Muzna Shihabi-Barthe es una de las figuras destacadas de la comunidad palestina en París. Creció en el seno de una familia de refugiados de Haifa y durante la primera década de este siglo formó parte de la delegación palestina en el proceso fallido de negociación de paz con Israel. Esta activista, muy bien informada sobre la situación en Gaza y Cisjordania, concede esta entrevista a El Periódico de Catalunya, del Grupo Prensa Ibérica. en la que analiza la situación actual del conflicto y las posibilidades de una resolución pacífica, así como su experiencia como palestina en el seno de una crispada sociedad francesa.

¿Cómo vive la actual guerra de Gaza, una de las más sangrientas en el largo conflicto palestino-israelí?

Está siendo un momento muy difícil. Estamos lejos de nuestra patria y durante varios días no tenemos noticias de nuestra familia y amigos. Conozco a gente que ha perdido a familiares a causa de la guerra e incluso a personas cuya toda su familia ha sido aniquilada. Además, las manifestaciones pro-palestinas estuvieron prohibidas durante semanas en Francia y me sentía como si estuviera en una dictadura árabe. Estos últimos meses he pensado mucho en Edward Said. El intelectual palestino había vivía en Nueva York durante la Guerra de los Seis Días en 1967, cuando Israel ocupó los territorios palestinos. Said describió en el libro Fuera de lugar ese ambiente hostil con la causa palestina. Ahora he sentido como si viviera lo mismo en París.

¿Cómo describiría el ambiente en Francia respecto a este conflicto? ¿Hay una voluntad de silenciar a las voces que apoyan a Palestina?

Es un periodo sombrío. Tengo mucho miedo de utilizar alguna palabra que haga que me acusen de apología del terrorismo o antisemitismo. Tengo miedo de salir a la calle con la kufiya (mocador palestino), aún más después de lo que sucedió recientemente en Vermont (nordeste de Estados Unidos) donde tres jóvenes palestinas resultaron heridas de bala. Incluso en las escuelas francesas acusan a los niños de terrorismo si se posicionan a favor de Palestina. Pero lo que me molesta más de todo ello es la falta de espíritu crítico en la opinión pública francesa. Muchos periodistas y académicos, que denunciaron las atrocidades cometidas en Rusia o Siria, son incapaces ahora de poner a Israel enfrente del espejo. Hay una especie de policía del pensamiento.

¿Usted ha sufrido algún tipo de represalia por apoyar la causa palestina?

Sí, la he sufrido durante las últimas semanas, pero también antes del 7 de octubre. Después de que el ejército israelí matara a mi amiga Shireen Abu Akleh —la periodista palestino-estadounidense de Al Jazeera a la que arrebataron la vida el 11 de mayo del 2022—, pedí a la alcaldesa de Gentilly (periferia sur de París), que es una mujer de izquierdas y pro-palestina, si podía homenajearla bautizando una calle con su nombre. Me respondió en enero de este año diciéndome que sí y que a un parque le iban a dar el nombre de Shireen Abu Akleh. Pero el 4 de octubre me llamó que había sufrido presiones, incluso le habían enviado el rabino, y que no podía hacerlo.

¿A qué cree que se debe esta falta de pensamiento crítico en buena parte de la opinión pública europea respecto a Israel? ¿Está relacionado con el auge de la ultraderecha y la islamofobia?

No creo que el problema principal sea la ultraderecha, sino el hecho de haber importado a Europa falsas ideas sobre la guerra de Gaza. Por un lado, me parece un error esta noción de importación del conflicto. No tiene nada que ver la situación del Mohamed de Ramala, que no puede votar, no tiene el derecho a circular en su propio territorio y ni siquiera puede casarse con una palestina que viva en Israel, con el Mohamed de París, quien puede sufrir discriminaciones, pero sí que es reconocido como ciudadano francés. Por el otro, me parece realmente problemático que muchos europeos, también de izquierdas, consideren que Hamás es como el Estado Islámico (EI). Han metido en la cabeza de mucha gente esta idea completamente equivocada.

¿Por qué le parece tan problemático ese símil entre Hamás y el EI? La organización palestina cometió verdaderas atrocidades el 7 de octubre.

Porque no tiene nada que ver con el EI. En Palestina, hay un pueblo bajo ocupación y una organización como Hamás nunca se hubiera formado si no hubiera este conflicto con Israel. En Occidente se habla mucho del ataque de Hamás, pero en realidad fue un contrataque. No todo empezó el 7 de octubre, sino mucho antes. Lo que vivieron los israelíes ese día fue, sin duda, trágico y algo nunca visto por Israel, pero se trata de la realidad cuotidiana para los palestinos. Netanyahu (primer ministro israelí) piensa que matando a niños y mujeres acabará con Hamás. Pero no me extrañaría que algún día se diga que es una lástima que ya no exista Hamás, porque lo que surgirá de este conflicto puede ser mucho peor.

¿Considera que el ejército israelí logrará su objetivo de exterminar a Hamás? ¿O le parece poco probable?

Me parece muy improbable, nunca lo conseguirán. No aprendemos nada de la historia y este es el problema. Cuando hubo la guerra del Líbano en 2006, Israel decía la misma cosa: vamos a exterminar a Hezbolá y sacar a los rehenes. Pero no lograron nada de todo ello: no terminaron con Hezbolá y tuvieron que negociar para liberar a los rehenes. Ahora se está repitiendo el mismo escenario. Además, todos esos niños y adolescentes palestinos que ven la tragedia actual quedarán marcados por ello. Y si no hay justicia para el pueblo palestino, en el futuro se unirán a grupos armados.

¿En qué situación se encuentra actualmente Hamás?

Ahora mismo está reforzado. Cuando liberaron a prisioneros, en Cisjordania se veía a mucha gente haciendo proclamas de “somos Hamás, somos Hamás”. Sus dirigentes están siendo astutos, ya que no piden únicamente la liberación de miembros de Hamás, sino también de otros sectores de la sociedad. Y en el resto de los países árabes se ha reforzado claramente su imagen. En las manifestaciones en Jordania todo el mundo elogia a Abou Obaida, portavoz de la rama militar. Hace poco escuché una canción de una conocida cantante egipcia que exaltaba a ese dirigente palestino. Incluso en los sectores laicos de los países árabes tienen una imagen positiva de Hamás, al haber puesto la cuestión palestina en el centro de la escena mundial.

Pese a su carácter devastador, la escalada actual ha tenido el mérito de poner en el centro de la escena internacional el conflicto palestino-israelí, enquistado desde hace 75 años. ¿Cree que puede servir para impulsar una iniciativa de paz duradera?

Cuando se habla de iniciativa de paz, me parece un término algo problemático, ya que han habido tantas iniciativas de paz entre israelíes y palestinos desde hace 30 años. Volver a negociar pequeñas porciones del territorio, unos kilómetros por aquí y otros por allí, el devenir de los refugiados palestinos, el estatuto de Jerusalén… Todos eso ya lo intentamos en el pasado y los resultados fueron catastróficos. Creo que hace falta imponer una solución desde el exterior. Ha llegado el momento en que la comunidad internacional diga a Israel que hace falta una solución política: ya sean dos Estados o un solo Estado, pero que haya justicia para los palestinos. 

¿Cómo analiza las posiciones políticas y diplomáticas de los países europeos ante este conflicto?

El apoyo decidido de Macron a Israel no me ha sorprendido. Pocos días antes de que mataran a mi amiga Shireen Abu Akleh, el presidente francés había dicho ante el Consejo Representativo de Instituciones Judías de Francia (CRIF) que Jerusalén es la capital eterna del pueblo judío. Ese tipo de declaraciones favorecieron la impunidad de Israel y que su ejército pudiera matar a la periodista de Al Jazeera. Macron es cómplice de los crímenes de guerra del ejército israelí, así como la mayoría de los dirigentes europeos. Las principales excepciones son España y Bélgica. Estos dos países pueden salir los más beneficiados de la situación actual, también en el plano económico, ya que en los países árabes están haciendo boicots a los productos franceses, como los de Carrefour.

¿El conflicto ha acentuado el distanciamiento entre Occidente y el mundo no occidental, sobre todo los países árabes, que ya se observaba antes del 7 de octubre?

Por desgracia, me temo que sí. Dejará una ruptura profunda y será muy difícil restablecer las relaciones entre Occidente y Oriente. Lo he percibido con amigos franco-libaneses, que forman parte de las clases altas. Hasta hace poco respaldaban a Macron, pero ahora están muy molestos con el apoyo del presidente francés a Israel. Occidente está perdiendo también a este tipo de personas. A todos aquellos que recibieron una educación occidental y se integraron en sus sociedades, pero que ahora ven hasta qué punto han deshumanizado a los habitantes de los países árabes.