El tiempo dirá cuál es el recorrido de una futura candidatura de consenso a la RFEF con Mateu Lahoz. Pero que el árbitro valenciano acabe de presidente del fútbol español, una carrera que aún no ha empezado y en la que se sabe que estará tanto él como Salva Gomar, es una posibilidad que se antoja complicada, sobre todo mientras que las estructuras no cambien y el peso de las territoriales siga siendo tan grande.

Eso sí, que profesionales como él estén dentro de los equipos de gobierno o al frente de equipos multidisciplinares tendría que ser del todo innegociable. El de Algímia de Alfara es una enciclopedia del arbitraje, está de sobra preparado y su vitola de haber sido uno de los mejores de la historia debería estar por encima de cuestiones de cualquier otra índole, especialmente las que tienen que ver con rencillas, envidias o prejuicios contra personalidades tan valientes y fuertes como la suya. Entre su torrente de ideas y anécdotas, de Mateu hay que destacar su visión de futuro, su experiencia y conocimiento y particularmente cómo interpreta una herramienta tan fantástica pero a la vez envenenada como es el VAR.

Que en Madrid haya valencianos, además, es un objetivo por el que siempre habrá que pelear, ya sea él, Gomar o quien pueda defender los intereses de los nuestros. Es algo que, salvando las distancias y pese al enconamiento de Rubiales, también hacía un valenciano de adopción como García Cuervo. El exdirector de comunicación de la Federación, cuyo trabajo ha sido encomiable, ha pagado parte de los platos rotos con su despido.

Pero su primera entrevista después del escándalo es bastante clarificadora sobre un asunto que jamás debió ocurrir pero que aun así se ha politizado al extremo. Pocos como él conocen a ‘Rubi’, del que hace un retrato sereno y objetivo apuntando a los verdaderos motivos de su justa salida. Un estilo, desde luego, del que tendrían que alejarse los que aspiren a sucederle.