Europa (Taurus) es un libro insólito, escrito con rabia e ilusión, como si su autor, Timothy Garton Ash (1955), le estuviera escribiendo una carta a su padre, que combatió contra Hitler en una guerra que fue decisiva para que existiera la Europa de hoy.

Garton Ash viaja desde hace medio siglo en busca de esa huella paterna, que se multiplica en todos los rincones de un continente al que perteneció su propio país, el Reino Unido, al que él le augura un futuro otra vez europeo, como el que disfrutó su propio padre…

No hay una línea de este libro, en lo que se refiere a la memoria que lo impulsa, que no haya sido vivida por el autor. Esto le añade a su escritura, que es rápida y profunda, como la que imprimió su admirado Stefan Zweig a El mundo de ayer, una verosimilitud que a veces llega al extremo de la emoción que envuelve los distintos acontecimientos vividos por la que ahora se llama Unión Europea.

Hablamos por Zoom, y en todo momento parecía que teníamos al lado al autor del libro, riendo y contando, o serio y escuchando. Un académico inglés y, como tal, un minucioso contador de historias reales… en primera persona.

P. Esta es Europa escrita en primera persona…

R. Sólo necesité cincuenta años para escribirlo. Medio siglo asistiendo a los grandes acontecimientos, conociendo mucha gente, preocupándome por Europa… Y es una carta de amor a Europa. Así como una carta de un europeo preocupado por el destino del continente que ama.

P. Un amante de Europa.

R. Eso es, alguien que piensa que hemos construido la mejor de las Europas que podremos tener y que esta Europa está bajo mucha tensión en estos momentos.

P. ¿Esas tensiones son para usted decepciones, cuentas pendientes? ¿Qué es lo que hoy echa en falta del espíritu europeo?

R. Los dos leitmotiv de mi vida han sido Europa y la libertad. Cuando empecé a viajar por Europa era muy joven, a principios de los años 70, cuando la mayor parte del continente todavía vivía bajo dictaduras en toda Europa del sur. No necesito recordárselo a un español, precisamente. Luego hemos tenido una historia extraordinaria de libertad y de democracia, además de la implantación de la Unión Europea, donde confluyen ahora muchos estados… Desde el 2008 hemos tenido una auténtica cascada de crisis, empezando por la crisis financiera global, que siguió con la crisis de la eurozona. Después surgieron los problemas de Georgia y Crimea; la anexión de ésta por parte de Rusia no fue únicamente una decepción. Se trataba de un llamamiento a mis compañeros y compañeras europeas para levantarse, movilizarse y defender mejor Europa… Una llamada para defender la mejor Europa que hemos tenido jamás… La mayor parte de nosotros todavía queremos esa Europa.

P. Usted es un historiador, pero tiene el alma de un periodista. Usted llega a España [cuando hacemos esta entrevista] cuando se produce la noticia de que el primer ministro que convocó lo que luego sería el Brexit, David Cameron, acaba de ser nombrado ministro de Asuntos Exteriores de su país… Una noticia que tendrá que haberle removido… ¿Cómo ve este episodio tan inglés?

R. Me parece festivo, para empezar… Gracias por entender que también soy periodista… Llevo ambas chaquetas, la mía es una relación amistosa con la historia y con el periodismo: se trata de una frontera muy tensa… Es verdad que esa noticia inglesa es muy interesante, pero nada es comparable en este momento al instante político en el que se halla inmersa España… Así que aquí, como hace cincuenta años por toda Europa, en mi pequeño cuaderno estoy tomando notas de lo que pasa, como he hecho toda mi vida. En cuando al señor Cameron… Es una de las situaciones políticas más extrañas que puedo recordar en los últimos años… Hemos superado el Brexit, y de hecho este Gobierno actual está dando pequeños pasos para volver a acercarse a la Unión Europea. Cameron nunca fue un euroentusiasta, pero era impensable que fuera él quien nos condujera a la salida de la Unión Europea. Era más bien un euroescéptico. Que ahora haya sido nombrado ministro de Asuntos Exteriores es una señal de absoluta desesperación por parte del Gobierno británico. Es una evidencia de que este Gobierno está en sus últimos estertores y de que el regreso a Europa se va a iniciar el año próximo, cuando se cambie al primer ministro.

El Gobierno británico está en sus últimos estertores y el regreso a Europa se va a iniciar el año próximo, cuando se cambie al primer ministro

P. Usted dice en su libro estar enfadado con su país… En ese enfado incluye a Cameron, obviamente. ¿Qué otros enfados hay en ese disgusto suyo con Gran Bretaña?

R. Sencillamente: Inglaterra no puede abandonar Europa más allá de Picadilly Circus… No puede abandonar Londres, somos y seremos Europa siempre. El nuestro es un país europeo, donde siempre hemos estado y donde siempre estaremos… Es más: el voto del Brexit fue todo menos inevitable. Quizá fue un 35% o un 40% de la población, incluido mi padre, al que incluyo en el libro, que habría votado por el Brexit… Contribuyó al fracaso la debilidad de la campaña a favor de permanecer en Europa. Por eso considero responsable a Cameron, y a que el líder laborista fuera entonces Jeremy Corbin. Si el Partido Laborista hubiese tenido otro dirigente seguramente la historia hubiera sido muy distinta y el Reino Unido estaría en Europa y en la Unión Europea. Todavía hay mucho por luchar. Por cierto, es evidente que el Gobierno británico se ha implicado instintivamente a apoyar a Ucrania en su guerra contra Rusia. Es decir, la Gran Bretaña sencillamente no ha abandonado Europa. El verdadero capítulo de regreso británico a la UE se vivirá después de las próximas elecciones. Ahora estamos en un intermedio.

P. Es interesante pensar que un grupo de personas decida algo tan grave y tan duradero como desprenderse de un compromiso que parecía consecuencia de la guerra común contra Hitler…

R. Uno de los puntos clave que intento transmitir en el libro es que nosotros los europeos sabíamos hacía dónde se dirigía la historia. Cayó el Muro de Berlín, se acabó con la Guerra Fría, y sin embargo tuvimos el Brexit, y todo ello fue en virtud de actitudes individuales que tuvieron una repercusión inmensa, porque, en efecto, los individuos tienen un peso importantísimo en la historia… En este caso, los populismos que empujaron a la propia disolución de nuestra relación con Europa acabaron produciendo nuestra separación.

Los populismos que empujaron a la disolución de nuestra relación con Europa acabaron produciendo nuestra separación

P. En este libro, usted aborda todos estos episodios, algunas veces con indudable melancolía personal… En el principio usted iba a Europa en busca de las huellas de su padre, soldado en la guerra contra el nazismo. Y usted ha ido preguntando por toda Europa, para escribir, como le dije antes, un libro muy en primera persona. Radicalmente personal. ¿Qué le llevó a implicarse tanto humanamente con esta historia?

R. Es mi leitmotiv, Europa es mi lucha y es mi vida. Fueron cincuenta años de mi vida, viajando constantemente. Este es un libro sobre la verdadera Europa, la Europa real, la de todos y cada uno de sus países, de sus distintas culturas y de sus diferentes lenguas, gastronomías, maneras de ser de hombres y de mujeres… No es un libro sobre Bruselas o la Unión Europea… Y es que ahora tenemos una generación de jóvenes europeos y europeas que han crecido en el mismo espacio común de paz, de relativa libertad, donde pueden estar viajando sin trabas de un lado al otro del continente… Pueden salir el viernes por la mañana y pasar el fin de semana en otra parte de Europa y nadie los para ni les pregunta de dónde vienen o adónde van… Mi desafío de joven era distinto, ahora todo es distinto y todo es mejor. Contar todo esto, tal como fue, y ahora tal como es, sólo se puede hacer desde la perspectiva de un escritor que, desde joven, está asistiendo a este inmenso flujo humano.

P. Es una historia muy compartida.

R. Es la de mis amigos de Alemania Oriental, antes de que cayera el Muro de Berlín, y es la historia que sigue, de modo que es la historia del corazón europeo, desde aquello que sintieron los más jóvenes a lo que viven ahora los nuevos jóvenes, los que han nacido cuando Europa ya era la que todos conocemos.

P. Ha hecho usted un libro con personas, desconocidas o nuevas, seres anónimos con los que ha compartido incertidumbres como si fueran todos de la misma patria.

R. Pensé en la idea de este libro desde hace mucho tiempo. Lo puedes comprobar en mi web, donde están hasta mis más antiguos apuntes relacionados con este largo viaje desde los primeros años 70… Los he tenido que apilar en todas las escaleras de mi casa porque guardé una cantidad ingente de material. Desde 2015 decidí poner en orden esta memoria, que va desde aquella Yugoslavia a esta Ucrania, pasando por la sensación de amenaza que siempre ha habido sobre el porvenir de esta gran idea… Ahora que he pasado por el Retiro, en Madrid, he visto una gran pancarta celebrando aquel gran libro europeo que es El mundo de ayer, de Stefan Zweig… Europa se estaba deshaciendo, y se reharía luego, cuando él escribió esa memoria de lo que estaba pasando…

P. Y se suicidó sin que aquella Europa de los sueños tuviera lugar

R. Por unos años, es cierto, se lo perdió… Murió en 1942. Europa estaba totalmente destruida, literalmente destruida… Stefan Zweig estaba tan desesperado que se suicidó después de acabar ese libro… Lo que yo reclamo ahora no es el fatalismo de Zweig, el impulso que tuvo antes de llegar a sus peores conclusiones, las que lo llevaron a la muerte, sino el optimismo de alguien como mi querido Václav Havel, que creyó, por ejemplo, en la esperanza que salvó a Checoslovaquia, incluso en tiempos de desesperanza, cuando parecía imposible que, siete años después, su país lo proclamara su presidente. Yo creo en ese espíritu.

Lo que yo reclamo ahora no es el fatalismo de Stefan Zweig, sino el optimismo de mi querido Václav Havel

P. Por así decirlo, usted escribe después del pesimismo de Stefan Zweig, con el optimismo de Havel y con la conciencia de que no hay paso atrás para Europa…

R. Estoy de acuerdo… Este libro está ahora presente en veintiuna ediciones distintas, en toda Europa… He estado viajando en pos de cada una de esas ediciones europeas. Y en cada país observo un caleidoscopio de lo que yo llamo un tapiz de Europa con diferentes gustos… Igual que los tuvo el propio Zweig, pues cada uno de nosotros tiene su propio Zweig europeo, cada uno de cada país… Es el mismo libro, pues, pero cada uno contiene distintas versiones nacionales de la historia. El conjunto explica Europa. Una unidad, desde Roma, en la diversidad, un equilibrio muy difícil que fue posible gracias a la Unión Europea, un milagro que se puso a funcionar en medio del escepticismo que ya no existe.

P. Este libro es también un paseo por la soledad. Pues Europa aspira a ser una compañía, pero en muchos momentos de este tiempo ha sido soledad e incomprensión. No es una balsa de aceite. A veces parece una balsa de aceite hirviendo. De hecho, el húngaro Viktor Orban le ha dicho que usted no ha entendido nada, tras leer su libro. ¿Cómo ve ahora las relaciones de poder que manejan Europa?

R. Si fuera un camino fácil habría sido muy aburrido, así que está muy bien que haya competencia de ideas, como las que expone Orban, por supuesto, que fue alumno mío en Oxford… Él es de hecho el hombre que ha destrozado la democracia en Hungría… Si pensamos que los valores europeos son únicamente los de la Ilustración, que están en el artículo dos del Tratado de la Unión Europea, estaríamos equivocados, porque, y me da dolor decirlo, Orban tiene razón: también hay otros elementos, como la xenofobia, la tradición eclesiástica, el nacionalismo, que son asimismo, por así decir, valores europeos… Hace tan solo unas pocas semanas un Gobierno, el polaco, que tenía los valores que defiende Orban, antieuropeo, nacionalista, antialemán, retrógrado, reaccionario, fue despojado del poder por quienes defienden los valores europeos que estamos defendiendo nosotros… El pueblo polaco lo ha barrido de la forma más bella, simplemente votando en cifras masivas. Votaron más personas jóvenes que personas mayores y más mujeres que hombres… Es un momento europeo fantástico, que me da razones para sentir la esperanza de que el conjunto de valores europeos en los que yo creo al final prevalecerán.

Orban fue alumno mío en Oxford. Él es el hombre que ha destrozado la democracia en Hungría

P. Profesor Garton Ash, si Europa fuera una persona, ¿cuáles serían sus características? ¿Sería una persona amiga suya, una persona enemiga, sería una compañera de juegos? ¿Sería un sueño?

R. Sería una mujer increíblemente fascinante. Una mujer brillante capaz de una enorme valentía y de llevar a cabo acciones extraordinarias.

‘Europa. Una historia personal’

Timothy Garton Ash

Traducción de Antonia Martín Martín 

Taurus

496 páginas

23,90 euros