Una semana después de consumarse el relevo en el poder de Polonia, el bloque europeísta del primer ministro Donald Tusk ya ha vivido un duro encontronazo con las fuerzas ultraconservadoras que durante ocho años ocuparon el poder y en especial con el presidente, Andrzej Duda, originario de esas filas. El motivo ha sido el primer paso dado por Tusk para desmantelar el paisaje mediático, controlado por el ahora opositor partido Ley y Justicia (PiS), cesando a las cúpulas de la televisión pública TVP, de la agencia de noticias PAP y de la radio estatal RP.
A esa decisión, ejecutada el miércoles por el Ministerio de Cultura, siguió una concentración simbólica en formato solidario ante la sede de la TVP por diputados del PiS, entre ellos, el líder del partido, Jaroslaw Kaczynski. Algunos de los concentrados pasaron la noche en las instalaciones. Más grave para los planes de Tusk fueron las acusaciones vertidas por Duda al nuevo Gobierno de «violar la Constitución» y llevar el paisaje mediático a la «anarquía«.
Es solo un aperitivo de los obstáculos con los que previsiblemente se topará el actual primer ministro en su propósito de reconducir a Polonia a la senda de las estructuras democráticas, plasmado en el plan de los 100 puntos con que fue investido en el Parlamento (Sejm). No se trata solo de un objetivo abstracto, sino que de este dependen también el desbloqueo de los fondos de recuperación pospandemia que desde hace años mantiene retenidos Bruselas. Tusk, líder de la liberal Plataforma Cívica (PO), logró el relevo en el poder respaldado por otras dos alianzas de signo europeísta, la Tercera Vía y la izquierdista Lewica.
La compleja cohabitación entre rivales
La reestructuración de los medios de comunicación públicos, convertidos por el PiS en plataformas a su servicio, es uno de los puntos prioritarios, como lo es la revocación de la reforma del poder judicial impulsada bajo el liderazgo del partido de Kaczynski. El nuevo Ejecutivo ha empezado ya a trabajar en ese objetivo, otro punto clave en confrontación continua con la Comisión Europea (CE) que marcó la etapa de dominio del PiS. La reforma de los ultraconservadores vulneraba el principio de la independencia del poder judicial, según Bruselas.
Tusk tardó dos meses en lograr que prosperase su investidura, ya que Duda encargó en primer lugar la formación del nuevo Gobierno al entonces primer ministro, Mateusz Morawiecki, del PiS. El presidente argumentó para ello que el PiS fue la fuerza más votada, pese a que estaba claro que sería un intento fallido por no tener ni la mayoría ni los aliados que necesitaba.
El bloque de Tusk tiene una mayoría sólida de 248 escaños del total de 460 del Sejm, cuya presidencia ejerce Szymon Holownia, líder de una de las formaciones de la centrista Tercera Vía, su principal aliado. Pero ni siquiera esta situación le garantiza que pueda llevar adelante todos sus propósitos: compete a Duda refrendar y firmar la mayoría de las leyes emanadas del Parlamento. El presidente Duda llegó al cargo en 2015 como candidato del PiS, aunque formalmente dejó la militancia al asumir la jefatura del Estado. Las próximas elecciones presidenciales están previstas para 2025. Hasta entonces, como mínimo, a Tusk le corresponderá la difícil de tarea de cohabitar con Duda.
Cómo limpiar un aparato mediático
Tusk dejó claro su propósito de «limpieza» del panorama mediático público. Además del cese de las cúpulas de la radiotelevisión y la agencia de noticias consideradas «serviles» al PiS, el primer ministro liberal ha anunciado que no habrá partida presupuestaria para la TVP el próximo año. Algo calificado de «indecente» por Duda, quien acusa a la nueva mayoría parlamentaria de llevar adelante leyes ignorando la Constitución polaca.
A la ocupación simbólica de la sede de la televisión pública siguió este jueves una desconexión de facto de la TVP, que dejó de emitir todos sus programas y mostró en su pantalla una imagen fija con su logotipo.
La hostilidad del ente público hacia el ahora primer ministro ha ido más allá de lo político. En las pasadas elecciones generales, fustigó al entonces líder opositor reproduciendo incesantemente los calificativos del PiS, que le acusaban de haber sido en su anterior etapa en el poder, entre 2007 y 2014, un «agente ruso» y de haber pasado luego a «fiel servidor» de Bruselas, por su periodo al frente del Consejo Europeo, de 2014 a 2019. El cese de la cúpula de la radiotelevisión ha ido acompañado del despido de centenares de periodistas, así como de la apertura de un expediente por presunta mala gestión y abuso de poder.