El rey Felipe VI ha pronunciado su tradicional mensaje de Nochebuena, en el que ha hecho un balance de la situación del país y de los desafíos que afronta. En su discurso, ha reivindicado la Constitución como «valor democrático», instrumento imprescindible y «lugar de encuentro» de los españoles. Ha apelado a la unidad, al diálogo y al «respeto a todas las instituciones del Estado» para afrontar los retos del futuro. Ha reconocido las dificultades que atraviesa el país y ha elogiado el «comportamiento cívico y solidario de la sociedad».
Para ser más precisos, el monarca ha comenzado su alocución -el décimo desde que asumiera la Jefatura del Estado en 2014- felicitando la Navidad y transmitiendo, junto a su familia, sus mejores deseos para el año que comienza. Ha admitido que son muchas las dificultades económicas y sociales que preocupan a los españoles, como el empleo, la sanidad, la educación, la violencia contra la mujer o el acceso a la vivienda. Sin embargo, ha querido centrar su mensaje en la Constitución y en España, dos asuntos que ha considerado esenciales para el desarrollo de la vida colectiva: «Durante estos años de vida democrática, la Constitución, que la Princesa de Asturias juró el pasado 31 de octubre, ha estado presente ininterrumpidamente en nuestras vidas. Y es, sin duda, el mejor ejemplo de la unión y convivencia entre españoles».
En este sentido, ha afirmado que la Constitución es el marco de convivencia que permite asegurar el modelo de vida, la forma de vivir y de entender la vida de los españoles. Ha enumerado algunos de los derechos y libertades que la Constitución ampara, garantiza y protege, como «expresarse libremente», recibir una educación, tener un empleo, protegerse de la enfermedad, acceder a una vivienda, formar una familia, contar con ayuda social o disponer de un retiro digno. «No podemos olvidar que uno de nuestros grandes activos en democracia es, precisamente, esa convivencia basada en sentimientos compartidos y en la búsqueda común del bienestar y la prosperidad de todos», ha insistido.
Asimismo, ha reivindicado la Constitución no solo como valor democrático de presente y de futuro, sino también como instrumento y garantía imprescindible para que la vida de los españoles pueda seguir discurriendo con confianza, estabilidad y certidumbre. Ha señalado que la Constitución permite que cada uno pueda ver razonablemente satisfechas sus legítimas expectativas, ambiciones, proyectos y necesidades.
Ha subrayado que para que la Constitución desarrolle plenamente su cometido se requiere que la respetemos, que conservemos su identidad, lo que la define, lo que significa; su razón de ser como pacto colectivo de todos y entre todos para un propósito compartido. Ha insistido en que preservemos su integridad como lugar de reconocimiento mutuo, de aceptación y encuentro aprobado por todos los españoles, como legítimos titulares que son de la soberanía nacional. «La democracia también requiere unos consensos básicos y amplios sobre los principios que hemos compartido y que nos unen desde hace varias generaciones. Y esa unión, que tiene profundas raíces históricas y culturales, debe descansar sobre todo en los valores que rigen toda convivencia democrática: la libertad, la justicia, la igualdad, el pluralismo político», ha defendido.
De esta manera, ha advertido de que fuera del respeto a la Constitución «no hay democracia ni convivencia posibles»; no hay libertades sino imposición; no hay ley, sino arbitrariedad. Ha afirmado que fuera de la Constitución no hay una España en paz y libertad. Y ha añadido que junto a la Constitución, España. Así, ha repasado la historia reciente de España, desde que hace casi medio siglo los españoles iniciaron un nuevo camino juntos, democráticamente, en un proyecto común. Ha destacado que aprobaron una visión compartida de España que reconoce el derecho de todos a sentirse y a ser respetados en su propia personalidad y en su cultura; con sus lenguas, tradiciones e instituciones.
Gracias a la Constitución conseguimos superar la división, que ha sido la causa de muchos errores en nuestra historia; que abrió heridas, fracturó afectos y distanció a las personas. Superar esa división, por tanto, fue nuestro principal acierto hace ya casi cinco décadas. Por eso, evitar que nunca el germen de la discordia se instale entre nosotros es un deber moral que tenemos todos. Porque no nos lo podemos permitir.
España es una sociedad fuerte
Por otra parte, también ha elogiado a España como una «sociedad fuerte», que ha demostrado muchas veces los valores que forjan su sentido como comunidad política: la «solidaridad» con quienes han sufrido la adversidad; el «comportamiento cívico ejemplar» en superación de la COVID; el coraje, la «dignidad y los principios frente al terrorismo»; y la expresión y defensa de los valores constitucionales cuando estos han estado en cuestión o se han puesto en riesgo.
Ha resaltado que todo ello lo han hecho los españoles juntos y de acuerdo con el marco constitucional, decidido por todos. Ha atribuido los éxitos y progresos de España en la historia reciente a la unidad del país, basada en sus valores democráticos y en la cohesión, en los vínculos sólidos del Estado con sus Comunidades Autónomas y en la solidaridad entre todas ellas. Ha mencionado también la apertura al exterior con una profunda vocación iberoamericana y europea.
Ha recordado que España ha presidido el Consejo de la UE durante el último semestre, en el que se ha reforzado la unidad de Europa. Ha expresado su confianza en que la «unidad» será también la clave para que España pueda afrontar con éxito los serios y complejos «retos» de futuro.
Por último, ha concluido su discurso haciendo un llamamiento a todas las instituciones del Estado para que actúen con la «mayor responsabilidad» y procuren siempre los «intereses generales de todos los españoles» con lealtad a la Constitución. Ha pedido que cada institución, comenzando por el rey, se sitúe en el lugar que constitucionalmente le corresponde, ejerza las funciones que le estén atribuidas y cumpla con las obligaciones y deberes que la Constitución le señala. Ha solicitado que respeten también a las demás instituciones en el ejercicio de sus propias competencias y contribuyan mutuamente a su fortalecimiento.
«Deberíamos tomar mayor conciencia del gran país que tenemos, para así sentirlo más y cuidarlo entre todos. Así podremos cumplir mejor con la obligación de la que hablé hace unas semanas en las Cortes: la de garantizar a las jóvenes generaciones el legado de una España unida, cohesionada, con voluntad de entendimiento, y sólida en sus convicciones democráticas, cívicas y morales; el legado de una España respetada, de una Nación querida, en la que puedan continuar desarrollando sus vidas de manera libre, de manera segura en un entorno de estabilidad y confianza», ha sentenciado.