Manolita ha llevado a Federico a su casa, dejando a Elena muy sorprendida al ver a la mujer con su marido.
Siguiendo el consejo de la madre de Lola, ante la evidente desorientación de Federico, Elena se ha preocupado y ha llamado a una ambulancia.
Agradecido por el gesto de Manolita, Federico ha admitido que su estado de salud no es bueno y se ha sincerado con ella: «Cuando perdí a Mario, pensé que me quedaba poco para darle un abrazo, que es lo que voy a hacer. Me queda poco para morir».
Manolita ha intentado tranquilizarlo, asegurándole que aún le queda mucho por vivir, y le ha recordado la importancia de centrarse en los que están vivos. Tal y como le ha dicho, pensar en aquellos que ya no están puede ser una fuente de fortaleza para seguir adelante. “A nuestros hijos les gustaría vernos felices”, ha compartido.
Federico, por su parte, ha elogiado su fortaleza y vitalidad, así como la de Lola y que también tiene Malena. “Es algo de los Gómez, los Quevedo no somos así”, ha destacado.
Esta conversación ha fortalecido los lazos entre ellos, pero no ha sido bien recibida por Elena, quien ha invitado a la madre de Lola a marcharse de su casa.