Belgrado está viviendo agitadas jornadas de protestas tras las elecciones legislativas que concedieron la victoria al populista Aleksandar Vucic. Miles de serbios se congregaron el lunes en Belgrado para reclamar la liberación de los manifestantes detenidos la víspera en una marcha convocada para denunciar fraudes en las recientes elecciones legislativas y locales del país balcánico. Rusia, país que goza aún de una gran influencia en la pequeña nación balcánica, ha acusado a Occidente de azuzar y alentar las movilizaciones.
Se trata de la octava noche consecutiva de protestas, que contrariamente a las del domingo se desarrollaron de manera pacífica aunque empezaran con bloqueos de calles de la capital. El presidente serbio, Aleksandar Vucic, denunció que los disturbios del domingo obedecieron a un plan y Rusia acusó a las potencias occidentales de injerencia, sugiriendo que podrían estar detrás del estallido de violencia.
Los comicios del 17 de diciembre dieron la victoria al partido de Vucic (SNS, derecha nacionalista) con un 46,7% de los votos, según la Comisión Electoral. Pero la oposición, que concurrió a las urnas unidas con el eslogan «Serbia contra la violencia» y obtuvo un 23,5% de los votos, denuncia que se cometieron una serie de fraudes.
Los observadores confirman las sospechas
Una informe preliminar de una misión de observadores internacionales confirmó esas sospechas y enumeró casos de «compra de votos» y «relleno de urnas» en varios colegios electorales.
«Es evidente que Occidente, en su totalidad, está intentando desestabilizar la situación en Serbia», ha acusado la portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, Maria Zajárova. «Las tentativas de fuerzas terceras, incluyendo a algunas del exterior, de provocar problemas en Belgrado son evidentes», ha asegurado por su parte el portavoz presidencial ruso, Dmitri Peskov. La UE y en particular Alemania han calificado de «inaceptables» las acusaciones de la parte de un país que aspira a integrarse en la Unión Europea.