Ni un aviso de retraso en las pantallas que anuncian la salida de los vuelos. Filas solo un poco más largas de lo habitual a primera hora, pero ni siquiera una cola exagerada para cruzar la frontera que da acceso al interior del aeropuerto de Barcelona. La ‘operación retorno’ de las vacaciones de Navidad empieza con aparente normalidad, este viernes, pese a que el personal de ‘handling’ de Iberia, el que gestiona los servicios en tierra de la compañía (el que sube, por ejemplo, las maletas a bordo de los aviones), ha sido convocado a una huelga desde este día 5 hasta el martes 8 de enero. Tras varias semanas de negociaciones, los sindicatos que representan a estos trabajadores (CCOO, UGT y USO) aseguraron ayer que la “única salida” que les deja Iberia es esta protesta, pero la compañía se ha encargado de prevenir todo posible colapso, de modo que, al menos de momento, las consecuecias de la movilización parecen quedar reducidas a algunos problemas puntuales y a una concentración de trabajadores en la Terminal 1 del Aeropuerto del Prat.
Maletas en tierra
Pero aunque todo parezca estar tranquilo —asegura el secretario general de UGT en Catalunya, Camil Ros— “la cocina no está tranquila”.
Hace referencia a que la carga y descarga de equipaje en los aviones empieza a presentar ciertas dificultades o a que hay 20 aviones que, según dice, han despegado sin maletas.
“Aquí se habla mucho de si ampliamos o no el aeropuerto y lo que se está ampliando, si no se llega a un acuerdo, es la precariedad laboral en el aeropuerto del Prat. Ya tenemos muchos problemas en los servicios de limpieza y seguridad. Hacer lo que ha hecho Iberia es aumentar la precariedad. La duda razonable es: ¿Iberia ha perdido el concurso o lo ha querido perder para sacarse de encima puestos de trabajo?”, se pregunta el responsable sindical.
Pasajeros desconcertados
Fuera, en la terminal 1, sobre todo a primera hora, ha habido otras señales. Como el caso de dos ancianos que venían de pasar varios días en un crucero y llegaban al aeropuerto con intención de coger un vuelo British Airways a Londres para luego llegar hasta Estados Unidos y que han descubierto aquí mismo que les habían reubicado en otro vuelo que ya había despegado una hora antes. Desde aquí —les ha explicado personal Iberia— no pueden hacer nada, así que solo les queda llamar a British Airways. “Suerte que se lo toman con tranquilidad”, opina el guía turístico que les acompaña, que cuenta que la compañía con la que vuelan a Estados Unidos les está buscando vuelos alternativos.
También se ha dado alguna escena de agobio generalizado de buena mañana al no encontrar carros para cargar las maletas en la entrada. Un ciudadano originario del País Vasco que iba a su tierra unos días y que se ha quedado sin vuelo. “Por vuestra culpa, me he quedado sin vacaciones”, afeaba a los trabajadores de Iberia que intentaban asistirle. Y también varios grupos de turistas que habían cogido un vuelo a la capital catalana para partir con un crucero desde aquí, muchos de cuyos integrantes no han conseguido llegar a Barcelona.
Más allá de las cerca de 4.500 personas afectadas por la situación que ayer todavía no se habían puesto en contacto con la aerolínea, Iberia, que decidió cancelar preventivamente en torno a 450 trayectos, asegura que ha reubicado a unos 35.600 pasajeros (el 80% de las personas afectadas) y le ha devuelto el dinero a unas 4.500 (el 10% de esta masa). De ahí que, por lo menos en el aeropuerto del Prat, el que más preocupaba a Iberia por ser el que más trabajadores de este perfil concentra, apenas se haya percibido el conflicto.
Seguimiento inferior al 20%
A nivel global, Iberia ha asegurado a primera hora de la mañana que la huelga empezaba con apenas un 17% de seguimiento y que la jornada se estaba desarrollando “con normalidad”. A las 9.30h, han incluso bajado la cifra de seguimiento a un 14,6% y situado su nivel de puntualidad en un 83%.
“En general, desde que tenemos en el bolsillo una máquina en la que la aerolínea te puede avisar, ya no existe la imagen de centenares de pasajeros aglomerados en el aeropuerto”, reflexiona una fuente de Aena. “Las afectaciones son menores”, añaden, poniendo como ejemplo, posibles retrasos en la entrega de maletas. “El impacto operativo nos preocupa, igual que a las aerolíneas, pero no es un impacto severo”, concluyen.