Las notas del Himno de la Paz de Pau Casals pusieron el pasado 21 de diciembre el broche ceremonial a la presidencia española del Consejo de la Unión. Un concierto en Madrid al que asistieron los reyes y el grueso del Gobierno (las cuatro vicepresidentas y doce ministros), informa El Periódico de España. Sacan pecho en Moncloa y en ministerio de Exteriores de estos seis meses, en los que se han desbloqueado decenas de dosieres importantes en la UE, desde la inmigración a la energía, pasando por la Inteligencia Artificial o la disciplina fiscal. La oposición critica el escaso fuste político que ha imprimido Pedro Sánchez al semestre, pendiente como estaba de unas elecciones adelantadas, primero, y luego de la negociación con los independentistas catalanes para conseguir los votos necesarios para la investidura. El presidente califica de éxito el semestre, y subraya que se han sacado adelante más de 70 acuerdos complejos, por encima de la media, ha dicho.
«La fuerte crispación política en España y la polarización del debate nacional han afectado: tanto el Gobierno como la oposición han querido trasladar a Europa cuestiones internas: por ejemplo la amnistía y la calidad del Estado de derecho o las cuestiones lingüísticas», opina para este diario Raquel García, investigadora del Real Instituto Elcano. «Al final, afecta a la percepción de socio sólido, fiable y coherente».
Cuando Pedro Sánchez anunció a finales de mayo el adelanto electoral, desde el Gobierno se aseguró que el semestre de presidencia española del Consejo de la UE no se vería perjudicado. España, argumentaban, tenía suficiente músculo para organizar los centenares de eventos requeridos. Y Pedro Sánchez sería capaz de imprimir suficiente impulso político, igual que pudo hacerlo Emmanuel Macron durante su presidencia, que también coincidió con un período electoral.
Las elecciones han trastocado, sin embargo, tanto la agenda como el contenido de algunas de las citas de la presidencia. Se cambió la fecha de la visita del Colegio de Comisarios para que no coincidiera con la campaña. Pedro Sánchez pospuso hasta en dos ocasiones su comparecencia ante el Parlamento Europeo para explicar sus prioridades, primero en julio y luego en septiembre. Y, cuando finalmente acudió, el pasado 13 de diciembre en Estrasburgo, la cita se vio empañada por la sucesión de reproches y enfrentamientos con el presidente del Partido Popular europeo, Manfred Weber, que calcó los argumentos del PP español sobre la situación del Estado de Derecho en España mientras Pedro Sánchez cargaba contra el auge de la ultraderecha.
El ciclo electoral ha ido impregnando cada estadio de la presidencia. De hecho, las negociaciones para conseguir los votos de los independentistas catalanes (Junts y ERC) arrancaron el pasado 17 de agosto con una carta de José Manuel Albares en la que pedía a la UE la modificación del régimen lingüístico para incorporar el uso del catalán, euskera y gallego. Una suerte de carta a sí mismo, pues fue enviada a un Consejo de la UE que estaba presidido precisamente por Pedro Sánchez. Desde entonces, España ha tratado de reivindicar esa inclusión en varias citas del Consejo de Asuntos Generales de la UE.
El presidente del Gobierno llegó a abandonar apresuradamente Bruselas tras la cumbre con los países latinoamericanos UE-Celac del 17 y 18 de julio. En lugar de ofrecer la tradicional comparecencia de prensa ante los periodistas, voló de vuelta a España para participar en un mitin en Donosti de cara a las elecciones generales del 23-J. En otra cumbre en Granada, Sánchez reunió a medio centenar de líderes europeos de la Comunidad Política Europea, a los que agasajó en la Alhambra.
Frenesí legislativo
Fuentes de la organización de la presidencia en Moncloa reconocen que el impacto del adelanto electoral. «A pesar de todos los obstáculos, se ha cerrado de manera brillante y los expedientes [acuerdos entre los 27] más gordos se han sacado adelante», argumentan. Subrayan la tarea técnica, alejada de los focos, de los altos diplomáticos de las representaciones permanentes en Bruselas (Coreper). Ellos seguían trabajando denodadamente para sacar adelante los dosieres abiertos en los «trílogos», grupos de trabajo en la UE para cada una de las propuestas legislativas, integrados por tres miembros (uno de la Comisión, otro del Parlamento y un tercero de la presidencia del Consejo).
Gracias a ello se han acordado reformas de calado: el primer reglamento de Inteligencia Artificial del mundo (tras el chino), el Pacto de Migración y Asilo, la reforma del sistema eléctrico, el inicio de negociaciones de adhesión para Ucrania y Moldavia o las nuevas reglas de deuda y déficit de la UE.
Fuentes diplomáticas destacan también algunos asuntos fuera del radar a los que España ha dado un impulso político especial, como los avances en la ampliación del espacio Schengen a Bulgaria y Rumanía o la Tarjeta Europea de Discapacidad, que garantizarán que las personas con discapacidad puedan desplazarse libremente por la UE.
«Muchos de los acuerdos cerrados tienen que ver con las prioridades españolas de la agenda, en especial con cuestiones del llamado ‘pilar social’ y la defensa de la ciudadanía europea», apunta Raquel García. «Entre otros, el foco en los derechos sociales, la Identidad Digital europea, la regulación para los trabajadores de plataformas digitales, la cumbre tripartita con sindicatos y empresas o el foco en la cohesión territorial».
Impronta española en la presidencia
Desde que entró en vigor el Tratado de Lisboa en 2009, el rol y la capacidad que tiene cada país para dejar su impronta en las presidencias rotatorias del Consejo es limitado.
El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, defiende que España ha dejado huella en la presidencia, en especial en que «América Latina esté en el centro». «La cumbre UE-Celac marcó un antes y un después, porque hace ocho años que no se celebraba, y no se habría celebrado sin la fuerza de España», aseguró el pasado 21 de diciembre en un foro de balance del semestre de presidencia. «El presidente brasileño [Luiz Inácio] Lula da Silva dijo que nunca había visto tanto cariño e interés hacia América Latina por parte de la UE como en esa cumbre».
La cita no consiguió resultados concretos en el principal asunto bilateral, el acuerdo de libre comercio Mercosur, bloqueado por Francia, preocupada por su sector agrícola y ganadero y cuestiones medioambientales. La UE ha comprometido la inversión de 45.000 millones de euros para apoyar la asociación reforzada con América Latina y el Caribe hasta 2027 a través de Global Gateway.
Albares considera que la aprobación del inicio de negociaciones de adhesión con Ucrania y Moldavia y los avances en la de los Balcanes tienen un «impulso claramente español». «Sabíamos que tendríamos que tomar decisión, pero había que marcar el camino», apunta el jefe de la diplomacia española.
Toda presidencia se mide también por lo imprevisto. En el semestre español, ese ha sido el ataque de Hamás a Israel del pasado 7 de octubre, con más de 1.200 muertos, y la represalia israelí contra la Franja de Gaza, que ha dejado ya más de 20.000 fallecidos.
La UE incluyó en las conclusiones de su última cumbre la iniciativa española de celebrar una conferencia de paz en cuanto acabe el conflicto bélico para impulsar la solución de dos Estados, uno palestino junto a Israel. «Pedir el alto el fuego tiene un sello español, e impedir que se frenara la ayuda de la UE a Palestina, como pretendía un comisario, también. Para eso está la presidencia, para demostrar liderazgo», concluye Albares.