… de salmones congelados,

de bombillas de colores,

de cuñados disfrazados

y de gambas y de ardores.

Que los niños ya no tragan

con que vienen desde Oriente

a traerles lo que pagan

los sudores de otra frente.

Vanidad, vanidad,

terca vanidad.

Lavadora de conciencias,

terremoto de carteras,

en la tele conferencias

y promesas embusteras.

Alguien canta un villancico

justo al lado del pariente

al que llama cara mico

a su espalda, ¡qué valiente!

Vanidad, vanidad,

terca vanidad.

Santa Claus no va de rojo

y Jesús nació en verano,

el relato está algo cojo,

nos la dan como a un enano.

De manteles con ribetes,

de disputas familiares,

de zambombas y falsetes,

de clavadas en los bares.

Vanidad, vanidad

terca vanidad.

El lucero del abeto

fue abatido desde un caza

que volaba top secreto

por los límites de Gaza.

Los cabellos no son de oro

y la noche no es tan buena,

me parece que eres moro,

¿tú no estabas en la trena?

Vanidad, vanidad,

terca vanidad.

En el brindis con el cava

la mirada se enrojece,

es el año que se acaba:

se germina y se perece.

Y un mendigo en la avenida

lo flipó con los vecinos,

once meses sin comida

y hoy le ofrecen langostinos.

Vanidad, vanidad,

terca vanidad.

Vanidad, vanidad,

terca vanidad.

Vanidad, vanidad,

terca vanidad.

Y próspero Algo Nuevo.