Los Pirineos esperan con ansia la llegada de los Reyes Magos. Y no lo hacen por la mirra, el oro o el incienso, sino que las estaciones de esquí aguardan con paciencia la nieve en sus pistas, muy necesaria para poder encarrilar una temporada que, por ahora, no está siendo la mejor. Así, las previsiones de la Agencia Estatal de Metereología (Aemet) alertan de que, por fin, de viernes a domingo se espera que Sus Majestades de Oriente traigan consigo nevadas en las cotas más cercanas a los 1.000 metros. De hecho, desde Aramón inciden en que, si todo va según lo previsto, en los próximos días esperan «ampliar el dominio esquiable y abrir Panticosa», aunque matizan que todo se hará «en función de las condiciones».

En estos momentos, la estación Formigal-Panticosa ofrece 21 kilómetros esquiables, todos ellos pertenecientes a 15 pistas de Formigal. En Cerler, por su parte, hay abiertas once pistas (12 kilómetros esquiables), por los 22 kilómetros de Astún (en 24 pistas). La más floja en ese sentido está siendo la estación de Candanchú, que solo tiene disponibles tres kilómetros repartidos en dos pistas. En cualquier caso, el delegado territorial de la agencia en Aragón, Rafael Requena, avisa que estas previsiones no llegarán hasta el día 5. «Nevar va a nevar, pero el problema es que, de momento, la nieve en el Pirineo está en cotas muy altas», explica Requena, y añade: «Hay esperanza de que la precipitación en forma de nieve alcance cotas más bajas de viernes a domingo».

Y es que la falta de nieve es algo que, aunque todavía puede revertirse, se está dejando notar en pistas como la de Astún, que presenta buen aspecto en sus principales pendientes, pero el horizonte cambia si se mira en sus alrededores. «Al principio de la temporada hubo una nevada, por lo que vino bastante gente. Ahora, seguimos tirando de ella gracias a los cañones, porque llevamos casi un mes en el que no ha caído nada», cuenta a este diario uno de los monitores de dicha estación.

Desde las pistas también reconocen que las temperaturas posteriores a esa primera nevada no han ayudado, ya que, al ser más altas de lo habitual, los cañones no funcionan con la misma efectividad. Sin embargo, esta vez la tesitura podría ser bien distinta, ya que la Aemet advierte de una semana posnavideña muy fría. «El problema de las temporadas de nieve es que tienen una distribución muy heterogénea. En estas últimas semanas, el anticiclón invernal provocó nieblas en el valle del Ebro, pero despejó los Pirineos», asegura Requena, quien afirma que «lo ideal sería que las primeras nevadas llegaran en noviembre, alcanzasen su pico máximo en enero y luego empezasen a descender, pero no es lo habitual».

En ese sentido, Requena pone como ejemplo lo ocurrido este último otoño, el cual define como «espectacularmente lluvioso», solo que «en cotas muy altas y en estado líquido». Con todo, el delegado aragonés de la Aemet subraya que «todavía queda temporada por delante». «Buena seguro que no está siendo, pero puede acabar siendo normal. Lo de ahora ha pasado en cantidad de inviernos», concluye.