Más de 600 días de guerra a la espalda aportan mucha experiencia a un país. Y no solo sobre ofensivas, contraofensivas, drones y carros de combate: también sobre la moral de la tropa y de la población. A esto último responde el esfuerzo que el gobierno ucraniano está haciendo para que no se cuele más desánimo o tristeza de la cuenta entre los millones de mensajes de felicitación de Navidad que se cruzan entre los soldados en el Donbás y Zaporiya y sus familias país adentro.
El Ministerio de Defensa de Ucrania difunde desde el otoño pasado en televisión y redes sociales el resumen de un prontuario para hablar con un militar destinado en un frente de guerra. La versión abreviada consiste en cinco simples indicaciones que, más que a manuales psicológicos de los que sin duda se desprenden, corresponden al sentido común. El objetivo es no preocupar al soldado, no entristecerlo y, sobre todo, no dar información al enemigo ruso.
Las autoridades militares ucranianas lo titulan «Consejos para Comunicarse con Alguien que está en el Ejército”, y es de apliación en todo tipo de chats, conversaciones y mensajes en redes sociales, servicios telefónicos o conversaciones a distancia.
No dar información
El primero es más una orden que una sugerencia, y es el que tiene más carga militar: “No preguntes por la ubicación exacta de las unidades, ni por su composición o tarea”.
Hay un terrible precedente sobre lo caro que sale desvelar posiciones, y es de esta guerra. Uno de los peores desastres que durante esta guerra han sufrido las tropas rusas, el bombardeo de un edificio convertido en acuartelamiento en Makivka, junto a Donetsk, costó la vida a 89 soldados. Fue en la nochevieja de 2022. Les alcanzaron de lleno los misiles, guiados tras una previa localización de su posición por la artillería ucraniana. La causa: todos estaban usando sus móviles para felicitar el año nuevo a sus familias.
A la norma de no desvelar ubicaciones ni misiones se la complementa con otro consejo, este con carga de profundidad, a medio camino entre mantener el secreto y mantener la moral: “Está de más hablar del tiempo de permanencia en un destino”.
Cuando la guerra se prolonga, en cualquier frente de cualquier color se convierte en asunto principal de las conversaciones el cansancio y las ganas de ser relevado. Es un asunto muy corrosivo para la moral.
No preocupar
Pese al peso de los primeros consejos, de mayor carga táctica, puede que sea el tercero el más importante desde el punto de vista psicológico: “No trates problemas domésticos que no se puedan resolver ahora, y en ningún caso trates de romper una relación (amorosa, se entiende) de forma remota”.
La instrucción recuerda una vieja norma no escrita de comportamiento entre militares españoles desplegados en el exterior. Fue el caso que relataba el pasado 23 de abril la cabo de la Legión María José García Perea en conversación con El Periódico de Cataluña, del grupo Prensa Ibérica, desde el Líbano, donde los cascos azules a menudo pasan noches refugiados en búnkeres subterráneos mientras por arriba se cruzan cohetes y cañonazos Israel y Hizbolá. Ella estaba de misión fuera y, su pareja, también militar, la llamaba desde España. “Nunca me hablaba de problemas domésticos, salvo si ya estaban solucionados”, relataba la cabo.
El pequeño manual ucraniano de buenas prácticas para conversar con un soldado, tan importante en Navidad, acaba con dos orientaciones a aligerar las charlas, hacerlas menos trascendentes y pesadas, y darles un toque de alegría. “Háblale al militar de asuntos cotidianos. No dudes en darle palabras de apoyo”, dice el cuarto consejo. Y el quinto dictamina: “¡Termina la conversación con una nota positiva!”.
Para orientar a los ciudadanos en este campo, y también para atajar casos de baja moral, las fuerzas de defensa de Ucrania han habilitado incluso una línea telefónica de atención a familiares.