Este pasado 21 de diciembre tuvimos que lamentar la muerte de dos de nuestros militares, mientras realizaban unas maniobras militares de tareas básicas en el embalse de Ovejo, en Sierra Morena. Se advirtió de su desaparición y, horas después, aparecieron sus cuerpos muertos. Una desgracia y una triste noticia por la que mandamos nuestras condolencias a su familia.
Es, sin lugar a dudas, un caso muy complicado, ya que hay ciertas complejidades que lo rodean. Es por lo que le preguntamos a Nacho Abad, en Fin de Semana. El periodista y criminólogo aseguraba que, frente a este caso y otro que tenía que comentar, estaba «bastante irritado y con algo de ira».
Él mismo contaba que las maniobras en las que murieron estos dos miembros del Ejército comenzaron sobre las 6 o 7 de la mañana, y que el ejercicio por el que murieron consistía en uno de flotabilidad. Es decir, cruzar el pantano y que floten con todo el material. Lo hicieron en un pantano de 9 o 10 metros de profundidad, con aguas turbias y de noche, por lo que el rescate fue todavía más complicado.
El caso que más ha irritado a Nacho Abad
En referencia a este mismo caso, Nacho Abad aseguraba que las causas de la muerte están por determinar porque, en este ejercicio, debían tener una «línea de vida», es decir, una cuerda sujetada por arneses que impidieran que los efectivos se hundieran. Sea como sea, se dice, por un lado, que esa cuerda no existió en este ejercicio o, por otro lado, que se rompió.
Cuando están en el pantano, según contaba Nacho Abad, se comenzaron a escuchar gritos de «me ahogo», mientras que las secciones se lanzaron al agua para intentar rescatarlos. Contaba el periodista que no había ambulancia y que tuvieron que ser derivados al hospital. En ese momento, se dieron cuenta de que faltaban dos personas, a las que siguieron buscando.
A uno de ellos, lo encontraron en el fondo. Según la versión del Ministerio de Defensa, se trató de un accidente.
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El otro caso que ha indignado al periodista
Nos vamos ahora a analizar otro caso que ocurrió también durante otras maniobras militares. Fue en Alicante, en un ejercicio de tiro. Ahora sabemos que el Supremo ha «conseguido» que, a quien apretó el gatillo, le condenen con seis años de prisión, y a otros que estaban absueltos, los condenen.
Decía Nacho Abad que, cuando lees la sentencia, «te das cuenta de las barbaridades». Contaba que a Alejandro, el militar que murió en un ejercicio de fuego real, le pegaron un tiro. Cuando llamaron a la ambulancia, lo único que tenía era un conductor. Según explicaba el periodista y criminólogo, «fue un disparo directo, el jefe de ese operativo disparó 7 tiros y uno le entró por el pecho».
Aseguraba también que los chalecos que utilizaban antifragmentos estaban caducados. Además, «se colocan placas balísticas que salvan la vida. Según todos los legionarios interrogados nunca habían sido usadas, a la hora en la que Alejandro se desangraba estaban en un almacén, después de su fallecimiento se han empezado a usar, me parece algo muy grave» explicaba.
Dice que, en su opinión, no se trata sin más de un accidente, sino de un posible «homicidio doloso con dolo eventual».
«El capitán Cabello, máximo responsable del ejercicio, le pidió a los legionarios ese día que mintieran a la Guardia Civil. Y el sargento presionó a los testigos para que trasladasen el lugar cinco metros más allá para que no lo encontraran, en el escenario del crimen mintieron. Que digan que es un accidente, vamos a verlo» sentenciaba.