Javier Ortega Smith no logró el jueves calmar las aguas en Cibeles durante su reprobación por la reacción violenta que tuvo con Eduardo Fernández Rubiño hace dos semanas. Más bien, todo lo contrario. La condena a su actitud no le hará dimitir por mucho que Más Madrid, PSOE y el PP lo pidan, pero le ha dejado más arrinconado dentro del Consistorio madrileño.
El portavoz de Vox en la capital sí que cuenta con el apoyo de sus cuatro ediles. Su peso sobre las decisiones de Almeida, sin embargo, se desvaneció tras las elecciones municipales de mayo. Y el encontronazo con el portavoz adjunto de Más Madrid no ha hecho más que agrandar la brecha con los populares.
Su polémica última etapa en el Ayuntamiento de Madrid ha coincidido más o menos en el tiempo con el declive de su figura dentro del organigrama de Vox. Pese a su fuerte amistad con Santiago Abascal, Ortega Smith perdió la secretaría general de Vox en otoño de 2022 y quedó relegado a un segundo plano.
Desde el pasado otoño, además, parece abonado a la polémica: primero fue su aviso a Vox para que no convirtiera en una «agencia de colocación»; y después llegó su protagonismo en las protestas de Ferraz y el amedrentamiento a Rubiño golpeando frente a él una botella de agua que salió por los aires.
Sin poder de presión en Cibeles
Ortega Smith se enrocó el jueves en su versión de lo ocurrido en el pleno del pasado 22 de diciembre. Descargó responsabilidades y volvió a argumentar que la izquierda, Más Madrid incluida, había humillado a las víctimas del terrorismo con el pacto del PSOE con Bildu en Pamplona.
Ortega, además, intervino ayer desde el atril y después abandonó antes de tiempo el salón plenario de Cibeles. No escuchó la contestación del alcalde ni tampoco la de Rubiño. Tampoco presenció la votación, que unió a populares, socialistas y a los de Maestre. A esta última, además, la llamó «asaltacapillas» y «despechugada», recordando el polémico episodio en el que la izquierdista entró con el torso desnudo en una capilla de la Complutense en 2011.
Los cuatro ediles de Vox siguieron a su líder y también se marcharon del pleno. Su entorno cercano ya explicó el pasado miércoles a este diario que Ortega Smith «siente el respaldo de la organización a todos los niveles». El jueves también pudo sentir el calor de varias decenas de personas que protestaron frente a la sede del Ayuntamiento contra la reprobación.
Desde la dirección del partido, lo mismo. No ha habido reproche en público hacia su ex secretario general. Pero otras fuentes de partido sí censuraron en diciembre la ocurrencia agresiva de su compañero en la cámara municipal de la capital.
Aunque parece ya lejano, no ha pasado tanto tiempo desde que los votos de Ortega facilitaron que el popular se hiciera con el bastón de mando del Ayuntamiento de Madrid. Almeida gobernó con Ciudadanos la pasada legislatura y necesitaba los votos de Vox en cuestiones fundamentales. La relación entre el regidor y el de Vox empeoró en los últimos compases del anterior mandato. El popular le acusó de bloquear los presupuestos de 2023 y una reforma clave, la de las normas urbanísticas.
En la víspera de las elecciones del 28-M, se llegó a situar a Ortega Smith como una pieza clave para que Almeida pudiera revalidar su cargo al frente del Gobierno municipal. Vox planeó una estrategia polémica, con un vídeo de una trifulca con unos okupas o con otro donde aparece haciendo frente al top manta. Y fichó a Carla Toscano como «dique de contención contra la ideología de género y las imposiciones feminazis». Pero el candidato del PP barrió en los comicios y dejó a Vox sin opciones de influir sobre el Ejecutivo municipal.
Figura en declive en Vox
En un partido donde se valora la amistad tanto como en Vox, Ortega Smith cuenta nada más y nada menos que con la de Santiago Abascal desde hace años. Ambos, junto a Iván Espinosa de los Monteros y Rocío Monasterio, se consolidaron en su día como los protagonistas totales de la eclosión del partido. Hoy, ni Espinosa de los Monteros ni otra peso pesado, Macarena Olona, forman parte de la organización. Y Ortega perdió en octubre de 2022 su calidad de secretario general del partido, quedando fuera de la cúpula de Vox, y fue sustituido por Ignacio Garriga.
En este artículo publicado por EL ESPAÑOL, se relatan dos de los episodios que explican el distanciamiento político de Ortega con el núcleo político más íntimo de su amigo Abascal. En su etapa como gerifalte de Vox, diseñó junto a su mano derecha, Tomás Fernández, un sistema de distribución de delegaciones territoriales -conocido en el argot interno de Vox como ‘los hombres de negro’- que aplicaban las órdenes de Bambú con formas abruptas. Estas maneras convirtieron muchas provincias en avisperos.
Ortega fue relegado el 6 de octubre de 2022 y su fiel escudero, Tomás Fernández, cayó unos días más tarde. Las decisiones sobre el baile de puestos dentro del partido de Abascal depende ahora de otros nombres. Uno de ellos, es el de Kiko Méndez-Monasterio, sin cargo orgánico reconocido dentro del organigrama de Vox, pero con una influencia clave sobre el presidente de la formación. Su enemistad con Ortega Smith es conocida.
[‘Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis’ de la caída de Vox: Buxadé, Hoces, Ariza, y Méndez-Monasterio]
Y aquí conviene recordar el segundo episodio, la polémica declaración del concejal el pasado octubre en un medio de comunicación, cuando pidió «firmeza» a los suyos para que Vox no se convirtiera en una «agencia de colocación». Una afirmación que trajo a la mente de gente del partido el nombre de Kiko Méndez-Monasterio y su empresa Tizona, que ha recibido partidas económicas para la gestión de la comunicación sobre la organización y sus dirigentes.
En cualquier caso, Ortega Smith tiene cuerda para rato en el Ayuntamiento sí la dirección de Vox lo sigue permitiendo. La reprobación es simbólica y no le obliga a dimitir. Y él no ha hecho ademán en ningún momento de que vaya a renunciar a su acta. Como dijo el jueves a la prensa haciendo un juego de palabras, la «re-reprobación» -por eso de que es la segunda que recibe desde su llegada a Cibeles- se la «re-dobla».
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