Esta es Europa escrita en primera persona…

Solo necesité 50 años para escribir este libro. Medio siglo asistiendo a los grandes acontecimientos, conociendo a mucha gente, preocupándome por Europa… Y es una carta de amor a Europa. Así como también es una carta de un europeo preocupado por el destino del continente que ama.

Un amante de Europa.

Eso es, alguien que piensa que hemos construido la mejor de las Europas que podemos tener y que esta Europa está bajo mucha tensión en estos momentos.

¿Esas tensiones son para usted decepciones, cuentas pendientes? ¿Qué es lo que hoy echa en falta del espíritu europeo?

Los dos leitmotivs de mi vida han sido Europa y la libertad. Cuando empecé a viajar por Europa era muy joven, a principios de los 70, cuando la mayor parte del continente todavía vivía bajo dictaduras, toda Europa del sur. No necesito recordárselo a un español. Luego hemos tenido una historia extraordinaria de libertad y de democracia, además de la implantación de la Unión Europea, donde confluyen ahora muchos estados… Desde 2008 hemos tenido una auténtica cascada de crisis, empezando por la crisis financiera global, que siguió con la crisis de la eurozona. Después surgieron los problemas de Georgia y Crimea. La anexión de esta última por parte de Rusia no fue únicamente una decepción. Se trataba de un llamamiento a mis compañeros y compañeras europeas para levantarse, movilizarse y defender mejor Europa, la mejor Europa que hemos tenido jamás. La mayor parte de nosotros aún queremos esa Europa.

Usted es historiador pero tiene alma de periodista. Llega a España [cuando hacemos esta entrevista] cuando se produce la noticia de que el primer ministro que convocó lo que luego sería el Brexit, David Cameron, acaba de ser nombrado ministro de Asuntos Exteriores de su país. Una noticia que tiene que haberle removido. ¿Cómo ve este episodio tan inglés?

Me parece festivo, para empezar… Gracias por entender que también soy periodista. Llevo ambas chaquetas, la mía es una relación amistosa con la historia y con el periodismo: se trata de una frontera muy tensa. Es verdad que esa noticia inglesa es muy interesante, pero nada es comparable en este momento al instante político en el que se halla inmersa España. Así que aquí, como hace 50 años por toda Europa, en mi pequeño cuaderno estoy tomando notas de lo que pasa, como he hecho toda mi vida. En cuando al señor Cameron… Es una de las situaciones políticas más extrañas que puedo recordar en los últimos años. Hemos superado el Brexit, y de hecho este Gobierno actual está dando pequeños pasos para volver a acercarse a la UE. Cameron nunca fue un euroentusiasta, pero era impensable que fuera él quien nos condujera a la salida de la UE. Era más bien un euroescéptico. Que ahora haya sido nombrado ministro de Asuntos Exteriores es una señal de desesperación por parte del Gobierno británico. Evidencia que este Gobierno está en sus últimos estertores y que el regreso a Europa se iniciará el año próximo, cuando cambie al primer ministro.

Dice en su libro estar enfadado con su país. En ese enfado incluye a Cameron, obviamente. ¿Qué otros enfados hay en ese disgusto?

Sencillamente, Inglaterra no puede abandonar Europa más allá de Picadilly Circus. No puede abandonar Londres, somos y seremos Europa siempre. El nuestro es un país europeo, donde siempre hemos estado y donde siempre estaremos. Es más: el voto del Brexit fue todo menos inevitable. Quizá fue el 35% o el 40% de la población, incluido mi padre, al que incluyo en el libro, la que votó por el Brexit. Contribuyó al fracaso la debilidad de la campaña a favor de permanecer en Europa. Por eso considero responsable a Cameron y a que el líder laborista fuera entonces Jeremy Corbin. Si el Partido Laborista hubiese tenido otro dirigente, seguramente la historia habría sido muy distinta y el Reino Unido estaría en Europa y en la UE. Todavía hay mucho por luchar. Por cierto, es evidente que el Gobierno británico se ha implicado instintivamente en el apoyo a Ucrania en su guerra contra Rusia. Es decir, el Reino Unido sencillamente no ha abandonado Europa. El verdadero capítulo de regreso británico a la UE se vivirá después de las próximas elecciones. Ahora estamos en un intermedio.

Es interesante pensar que un grupo de personas, interesado en acabar con una relación tan potente como la que el Reino Unido tuvo con Europa, decida algo tan grave y tan duradero como desprenderse de un compromiso que parecía consecuencia de la guerra común contra Adolf Hitler.

Uno de los puntos claves que intento transmitir en el libro es que los europeos sabíamos hacía dónde se dirigía la historia. Cayó el Muro de Berlín, se acabó con la Guerra Fría y sin embargo tuvimos el Brexit, y todo ello fue en virtud de actitudes individuales que tuvieron una repercusión inmensa, porque, en efecto, los individuos tienen un peso importantísimo en la historia. En este caso, los populismos que empujaron a la propia disolución de nuestra relación con Europa acabaron produciendo nuestra separación.

En este libro usted aborda todos estos episodios, algunas veces con indudable melancolía personal. Al principio iba a Europa en busca de las huellas de su padre, soldado en la guerra contra el nazismo. Y usted ha ido preguntando por toda Europa, para escribir, como le dije antes, un libro radicalmente personal. ¿Qué le llevó a implicarse tanto humanamente?

Es mi leitmotiv, Europa es mi lucha y es mi vida. Fueron 50 años de mi vida viajando constantemente. Este es un libro sobre la verdadera Europa, la Europa real, la de todos y cada uno de sus países, de sus distintas culturas y de sus diferentes lenguas, gastronomías, maneras de ser de hombres y de mujeres… No es un libro sobre Bruselas o la UE. Y es que ahora tenemos una generación de jóvenes europeos y europeas que han crecido en el mismo espacio común de paz, de relativa libertad, donde pueden estar viajando sin trabas de un lado al otro del continente. Pueden salir el viernes por la mañana y pasar el fin de semana en otra parte de Europa y nadie los para ni les pregunta de dónde vienen o a dónde van. Mi desafío de joven era distinto, ahora todo es diferente y todo es mejor. Contar esto tal como fue y ahora tal como es solo se puede hacer desde la perspectiva de un escritor que, desde joven, está asistiendo a este inmenso flujo humano.

Esta es una historia muy compartida.

Es la de mis amigos de Alemania Oriental, antes de que cayera el Muro de Berlín, y es la historia que sigue, de modo que es la historia del corazón europeo, desde aquello que sintieron los más jóvenes a lo que viven ahora los nuevos jóvenes, los que han nacido cuando Europa ya era la que conocemos.

Ha hecho un libro con personas, desconocidas o nuevas, seres anónimos con los que ha compartido incertidumbres como si fueran todos de la misma patria.

Pensé en la idea de este libro hace mucho tiempo. Lo puede comprobar en mi web, donde están hasta mis más antiguos apuntes relacionados con este largo viaje desde los primeros años 70… Los he tenido que apilar en todas las escaleras de mi casa porque guardé una cantidad ingente de material. En 2015 decidí poner en orden esta memoria, que va desde aquella Yugoslavia hasta esta Ucrania, pasando por la sensación de amenaza que siempre ha habido sobre el porvenir de esta gran idea. Ahora que he pasado por el Retiro, he visto una gran pancarta celebrando aquel gran libro europeo que es El mundo de ayer de Stefan Zweig… Europa se estaba deshaciendo, y se rehizo luego, cuando él escribió esa memoria de lo que estaba pasando.

Y se suicidó sin que aquella Europa de los sueños tuviera lugar.

Por unos años, es cierto, se lo perdió. Murió en 1942. Europa estaba totalmente destruida. Zweig estaba tan desesperado que se suicidó después de acabar ese libro. Lo que yo reclamo ahora no es el fatalismo de Zweig, el impulso que tuvo antes de llegar a sus peores conclusiones, las que lo llevaron a la muerte, sino el optimismo de alguien como mi querido Václav Havel, que creyó, por ejemplo, en la esperanza que salvó a Checoslovaquia, incluso en tiempos de desesperanza, cuando parecía imposible que, siete años después, su país lo proclamara su presidente. Yo creo en ese espíritu.

Por así decirlo, escribe después del pesimismo de Zweig, con el optimismo de Havel y con la conciencia de que no hay paso atrás para Europa…

Estoy de acuerdo. Este libro está ahora presente en 21 ediciones distintas, en toda Europa. He estado viajando en pos de cada una de esas ediciones europeas. Y en cada país observo un caleidoscopio de lo que yo llamo un tapiz de Europa con diferentes gustos. Igual que los tuvo Zweig, pues cada uno de nosotros tiene su propio Zweig europeo, cada uno de cada país… Es el mismo libro, pero cada uno contiene distintas versiones nacionales de la historia. El conjunto explica Europa. Una unidad, desde Roma, en la diversidad, un equilibrio muy difícil que fue posible gracias a la UE, un milagro que se puso a funcionar en medio del escepticismo que ya no existe.

Este libro es también un paseo por la soledad, pues Europa aspira a ser una compañía, pero en muchos momentos ha sido soledad e incomprensión. No es una balsa de aceite. A veces parece una balsa de aceite hirviendo. De hecho, el húngaro Viktor Orbán le ha dicho, tras leerlo, que usted no ha entendido nada. ¿Cómo ve las relaciones de poder que manejan Europa?

Si fuera un camino fácil, habría sido muy aburrido, así que está bien que haya competencia de ideas, como las que expone Orbán, por supuesto, que fue mi alumno en Oxford. De hecho, él es el hombre que ha destrozado la democracia en Hungría. Si pensamos que los valores europeos son solo los de la Ilustración, que están en el artículo dos del Tratado de la Unión Europea, estaríamos equivocados, porque, y me duele decirlo, Orban tiene razón: también hay otros elementos, como la xenofobia, la tradición eclesiástica, el nacionalismo, que son, por así decirlo, valores europeos. Hace poco, un gobierno, el polaco, que tenía los valores que defiende Orbán, antieuropeo, nacionalista, antialemán, retrógrado, reaccionario, fue despojado del poder por quienes defienden los valores europeos que defendemos nosotros. El pueblo polaco lo ha barrido de la forma más bella, votando en cifras masivas. Votaron más jóvenes que mayores y más mujeres que hombres. Es un momento europeo fantástico, que me da razones para sentir la esperanza de que el conjunto de valores europeos en los que creo prevalecerán.

Si Europa fuera una persona, ¿cuáles serían sus características? ¿Sería amiga suya, enemiga, compañera de juegos? ¿Un sueño?

Sería una mujer increíblemente fascinante. Una mujer brillante capaz de una enorme valentía y de llevar a cabo acciones extraordinarias.