Cuando Maayan Sigal-Koren vino a Madrid, cinco de sus familiares cercanos llevaban tres semanas secuestrados por Hamás, y no tenía noticia alguna de ellos. Fue el pasado 26 de octubre, y había llegado a la capital española para pedir ayuda internacional en la liberación de los rehenes de la milicia palestina. Ahora, cuando atiende por videoconferencia a este diario desde su casa de Tel Aviv, tres de sus familiares secuestrados han sido liberados por Hamás: su madre, su tía y su prima. Los otros dos, su tío y su padrastro, están aún en algún lugar desconocido de Gaza, no saben si vivos o muertos.
Sigal-Koren relata cómo fue el día del secuestro, el cautiverio y la liberación, en base a los testimonios recogidos de sus allegados, principalmente de las conversaciones con su madre.
Cuando entraron en el domicilio familiar de Nir Yitzhak, los milicianos de Hamás iban «eufóricos» y disparando, gritando a la gente que salieran de las casas. «Mi tía pensó que los iban a matar a todos. Se dieron un abrazo y trataron de tranquilizarse, y decidieron salir y hacer lo que les dijeran», narra. Los montaron en un coche y los llevaron a Gaza a toda velocidad. Tardaron poco. Nir Yitzhak es una comunidad agrícola (kibutz) israelí a unos pocos kilómetros del muro de separación del sur de la Franja palestina.
Cuando entraron en Gaza, les bajaron del coche y los hicieron bajar «unos cuarenta metros» por una escalera a las entrañas de la tierra. Recorrieron a pie el túnel durante mucho tiempo, unas dos horas. Luego volvieron a subir por una escala muy alta. Clara Marman, la madre de Sigal-Koren, de 63 años, no conseguía subir: «Ella es muy bajita y los escalones estaban muy separados unos de otros». Finalmente, ayudada, terminó de subir.
Llegaron a una vivienda, donde pasarían vigilados los siguientes 59 días. «Mi madre cuenta que escuchaba todo el tiempo los bombardeos, casi siempre por la noche. Eso les impedía dormir. Tenían miedo de que les pudieran bombardear a ellos», dice. Israel ha lanzado miles de bombas por toda la Franja de Gaza, algunas de una tonelada, que pulverizan bloques de viviendas de varios pisos y suelen dejar un cráter en el suelo.
Sigal-Koren limita los detalles que da del secuestro de su madre y del resto de los familiares. Primero, por la seguridad de los que aún están allí: dice que los terroristas de Hamás les amenazaron con hacerles algo si hablaban. Luego, porque oficiales israelíes han hablado con ellos para tratar sobre qué contar y qué no. El ministerio de Exteriores israelí, a través de la Embajada en España, facilita a los periodistas el contacto de familiares de secuestrados por Hamás para promover su causa.
Pedir permiso para todo
Durante el cautiverio, los secuestrados tenían que pedir permiso para todo, y sufrían por su falta de libertad. «Mi madre dice que le contaron muchas cosas que son falsas, una especie de terror psicológico, como que el Gobierno de Israel no les quería sacar».
El pasado 28 de noviembre, tras un alto el fuego gestionado por Catar y Estados Unidos entre Hamás e Israel, las tres mujeres de la familia de Maayan fueron liberadas: su madre Clara; su tía, Gabriela; y su prima, Emilia. «Fue muy emocionante cuando los vimos. Mis hijos estaban muy felices. ¡El mayor abrazó tan fuerte a su abuela! Estuvo dos minutos agarrado sin soltarla».
Emilia, la más joven, 17 años, ha vuelto a sus clases. El primer día, los compañeros le hicieron una celebración de bienvenida. «Habla del tema con sus amigos, pero poco porque sabe que no puede dar información relevante», nos cuenta. Todos están recibiendo ayuda psicológica.
Movilización de familiares
Se mantiene al tanto de la guerra viendo los informativos de televisión. Preguntada por los efectos de los bombardeos israelíes en Gaza, que han provocado al menos 20.000 muertos y 50.000 heridos, Maayan dice que sigue pensando lo que mismo que antes de la guerrra: «Los palestinos de Gaza son cautivos de Hamás. Todos están sufriendo por esos terroristas, a quienes no les importa la vida», opina. «Siempre he creído que la única manera de traer la paz es de manera negociada, pero Hamás tiene que dejar de existir».
En Israel, la movilización de los familiares para exigir al Gobierno de Benjamin Netanyahu que priorice la liberación de sus familiares va ganando impulso, especialmente después de que tres de ellos murieran por disparos de su propio Ejército. El Gobierno se ha reunido con los familiares dos veces, la última fue muy difícil, porque las familias están muy nerviosas, cuenta Sigal-Koren.
«Antes de que mi madre volviera, tenía mucha fe en el Ejército: saben lo que hacen y no van a bombardear a nuestra familia, me decía», explica. «Pero cuando mi madre me dijo que temía que les bombardearan a ellos, empecé a dudar, quizá no lo saben todo. Es necesario que negocien, es la única manera que los saquen vivos. No sabemos de verdad qué está pasando. Hay muchas cosas que no nos dicen», cuenta.
El Foro de Familias de Secuestrados y Desaparecidos de rehenes israelíes en Gaza ha confirmado este mismo viernes la muerte de uno de los retenidos por Hamás, un hombre de 73 años. Se estima que una veintena de rehenes ha fallecido. Quedan 128 retenidos en Gaza, después de que 105 hayan sido entregados a cambio de la excarcelación de 240 presos palestinos. Las negociaciones entre ambas partes para una nueva tregua que incluya la liberación de rehenes están estancadas.