Era su primer viaje al extranjero como sherpa del jefe del Ejecutivo. Es decir, como su «guía o porteador en una expedición», según el Diccionario de la Real Academia. De hecho, el nuevo súper secretario había hecho ambas cosas, al menos con el discurso, que era la clave de la jornada.
De nueva creación en Moncloa, este departamento es el más grande dentro de la estructura inmediata al presidente, «tanto en mandato como en recursos humanos». Es casi igual de grande que las otras tres direcciones generales juntas: la de Internacional, la de Economía y la de Planificación política.
Según fuentes del entorno de Sánchez, esto quiere decir que, a pesar de su corta edad (37 años), Rubio es el poder en alza en la casa. Oficialmente, es secretario general, pero tiene rango de subsecretario (tercer escalón de la Administración).
Este historiador, licenciado en la Autónoma de Barcelona con el mejor expediente académico del país, lo que le valió el Premio Nacional de Excelencia Académica, controla ahora tres direcciones generales.
Bajo su mando estarán el Departamento de Políticas Públicas, «que apoya el diseño y evaluación» del trabajo de todos los ministerios, y «fomenta su coordinación»; el de Asuntos Europeos, que asesora a Sánchez «en los asuntos relacionados con la UE y las relaciones bilaterales con los Estados miembros»; además del que ya dirigía desde 2020, el de Prospectiva Estratégica.
Continuidad y nueva estructura
Cuando se conocieron los nombres de los 22 ministros del nuevo Gobierno de coalición, el pasado 20 de noviembre, este periódico publicó una verdad: que Sánchez afrontaba una frágil XV Legislatura «con un equipo económico provisional y sin revulsivos políticos». Es decir, con Nadia Calviño en rampa de salida a la presidencia del Banco Europeo de Inversiones (BEI) y con una colección de ministros o continuista o sin discurso propio.
Pero en Moncloa, en su equipo más cercano, el presidente sí ha hecho una revolución. Si el Ministerio de Economía se va a descabezar con el inicio de enero, quien coordina esas políticas en Presidencia, Manuel de la Rocha, ha sido elevado al rango de secretario de Estado, aunque su cargo siga teniendo el mismo nombre de director de la Oficina de Asuntos Económicos y G-20.
Y si se dice que el aparato de Presidencia es «elefantiásico» y que reproduce alrededor del líder una especie de gobierno en pequeñito, como si de la Casa Blanca se tratara, «nada más lejos de eso». Así lo explican fuentes de Moncloa, alegando que, de hecho, se han «eliminado redundancias y se ha rebajado un poco el número de estructuras».
Porque España no es un país tan enorme como EEUU, donde las legislaciones son más diversas entre los estados que entre los diferentes países de la UE. Lo que sí ha construido Sánchez en el complejo monclovita es un equipo de máxima confianza que, «al estilo anglosajón», trabaja por darle «una visión global de los temas».
Los dos primeros mandatos que ha recibido Rubio con la cartera son asesorar al presidente del Gobierno en el diseño e implementación de políticas públicas nacionales y europeas y fomentar la coordinación entre ministerios para garantizar la coherencia integral entre ellos.
Según un alto cargo de Presidencia, «ahí entra todo. Y ése es el objetivo: que a través de la secretaría de Rubio, el presidente tenga una visión 360 del país y del Ejecutivo».
Quién es Diego Rubio
A Diego Rubio le mueven, según explicó él mismo a EL ESPAÑOL, dos cosas: la vocación de servicio público y la constatación, como académico (doctorado por la Universidad de Oxford), de que los gobiernos no aprovechan lo suficiente el conocimiento científico a la hora de tomar decisiones. Por eso aceptó, hace ahora casi cuatro años, dejar su puesto como director del Centro para la Gobernanza del Cambio de IE University para trabajar en la Moncloa.
Tras licenciarse en Historia con el mejor expediente de España en 2011, completó su formación en la Sorbona de París, con un máster en la École Normale Supérieure, y fue becario invitado en la Universidad Columbia de Nueva York. Después, hizo el doctorado en Oxford y, con sólo 29 años, ya era profesor e investigador en esta Universidad británica, donde permaneció dos años.
En 2017, comenzó a dar clases de Historia Aplicada y Gobierno en la IE University, donde se introdujo en la disciplina de la prospectiva, creando y dirigiendo el Centro para la Gobernanza del Cambio. Antes de ser reclutado por Sánchez para trabajar en Moncloa, en 2020, ya había ejercido de asesor para organismos internacionales como la Secretaría General Iberoamericana, la Comisión Europea y Naciones Unidas.
En mayo de 2021, menos de año y medio después de comenzar sus trabajos, Rubio publicó su informe España 2050, en el que analizaba «de manera sistemática la evidencia empírica disponible para identificar los posibles retos y oportunidades demográficos, económicos, geopolíticos, medioambientales, sociales o educativos» del país en el medio y largo plazo, para ayudar a los sucesivos gobiernos «a prepararse para ellos».
Ahora, triplica sus cometidos para «engrasar la maquinaria». El Gobierno de coalición se demostró con disfunciones en la pasada legislatura, con ministros que llegaban a pelear más por ser quienes dieran la rueda de prensa después del Consejo que por lograr que sus leyes salieran adelante. «Las grandes policies son cosa de Moncloa, pero el 90% del trabajo es ministerial», ha remarcado a sus equipos, con el mandato de ser consultores proactivos.
Algunos de los que llevan estos años trabajando bajo su mando en Moncloa señalan que hay un lema de la Grecia clásica que le fascina y que trata de seguir a rajatabla: aureas mediocritas, es decir, la «maravilla de ser mediocre».
Porque «entre tener visibilidad o poder, él siempre elige lo segundo». Según explica, buscar el foco es pura vanidad, pero el poder, bien usado, «puede servir para que el país vaya en la dirección correcta».
Rubio es un historiador de provincias, candidato pues a ratón de biblioteca, serio y silencioso. Pero es una persona afable, de trato llano y hasta bromista, tal como explican otras fuentes de Presidencia. «De un optimismo casi friki«, apuntan, «defiende que si España no se perdiera en peleas internas, pasaría a la historia como uno de los grandes, un país acojonante, dice, mejor de lo que nos pensamos».
Ahora, afronta el reto de que la máxima apuesta de Pedro Sánchez desde que llegó a Moncloa, la internacionalización de España, como un socio y aliado con peso en la UE y la OTAN, se convierta en una «nueva realidad».
El plan que ha transmitido a las tres direcciones generales que responden ante él es «unir la política doméstica con la europea», por un lado, «y la política de corto con la de largo plazo». Para Rubio, «éstas cosas son caras de una misma moneda que no hablan lo suficiente entre sí». Y ahora le han encargado «que las ponga a conversar en un mismo espacio».
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