Los presupuestos de la Comunidad de Madrid aprobados este viernes incluyen una enmienda presentada por Vox para que se incrementen los controles sobre el consumo de fentanilo en la región. Es una de las 272 enmiendas que presentó el grupo de Rocío de Monasterio y una de las cinco únicas que le aceptó el PP. La propuesta para «evaluar la correcta prescripción y dispensación» de este estupefaciente y para adoptar «medidas de control» para incrementar la seguridad frente a su consumo llega pocos días después de una polémica publicación de Isabel Díaz Ayuso en redes sociales, en la que vinculó unas imágenes de personas adictas al fentanilo en Estados Unidos con la prohibición de fumar en las terrazas que prepara el Ministerio de Sanidad.
Pero la iniciativa no se corresponde con ningún riesgo real en las calles de Madrid, según las autoridades sanitarias y los expertos consultados. «No hay indicios de una fuerte presencia del fentanilo en el mercado ilegal de drogas en España«, apuntan desde la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas. El consumo de esta droga en España se produce por prescripción médica como tratamiento para el dolor, principalmente, oncológico. Se utiliza de forma similar a la morfina, pero su efecto es más potente. Las dosis y el tiempo del tratamiento están, además, perfectamente controlados por las autoridades sanitarias: desde 2021 se aplica un visado (medida de control) a los medicamentos con fentanilo de liberación inmediatas ( todos menos los parches transdérmicos) para asegurar el uso de las indicaciones autorizadas, según el Plan de racionalización de dispensación del fentanilo en hospitales y centros sanitarios.
Sin alijos ni laboratorios en España
El Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones (OEDA) tampoco ha detectado esta sustancia en muestras de consumo o intoxicaciones y la información que manejan las autoridades sanitarias y la Delegación de Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas es que tampoco «hay indicios» que apunten que pueda haber en España «una derivación» de esta sustancia «al mercado ilícito en España a partir de la prescripción». Además, según la información recabada por este diario, el Ministerio del Interior tampoco ha detectado un volumen relevante de tráfico de fentanilo ni «se han identificado laboratorios que sinteticen fentanilo entre nosotros, ni la llegada de grandes alijos«.
«Estamos ante pánicos morales«, explica Claudio Vidal, director de Energy Control, programa pionero de intervención desde la reducción de riesgos en el ámbito de los consumos recreativos de drogas de la Asociación Bienestar y Desarrollo (ABD). «Todos los años hay alguno, y esta vez le ha tocado al fentanilo». Los miedos morales son una figura descrita en sociología que responde a la reacción de un grupo de personas basada en percepciones falsas o exageradas de comportamientos de grupos minoritarios que se supone que representan una amenaza.
El fentanilo, en definitiva, no está en las calles de Madrid como si fuera un opiáceo más como la heroína. Desde el SUMMA 112 corroboran lo que dicen los informes. Explican que cuando atienden urgencias no pueden «conocer el tóxico in situ», salvo que lo indiquen los propios pacientes o sus acompañantes, «y que se aplica el tratamiento según los signos y síntomas del paciente», pero detallan que ellos tampoco han detectado su consumo ni se les ha «advertido de intoxicaciones por fentanilo».
«Sensación de pánico»
«Sabes que ha llegado cuando hay casos de sobredosis y hasta ahora en España no se han detectado casos así», explica Vidal. Añade, además, que la comparativa con Estados Unidos u otros países donde se ha detectado su consumo no tiene sentido a pesar de la «sensación de pánico» que genera lo que ocurre en el mercado americano (también latino). «Las prestaciones sanitarias no tienen nada que ver, tampoco los programas de reducción de daños». Hace unos años saltó la alarma, apunta, pero fue por el consumo relacionado con las dosis prescritas, no poque la sustancia se hubiera introducido en el mercado negro y las calles españolas. De ahí el Plan de racionalización del Ministerio de Sanidad de 2021, en el que ya colaboran todas las comunidades autónomas.
Es la reacción a esos «pánicos morales» lo que lleva a las administraciones y políticos a «actuar de alguna manera» , explica Vidal. Tras las críticas recibidas por vincular la situación de Estados Unidos con el consumo de tabaco en las terrazas, Ayuso matizó sus palabras y explicó que es consciente de que no son cosas comparables, pero exige las mismas medidas «liberticidas» y «exageradas» contra todo tipo de drogas.
Lo que han concluido las autoridades hasta el momento es que en los escasos casos que se han sido admitidas a tratamiento en la red pública de adicciones es que son personas que lo consumen por prescripción por dolor crónico y han desarrollado una dependencia. «La mitad son mujeres, su edad media es superior a la de los consumidores de otras drogas, son personas que mayoritariamente tienen domicilio fijo, que no consumen otras drogas, que no usan la vía inyectada, sin enfermedades infecciosas relacionadas, y que acuden a tratamiento derivados por su médico de familia u hospital. Su perfil, por tanto, no se corresponde en absoluto con el de usuarios de heroína que hayan derivado al uso del fentanilo».
«El mercado de las drogras está cambiando, se está pasando de las tradicionales que provienen de las plantas a las sintéticas», explica Vidal. Es lo mismo que apunta el informe Mundial sobre drogas de la ONU que se presentó el pasado verano, que alerta también de que el número de consumidores de estupefacientes ha crecido un 23% en la última década. La amenaza que puede existir en España, señala el responsable de Energy Control es aún lejana, «pero no tanto por el fentanilo sino por nuevos opioides sintéticos».