La Asturias de la crisis de natalidad se salva a base de inmigración. Contra la penuria de sus mínimos históricos de nacimientos, la región opuso el año pasado la ganancia más alta de la que hay constancia por los intercambios migratorios. En 2022, en el saldo de las entradas y las salidas de población le sale al Principado un beneficio de 10.163 habitantes, más que nunca en este siglo y por encima incluso de los niveles más altos de los que hay constancia, los 9.000 de 2008, el año que marca la entrada en la penuria de la crisis económica. Así se cocina el ascenso que el censo asturiano experimentó en 2022, y en el que un decrecimiento de más de 9.000 residentes por la resta entre los alumbramientos escasos y las muertes disparadas se compensa con los más de 10.000 vecinos ganados en el cruce de entradas y salidas. Se consolida también una ruta demográfica peculiar, en la que se combina la segunda pérdida más alta de la historia por la distancia entre nacidos y fallecidos con la ganancia más alta por las migraciones.
El dato de 2022, recién actualizado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), dice que Asturias gana en la refriega migratoria dentro de un contexto nacional de repunte generalizado y en un ejercicio en el que España acumula el saldo con el exterior más abultado en diez años (727.005 personas). También que gana mucho para lo que ha sido su tendencia, pero no tanto en comparación con el resto del mapa. En una tasa calculada en relación a la población total, los 10.163 nuevos residentes son lo mejor que el Principado ha conocido en este siglo, pero también 10,1 vecinos más por cada mil habitantes, un nivel que no llega al 15 de la media nacional y que únicamente empeoran tres autonomías, Extremadura, Galicia y País Vasco.
A la luz de la estadística, se ve además que la emigración no resta residentes en ninguna comunidad autónoma y que, en Asturias, el músculo inmigrante viene sobre todo de fuera de España. Si el saldo total de 2022 se descompone, se comprobará que menos de un diez por ciento de los 10.163 habitantes de la ganancia migratoria asturiana –1.034– proceden de los intercambios con el resto de las comunidades autónomas y el grueso –9.129–, de los movimientos con el exterior. Según el INE, Asturias recibió el año pasado a 13.467 inmigrantes procedentes del extranjero, casi el doble que en 2021, y despidió a 4.338 emigrantes, cerca de 2.000 menos.
Casi la mitad (6.390) venían de Sudamérica, y fundamentalmente de Colombia (2.452) y Venezuela (1.431). En las procedencias europeas, ninguna supera los 903 registrados desde Ucrania. En los movimientos dentro de España, a Asturias llegaron 11.020 personas de otras comunidades autónomas y se le fueron 9.986. En comparación con el precedente más inmediato, son 1.128 llegadas más y 224 salidas menos y la evolución refrenda un comportamiento positivo de los saldos que da pie a una pertinente disección por nacionalidad.
Esta estructura demográfica marcada por la natalidad en retroceso y la migración al alza podría invitar a pensar en una región que camina hacia un incremento de su cuota foránea, pero tal vez no tan deprisa como cabría imaginar: los últimos saldos migratorios favorables añaden al censo 5.746 nuevos habitantes nacidos en el extranjero, pero también 4.417 españoles y la diferencia no es tan abultada porque en las llegadas desde otros países hay 1.030 nacidos en España que cabría catalogar como posibles retornos, y en las salidas hay una significativamente abultada mayoría de extranjeros, porque sólo uno de cada tres de los que abandonaron Asturias en 2022 son españoles de cuna (1.070 de 4.338). Se ve pues que también hay a la inversa unos cuantos regresos o partidas de extranjeros que contribuyen a no desequilibrar del todo los recuentos.
La estadística detecta igualmente un leve repunte de los movimientos de residencia intermunicipal en el interior de Asturias, con 14.962 vecinos que a final de año habían cambiado de concejo y una diferencia de doscientos más con respecto al mismo guarismo de 2021. En el descenso al detalle municipal, también se percibe la mejoría en la constatación de que sólo 16 de los 78 concejos cerraron 2022 con el saldo migratorio en negativo. Más de la mitad, nueve, están en el occidente –Cangas del Narcea, Degaña, Ibias, Illano, Navia, Somiedo, Taramundi, Tineo y Villayón–, y se añaden Caravia y Ribadesella en el oriente, Laviana, Lena y Riosa en las cuencas y en el resto del centro Quirós y Sariego.
Mientras se refuerza el peso de las migraciones, por lo demás, sufre la otra pata de la demografía, la de los nacimientos y las defunciones. Ese mismo año 2022 se cerró con un récord negativo de nacimientos (4.744) que seguramente se rebajará aún más este año. Los apenas 3.800 registrados hasta octubre, según el recuento que ayer también actualizó el INE, marcan un significativo descenso del 3,2 por ciento respecto a la cifra, ya muy baja, del mismo periodo de 2022. Es el quinto peor dato de España y rebasa en más de un punto la media de caída nacional del dos.