Si el niño ve pasar elementos que reconoce porque los ve en la pantalla, la atención se capta, con lo que el objetivo se cumple: hacerle pasar unas horas de diversión, en sabia complicidad con la caza del caramelo, ese que luego no consumirás. Pero si no eres niño y lo contemplas como espectáculo de calle, tienes que llegar a la conclusión de que la Cabalgata de Reyes de 2024 se ha celebrado en València como podía celebrarse en Palencia. Un desfile de hinchables de los personajes más estereotipados fueron transitando por las calles de la ciudad -de forma rápida y por delante del horario previsto, lo mejor de la noche- ante, según la Policía Local, unas 60.000 personas.

El rey Gaspar saluda desde su
carroza a los asistentes
miguel a. montesinos


Hubo un tiempo en el que abrían el cortejo Blasco Ibáñez, Isabel de Villena y Vicent Andrés Estellés. En esta ocasión lo abrieron el Quijote, Sancho y Cervantes. El mismo grupo de hinchables que inauguró la última cabalgata de las Fiestas de Albacete.

Goofy y el Pato Donald
en descapotable. miguel a.
montesinos


Y detrás, toda la serie de personajes anunciados: Harry Potter, Spiderman, la Bella y la Bestia, Aladin y todos los universos de las superproductoras. Esta primera parte estaba pensada bajo la idea de incitar a la lectura, pero viendo los personajes que desfilaron, a los niños jamás se les ocurriría ir a buscar en la biblioteca la sección de Hans Christian Andersen o los Hermanos Grimm sino, en todo caso, a enchufar Disney Plus. Con Mickey y Minnie, Goofy y Donald en descapotables para completar el parque temático de los tópicos.

A la espera de recibir una
montaña de caramelos. miguel
a. montesinos


Unos Reyes que recordaban a…

Spiderman y otros héroes
de la cabalgata.
miguel a. montesinos


San José, la Virgen y el niño.
miguel a. montesinos


Se ausentó el valenciano de la megafonía. Desde el grupo que actuó para ambientar hasta los narradores. Y los propios Reyes, que otros años habían hecho el esfuerzo de cambiar el arameo por el valenciano, pero esta vez no.

Unos Reyes Magos que, por cierto, se les vio con mucha familiaridad, como si fueran parientes lejanos, del jefe de la Policía Local, José Vicente Herrera, del abogado Federico Barona y del sacristán de la iglesia del Pilar, Jules Ngogan. Debía ser una ilusión óptica.

Después llegó la parte litúrgica. El problema que tienen las cabalgatas de Reyes de los últimos años es que no tienen término medio. Cuando estaba la izquierda se desacralizaron en exceso. El desfile tenía una sagrada familia casi invisible (en la que San José se encargaba de sostener al bebé, ahora han vuelto las cosas a la normalidad: carga ella), un Herodes que es el personaje friki y luego los tres reyes. Ahora parecía más una mini procesión del Corpus con megafonía. Hasta el Arca de la Alianza, que es, dicen, de mil quinientos años antes de nacer el niño Jesús se sumó a la fiesta.

Llegaron los Reyes. A Baltasar le costó más porque quedó atascado con los maceteros de la calle San Vicente (los nuevos), pero llegaron. Fueron recibidos por la fallera mayor infantil, Marina García -es su gran día- y entregaron sus cofres.

El debate de la Adoración es defendible: si se trata de una versión 2.0 de los hechos de la Biblia, los Reyes llegaban para algo y no para dar peluches, sino para adorar al niño, ya fuera en carne y hueso o, como ahora, figurado. Es un colofón natural a la llegada de los magos.

Bien pronto, los niños pudieron ya volver a casa para templar los nervios. Que vienen los Reyes.