El brasileño Marcelo, exjugador del Real Madrid, dio un nuevo paso hacia la conquista de su quinto título de campeón del Mundial de Clubes, al conducir este lunes al Fluminense a la final al provocar el penalti que permitió a su equipo abrir su victoria (2-0) sobre el Al-Ahly egipcio.
Dos tantos que permitieron al campeón de la Copa Libertadores sellar el billete para una final en la que se medirá el próximo viernes con el ganador del duelo entre el Manchester City, campeón de Europa, y el Urawa Reds japonés, que derrotó en cuartos de final por 0-1 al León mexicano.
Asegura el dicho que lo que funciona no hay que tocarlo, algo que debió pensar el entrenador del Fluminense, Fernando Diniz, que no dudó en apostar de inicio por el mismo once que el pasado mes de noviembre hizo historia al conquistar la primera Copa Libertadores para el conjunto brasileño tras vencer por 2-1 al Boca Juniors en el Maracaná.
Poco le importaron al preparador ‘tricolor’ los 43 años del portero Fabio o los 35 de Marcelo, ni mucho menos los 40 años del central Felipe Melo, que se convirtió en el jugador de campo más veterano en disputar un partido del Mundial de Clubes.
Pese a la veteranía de muchos de sus componentes, el Fluminense afrontó la cita con la ilusión de un juvenil, el mismo entusiasmo que destila el alegre estilo de juego propuesto por los de Diniz con continuas permutas de todos los integrantes del frente de ataque.
Así que no fue extraño ver irrumpir tanto por la izquierda como por la derecha, su posición natural, al colombiano Jhon Arias, de largo el jugador más peligroso del equipo brasileño en la primera mitad.
Arias pudo adelantar a los nueve minutos de juego al Fluminense en el marcador con un espectacular remate de primeras tras un centro desde la banda izquierda de Keno que se estrelló con violencia en una cruceta de la portería defendida por El Shenawy.
Un cuarto de hora después, Jhon Arias vio cómo un poste repelió su remate tras la salida de un córner.
Dos claras ocasiones que no amilanaron al Al-Ahli, el equipo más laureado del fútbol africano, como atestiguan sus once ‘Champions’, que llevó la inquietud al área brasileña a los 19 minutos en un saque de esquina que Samuel Xavier despejó sobre la misma línea de gol cuando Kahraba se disponía a remachar el balón a la red.
Un susto para el Fluminense, que más tarde tuvo que encomendarse al veterano portero Fabio, que evitó con una espectacular intervención que Kahraba estableciese a los 36 minutos el 0-1 con un remate de cabeza tras una fulgurante transición.
Contragolpes con los que el conjunto egipcio siguió martirizando esporádicamente al equipo de Río de Jaineiro en una segunda mitad, en la que los de Fernando Diniz se adueñaron definitivamente de la posesión del esférico.
Un dominio que, sin embargo, el Fluminense no logró traducir en claras ocasiones de gol, más allá de un potente disparo cruzado del delantero argentino Germán Cano a los 53 minutos que se marchó fuera por muy poco.
Marcelo, sin embargo, no estaba dispuesto a que nada ni nadie le impidiese prolongar el sueño de conquistar su quinto título de campeón del mundo de clubes.
Pese a que el jugador del Real Madrid ha perdido la punta de velocidad de sus mejores años, lo que no ha perdido Marcelo es su atrevimiento y en la primera ocasión de que dispuso para encarar a su par en las inmediaciones del área no dudó en lanzar un caño al sudafricano Percy Tau.
Un recurso que, pese a que no le salió del todo bien al lateral brasileño, sí permitió ganar la posición a Marcelo, que tiró de experiencia y picardía para dejarse arrollar por el jugador del Al-Ahly y forzar a los 71 minutos un penalti que a la postre sería decisivo.
Jhon Arias se encargó de transformar el penalti en el 1-0 tras superar al portero egipcio El Shenawy, que en los cuartos de final ya detuvo una pena máxima al exmadridista Karim Benzema, ahora en la filas del Al-Ittihad saudí.
El cuadro egipcio tuvo la ocasión de igualar unos instantes después en un remate de cabeza de Tua, que no pudo redimirse de su error con un flojo y centrado testarazo que acabó en las manos del portero Fabio.
Su inocencia contrastó con la voracidad de John Kennedy, el héroe de la final de la Copa Libertadores, que apenas necesitó once minutos sobre el terreno de juego para demostrar su pegada al firmar en el 90 el definitivo 2-0 que selló el pase a la final del Fluminense. EFE