Son una de las grandes estrellas en las comidas navideñas y protagonizan uno de los temas típicos de discusión: ¿Son buenos para la salud los langostinos?
Antes de saber la respuesta podemos asegurar como ya estamos en las horas previas a la Nochevieja, muchas familias estarán comprando una buena ración de langostinos para darse una fiesta.
Los langostinos, gambas o camarones (entendido como quisquillas) son un alimento sano y tan rico como bueno, aunque más caros que baratos.
Pero a lo mejor en este artículo encontramos una justificación en la salud para hacer el gasto, al menos de vez en cuando.
Y avisamos desde el principio que utilizaremos la palabra langostinos porque es la especie que más se consume en nuestro país, pero los datos de salud son comunes a todos los de su especie (gambas y camarones), y las cantidades a las que hacemos referencia se pueden traducir a lo que más nos guste.
¿Son buenos para la salud los langostinos?
La realidad es que langostinos, gambas y camarones tienen mucho que ofrecer.
- Son bajos en calorías (alrededor de 100 calorías en 15 langostinos)
- Suponen una buena fuente de proteínas.
- También son extremadamente nutritivos, con más de 20 vitaminas y minerales, incluidos yodo, calcio y magnesio.
- Además, una ración proporciona más del 70% de la dosis de selenio que un adulto debería tomar cada día. Y se trata de un oligoelemento que ayuda a reducir la inflamación y mejora la respuesta inmunológica.
¿Por qué tienen mala fama los langostinos?
Porque pese a todas las bondades señaladas:
- Algunas personas adjudican a este marisco un alto y peligroso contenido de colesterol.
- A otros les preocupa que los langostinos puedan estar contaminados con bacterias o metales pesados frecuentes en el mar.
Y la realidad es que algo tienen. Sobre todo cadmio.
Como explica Manuel Moñino, vicepresidente segundo del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas:
- «El cadmio es un metal pesado que tiene un alto poder cancerígeno y se acumula en el riñón generando problemas renales graves, así como desmineralización ósea».
Pero con la cantidad de langostinos, gambas, camarones o incluso cigalas que puede tomar una persona cada año, «los partidarios de comer langostinos e incluso de chupar sus cabezas, pueden seguir disfrutando».
Otra de las complicaciones es que como los mariscos son uno de los principales alérgenos alimentarios, los langostinos, como el resto, tienen el peligro de que podrían desencadenar una reacción potencialmente mortal en algunas personas. Pero no es nada habitual.
¿Tienen mucho colesterol?
Pues no mucho. Una docena de langostinos tiene menos colesterol que un huevo. Alrededor de 175 mg.
Y podríamos decir que salvo personas especialmente sensibles o que tengan las cifras de colesterol elevadas, esa cantidad puede encajar perfectamente en una dieta saludable.
Y si está cuidando su colesterol, un consejo práctico:
- Es más importante limitar la ingesta de carnes rojas, mantequilla, queso y otros alimentos con alto contenido de grasas saturadas, que dejar de comer camarones.
«Incluso las personas que toman una pastilla para el colesterol (una estatina, por ejemplo) podrían tomar langostinos en cantidades moderadas», dice en un artículo del New York Times la profesora de investigación en nutrición de la Universidad de Tulane, Lydia Bazzano.
Conocer su origen
A diferencia de algunos tipos de pescado como el pez espada o el atún patudo (más grande y parecido al atún rojo, pero mucho menos sano y sabroso), los langostinos son bajos en mercurio, por lo que resultan seguros para las mujeres embarazadas, según la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA).
Pero no están libres de complicaciones.
Existen otros posibles problemas de seguridad en los langostinos, como la contaminación bacteriana, que depende fundamentalmente de cómo y dónde se críen.
Y como no es muy fácil comer unos buenos camarones de Galicia, langostinos de San Lúcar, gambas de Huelva o gambas rojas de Jávea, es fácil que lo que tomemos venga del sudeste asiático, que es un importante exportador de estos mariscos, congelados.
Pero en ese caso intente comprar marcas de confianza.
Y si además tienen un certificado de que han sido “criados” de manera responsable y tienen la garantía de transparencia y trazabilidad, hasta estará colaborando con el medioambiente.
Precaución con los congelados
Estamos hablando de un marisco muy perecedero, es decir, que no aguanta mucho fuera del agua antes de estropearse. Así que o vienen de costas cercanas, o mejor comprarlos congelados.
Porque comprarlos descongelados como si fuesen frescos es una operación de riesgo para la salud. Y los engaños pasan poco, pero pasan.
Eso sí, la prudencia también recomienda descongelarlos bien, tanto por su salubridad como por su sabor. Y lo recomendado es tomárselo con calma y pasarlos del congelador a la nevera.
Es la fórmula mejor para todos los alimentos, porque se consigue una descongelación segura.
Pero si le ha pillado el toro y necesita tenerlos listos en cuestión de minutos, lo mejor siempre es el grifo de agua caliente, y en chorro fino mejor que gordo.
¿Quitarles la vena?
Otra recomendación interesante y en la que muchas personas no han caído, es quietarles las venas antes de cocinarlos.
Los langostinos crudos tienen dos venas visibles, una por abajo a lo largo del vientre de la cola y otra a lo largo de la espalda.
La mayoría de las personas se las comen sin mirar, pero algún especialista recomienda, para los langostinos grandes, quitar la vena que corre a lo largo de la parte posterior de la cola, porque es la que contiene el tracto digestivo.