes que se mantuvo hasta que en 2020 el republicano se negó a aceptar los resultados de su derrota y promovió esfuerzos para intentar revertirlos que acabaron con el asalto al Capitolio.
Críticas a Trump y el movimiento MAGA
Biden, como habían avanzado sus asesores que haría, y como ha hecho en el pasado en otros discursos alertando de los riesgos para la democracia o de aniversario del asalto al Capitolio, ha sido directo sobre lo que ocurrió aquel 6 de enero, el papel que jugó en ello Trump y lo que ha sucedido desde entonces. Ha sido brutal, pero apegado a los datos en su descripción de las acciones de Trump, al que ha golpeado con descripciones que se sabe que le duelen, como «perdedor«.
Más allá de esos ataques, ha advertido de los peligros que representan tanto él como sus seguidores: “Cuando sucedieron los ataques no hubo duda de la verdad. Incluso miembros republicanos del Congreso y comentaristas de Fox News lo condenaron en público y en privado», ha recordado, «pero conforme ha pasado el tiempo han intervenido el tiempo, la política, el dinero. Y las voces MAGA han abandonado la verdad y nuestra democracia. Han tomado su opción. Y ahora el resto, demócratas, independientes y republicanos moderados, debemos tomar la nuestra”.
Biden necesita que ese mensaje cale. Aunque 14 de los 91 cargos penales que enfrenta el expresidente Trump están vinculados a sus intentos de revertir las elecciones, según una encuesta reciente de ‘The Washington Post’ y la Universidad de Maryland, el 25% de los estadounidenses creen que el FBI estuvo detrás del asalto. El porcentaje de ciudadanos que cree que Trump fue responsable ha bajado en dos años del 60% al 53% y se queda en solo un 14% en el caso de los republicanos. Y más del 70% de los conservadores creen que es hora de pasar página de aquel episodio.
El demócrata, además, tiene que combatir la estrategia que está empleando Trump, que está repitiendo el mensaje de que es Biden “el verdadero destructor de la democracia”, acusándole sin pruebas de estar detrás de sus imputaciones y de intentar anular así a su principal rival político. Incluso llegó a tildarle de “insurreccionista” después de que los tribunales lo descalificaran para aparecer en las papeletas de primarias en Colorado, una decisión que ha recurrido ante el Supremo.
El republicano, que ha prometido perdonar si gana a los condenados por el asalto, y ha hecho saltar las alarmas con sus planes autocráticos para un segundo mandato, tiene previsto dar dos mítines este sábado en Iowa, donde el próximo miércoles se celebran los primeros caucus en las primarias republicanas. Su campaña no ha adelantado qué abordará en sus discursos.
Otros retos
Biden enfrenta otros retos que van más allá de su posible rival. Sus índices de aprobación están por debajo del 40%, muchos cuestionan su estado físico y mental y la oportunidad de que vuelva a presentarse a los 81 años, no consigue que la ciudadanía perciba los avances en la economía y está viendo resquebrajarse la coalición que le llevó al Despacho Oval, especialmente entre jóvenes y minorías por su posicionamiento ante la guerra de Israel en Gaza.
Eso explica también que haya elegido para su primer gran discurso Pensilvania, un estado bisagra que arrebató a Trump en 2020, pero que en noviembre podría volver a perder. Y ayuda a entender el lugar elegido para otro discurso que ofrecerá el lunes. Será en la Iglesia Mother Emanuel en Charleston, en Carolina del Sur, donde en 2015 un supremacista blanco cometió una matanza de nueve negros para intentar empezar una guerra racial. De nuevo podrá hablar de la amenaza existencial que representa el extremismo para EEUU. Y lo hará en el estado que lanzó su candidatura en 2020, donde el voto negro es trascendental y que ha colocado primero esta vez en el proceso de primarias demócratas.
Su vicepresidenta, Kamala Harris, no le acompañaba este viernes en Valley Forge. Pero tiene un acto de campaña el sábado también en Carolina del Sur. Y más adelante en enero va a lanzar una “gira de libertades reproductivas”, poniendo en el centro de la campaña la defensa de derechos como el aborto, una cuestión que fue fundamental para los demócratas en las legislativas de 2022 y volverá a serlo en noviembre.