Todo es posible. Este hombre pisó por vez primera un escenario en un fin de curso de bachilleres, a principios de los años setenta del siglo pasado. Ahí empezó, entre bastidores y temores. Pero abrió el telón que le distanciaba del espectador. Y se atrevió a mirar de frente al público. Trabajó de marmolista. Dejó la lija y el escarpe y se marchó a Barcelona para aprender interpretación y formas de transmitir a las personas cosas con gestos y movimientos del cuerpo. Siempre tuvo vocación por la escena, por el teatro, y posee una voz capaz de despertar sonrisas, lágrimas y aplausos. Y llegó a ser actor: en grandes y en pequeños escenarios, en el cine, en series de televisión, en el doblaje y en cualquier sitio durante más de 40 años. La ilusión y el esfuerzo casi siempre tienen recompensa.