Alexandra Henrion Caude acaba de publicar su libro Los aprendices de brujo, subtitulado Todo lo que se nos oculta sobre el ARN mensajero (Esfera de los Libros, 2023). Se doctoró en genética en 1997 por la Universidad de Paris, directora de Investigación del Instituto Nacional de la Salud francés y, como investigadora, reveló la existencia de los ARN Mito-miR, que regulan la función celular. O sea, poca broma. Un paseo fascinante por su libro, de mera información divulgativa, nos da la impresión de que la evidencia científica que tanto se propala desde la esfera política, es un camelo. Vamos allá con algunas de las revelaciones de la doctora Henrion.
Recuerda que para que una vacuna sea comercializable hacen falta diez años en tres fases (evaluando la toxicidad, luego la eficacia, y finalmente el balance riesgo-beneficio). Informa la doctora Henrion, a pesar de que hay muchas disculpas acerca de que el SARS ya estaba previamente estudiado en parte para estas vacunas: «La vacuna salió al mercado y se inyectó a diestro y siniestro sin haber terminado la fase 3». La fase 3 en niños tendría que haber terminado el 12 de noviembre de 2023 para Moderna y el 24 de mayo de 2024 para Pfizer, y mientras tanto, el 70 por cien de la población mundial ya estaba vacunada. Además, no se había llevado a cabo ningún estudio de seguridad farmacológico: «Aún peor que esto es que tampoco se completó el más mínimo estudio sobre carcinogenicidad ¿Qué es eso? Casi nada, la propensión del medicamento candidato a provocar cáncer. Seguimos: tampoco hubo estudio de genotoxicidad a pesar de estar frente a un producto genético. Finalmente, tampoco tenemos el más mínimo estudio de interacción con otros medicamentos. Y es que nadie toma medicamentos ¿verdad?».
Si entramos en la crematística —tema menor— los costos de la vacuna Pfizer-BioNTech han sido de 0,88 dólares unidad y los de Moderna de 2,29 dólares, y los precios de venta a los estados 19,50 euros y 21,50 euros, respectivamente, según estudios de la revista Vaccine y otros posteriores.
Una vez explicada la molécula ARNm en formato divulgativo, porque las cosas siempre se deben explicar, la doctora Henrion hace un recorrido desde el descubrimiento del ARNm en los años 60 hasta la primera inyección en un ser vivo, un sapo, conseguida por Robert Malone, en 1989, para producir una determinada proteína. Un año después se inyectó a un músculo de ratón. Y una década después se usó en el humano. En el año 2000 se quiso curar el cáncer de próstata con una vacuna ARNm y tras 15 años ha sido un fracaso. En 2005 se intentó con el cáncer de piel, y fracaso. En 2009 se quiso curar con ARNm el cáncer de pulmón y, hasta hoy día, otro fracaso. En 2009 también se quiso curar el VIH, y también fracaso. En 2013 quiso curarse la rabia, y tuvo efectos secundarios graves. En 2013 se quiso curar con ARNm el cáncer cerebral y de médula, y otro fracaso. A finales de 2015 inmunidad frente a la gripe aviar, con graves efectos secundarios y eficacia indemostrada. En 2016 se quiso curar con ARNm la insuficiencia cardiaca, y AstraZeneca abandonó el estudio en 2022. Y sigue la larga lista de fracasos.
Concluye la doctora Henrion: «En 2021, momento en el que se lanzan las campañas de vacunación contra el Covid, tenemos a nuestras espaldas más de veinte años de investigaciones sobre el ARNm y 70 ensayos clínicos sobre las vacunas ARNm contabilizados en la página oficial de ClinicalTrial.gov. De estos 70 ensayos, 17 estudiaron diferentes enfermedades, sin que ninguno pasase la fase 2. Después llegó el Covid y, de golpe, tenemos 53 ensayos que intentan erradicarlo. Y ahí, en Pfizer y Moderna, se pasa de la fase 1 a la fase 2 y, posteriormente, a la 3 en un abrir y cerrar de ojos». Nos han repetido hasta la saciedad que las vacunas ARNm eran conocidas hace tiempo, dice Henrion: «Pero es mentira».
En 2021 el Centro de Control de Enfermedades de EEUU cambia la definición de «vacuna», hablando de protección, no de inmunidad. Frente a la vacuna tradicional, inmediata, la de ARNm tarda 15 días en hacer efecto. Las células son reprogramadas obligatoriamente. Se produce la proteína Spike para que el organismo luche contra ella, pero no se ha tenido en cuenta, por primera vez en la historia de las vacunas, lo peligrosa que puede ser la Spike en el organismo, porque no se ha estudiado tal extremo. No está descartado que el cuerpo abra la puerta a la autoinmunidad, lo cual se ha sospechado al encontrar la Spike en las paredes del miocardio. Un estudio de 2020 publicado en Nature Neuroscience vio que la Spike es invasiva incluyendo el cerebro. También provoca coágulos en los vasos sanguíneos, y despierta en secuencias de virus el desencadenamiento de cáncer, esquizofrenia, poliartritis y diabetes.
La cacareada desaparición rápida del ARNm de nuestro organismo, también falsa. Otro tema, el deterioro de las vacunas frente al calor y la luz, un 5 por cien, «pero el problema es que ese 5 por ciento de ARN degradado es un poco como un bistec en el que el 5 por cien de la carne está estropeado». Tampoco se sabe cuánto vive ese ARNm en nuestro cuerpo. Se hablaba de una semivida de tres horas, que subió con el ARNm sintético a 10 o 15 horas, pero con el código genético modificado ha superado ampliamente los 4 días, lo cual, además «se descubrió por azar».
El producto lipídico que sirve de vehículo a las vacunas, mataba al 80 por ciento de los ratones en los momentos iniciales, hasta que se moduló la dosis, aunque sin estudiarse el efecto sobre el organismo humano, descubriéndose en febrero de 2021, en plena campaña de vacunación masiva, que esas nanopartículas lipídicas son altamente inflamatorias.
La información de los efectos secundarios de la vacuna Pfizer, más de mil y muchos de ellos muy graves, se confirmó en los contratos de venta a los países, de lo que querían las compañías farmacéuticas informar 75 años después, hasta que un juez norteamericano obligó a hacer pública la información, y ya se conoce, y es una lista aterradora, habiéndose ocultado en consentimientos informados habituales en todo el mundo. La Unión Europea ha reconocido hace muy poco que se han dado 12.000 casos de muerte tras la inyección vacunal. En fin, la evidencia científica, absolutamente inexistente si los datos son tramposos o se ocultan, es la palabra en boca de los políticos, desde una alcaldesa a un presidente del gobierno con su tesis doctoral plagiada, «evidencia científica» dicen, y, detrás, corre al rebaño a vacunarse.
La impresión sobre la ciencia es la de que los humanos son capaces de dirigir sus vidas con lo que dice una novela comprada en un aeropuerto. Y la doctora Henrion avisa: «La historia nos ha enseñado que, siendo investigador o médico, cabe la posibilidad de que, cualquier día, una corte penal internacional nos pida rendir cuentas». Y no hemos hecho sino empezar a analizar en medio mundo qué ha pasado. Un libro esclarecedor y epónimo.