Nikola Jokic fue también el cabeza de la mesa navideña en casa el día que venía Stephen Curry de invitado a su casa y sus 1.600 metros de altitud. Los vigentes campeones y los aspirantes a dinastía, los Denver Nuggets, batieron a la última y mejor dinastía de la última década, los Golden State Warriors (120-114), con 26 puntos, 14 rebotes y 8 asistencias del Joker en un partido ciertamente curioso del serbio por los 18 tantos, 2 capturas y 4 asistencias de Curry, desafiado con éxito por Jokic en el perímetro, solitario en un final que evidenció por qué, hoy por hoy, la dinastía de los Warriors está llegando a su fin.

El interior demostró por qué es el mejor jugador del mundo en un apasionante partido siempre igualado. O, si ese honor corresponde a Joel Embiid por ser el MVP reinante, por qué es el más dominante. Sea porque pesaban los turrones o simplemente por que también en el Día de Navidad uno puede tener el día, el serbio apenas convirtió 4/12 en tiros de campo, sólo 6 puntos en la primera parte. Aún así, el balcánico tiene las mil y una maneras de mandar y, sino, las encuentra adaptándose a todo.

Toda la ofuscación en los lanzamientos fue suma perfección en los tiros libres con un 18/18, alcanzando récord personal desde el 4,60. Los verdaderamente buenos son los que también lo son incluso en los días malos.

Sin embargo, en algo tan impresionante como intrigante pues parece que puede expandir todavía más su dominio, Jokic fue la sombra de Stephen Curry en defensa en el mismísimo perímetro. Ahí donde es supone que el serbio es más débil, lejos del aro y ante el mejor triplista de la historia, el pívot se hizo fuerte.

La lógica es que Curry le mangoneara e hiciera lo que quisiera y cuanto quisiera con el balcánico en esa situación pero la realidad es que fue lo opuesto, con Jokic agresivo saliendo a su paso para no permitirle tirar de tres, hasta quedándose con él perímetro. El resultado, Curry -que no anotó un tiro de campo hasta el final del segundo cuarto-, se quedó en un 7/21 en tiros de camp y un 3/13 en triples. Terminando con un llamativo más-menos de -26, el peor de su equipo.

En una imagen que proclamó la victoria de Jokic en ambos lados de la cancha, la incapacidad también de los Warriors de apoyarle en el tramo final, Curry, como paralizado y superado por las circunstancias, acabó lanzando tres triples lejanos -uno dentro y los otros no-, como llamada a la suerte desesperada. No está todavía Draymond Green pero parece que ya no está Klay Thompson, sólo 9 puntos -3/12 en tiros-, y ninguno en el último cuarto.

El banquillo tuvo una respuesta positiva, con 22 puntos de un Andrew Wiggins en su intenso duelo de canadienses ante un fabuloso Jamal Murray -28-, 13 del inquebrantable rookie Brandin Podziemski, 14 de Dario Saric y 13 de un buen Chris Paul. Sin embargo, nadie dio un paso al frente al final mientras Jokic contó con el encomiable esfuerzo y oportuno acierto de incondicionales como Michael Porter Jr. (19) y Aaron Gordon (16).

El partido se desequilibró sólo al final pero el sprint final de Denver fue determinado y vigoroso mientras que Golden State, con Curry dejado de la mano de Dios, se desplomó. Esa pequeña gran diferencia que define a un contendiente al anillo de uno tan cerca de los Nuggets en esta ocasión pero tan lejos de serlo tras sus cinco victorias consecutivas. Todo sea dicho, la mayoría de ellas contra rivales de poca enjundia con la excepción de los Celtics: Nets, dos contra los Blazers y Wizards.

Los Warriors sufren demasiado para ganar y son una carambola en los finales apretados -12-12 en todos los encuentros clutch de esta temporada-, y a veces son muy descuidados con el balón, tantas pérdidas como asistencias (23), por los 25 pases de canasta y las 14 pérdidas de Denver que babea todavía más ante su líder. Se suponía que era torpe y lento en el perímetro pero paró mantuvo a raya a Curry. Se ve que sí, que aunque parezca imposible, Nikola Jokic puede ser aún mejor.

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