Mito erótico a su pesar, gran dama de la interpretación y ganadora del Oscar, defensora acérrima del derecho de las mujeres a envejecer, tiene una filmografía llena de personajes icónicos y elecciones arriesgadas. El que interpreta en ‘Golda’ es ambas cosas. Dirigida por Guy Nattiv, la película retrata a Golda Meir -cuarta persona que ostentó el cargo de Primer Ministro de Israel, y única mujer que lo ha hecho hasta la fecha- durante la Guerra de Yom Kippur, 19 días de octubre de 1973 que enfrentaron al país contra una coalición árabe y que estuvieron a punto de resultar en una absoluta derrota militar israelí. Cuando tuvimos ocasión de hablar con Mirren acerca de ella, todavía no había estallado la guerra en Gaza.
¿Por qué cree que es relevante hoy un retrato cinematográfico de Golda Meir?
Durante mucho tiempo, Golda fue tratada como una paria en su propio país; fue señalada como la principal culpable de la enorme cantidad de vidas de soldados israelíes que provocó la guerra de Yom Kipur, a pesar de que en cuanto cierta documentación fue desclasificada se supo que la culpa la tuvieron otros mandos militares y políticos que no hicieron su trabajo. En cualquier caso, ella asumió la responsabilidad y dimitió, y eso es algo de lo que muchos políticos actuales deberían tomar ejemplo. ¿Cuántos de ellos harían algo parecido?
La película ha sido criticada por quienes consideran que Meir debería haber sido encarnada por una actriz judía. ¿Qué opina usted al respecto?
Acepto que mi elección para el personaje pueda haber provocado descontento en algunas personas, y soy consciente de lo mucho que ha crecido la preocupación a la hora de representar comunidades, culturas y religiones en pantalla; en el pasado yo interpreté a otras mujeres judías, y no hubo ninguna polémica al respecto. En general soy contraria a que se restrinja el trabajo de los artistas, sobre todo si no falta a nadie al respeto. El aspecto que yo luzco en la película no responde en absoluto a un interés en estereotipar a un pueblo ni ofenderlo, tan solo hemos intentado reproducir a Golda con fidelidad. Y debo decir que no me lo pensaría dos veces antes de aceptar un papel similar a este en el futuro.
Históricamente, Golda Meir ha sido criticada por su actitud frente al pueblo palestino, a la que ‘Golda’ no hace ninguna alusión…
La película la retrata en un momento muy específico de su carrera, y no pretende racionalizar o apoyar sus políticas; es obvio que en algunos aspectos fue presa de su fanatismo y su estrechez de miras. Sea como sea, su ascenso al poder en los años 60 fue un momento histórico de gran trascendencia. Hasta entonces era prácticamente inconcebible que una mujer liderara un país tan importante y complejo como Israel. Gobernó en una época muy misógina, y así allanó el camino a otras líderes como Margaret Thatcher y Angela Merkel. Eso la convierte en una figura increíblemente relevante
Usted ha tenido una conexión íntima con Israel desde que a los 22 años pasó una temporada en un kibbutz. ¿Entiende la actitud que el país mantiene con Palestina?
Sí, siempre he empatizado con Israel, desde antes de visitar el país por primera vez, y uno de los motivos de ello es el Holocausto. Empecé a saber de aquello cuando era niña, y a medida que fui adquiriendo consciencia de la magnitud de aquella barbarie me sentí increíblemente afectada; en realidad, aún me cuesta entender que algo tan mostruoso pudiera suceder. Creo que es necesario no olvidar el pasado y aprender de él, y esa necesidad no entiende de bandos.
Antes de interpretar a una Primera Ministra, a lo largo de su carrera encarnó a dos emperatrices, a varias reinas y hasta a la hija de un Dios. ¿Le atraen ese tipo de personajes formidables y de autoridad extraordinaria?
Diría que no elijo los personajes que interpreto basándome en esos criterios, al menos qued yo sepa. Pero puede que, inconscientemente, a menudo escoja interpretar a mujeres dotadas gran determinación y confianza en su propio poder porque no me parezco en nada a ellas. Después de todo este tiempo, yo sigo sintiéndome muy insegura acerca de mi trabajo.
¿Diría que usted también ha sido víctima de la misoginia en algún momento de su carrera? Hasta hace, el sexismo imperó con impunidad en la industria del cine.
No sé si llamarlo misoginia. Cuando yo empecé, a mucha gente le resultaba desconcertante y hasta contradictorio que una mujer con mi melena rubia y mis pechos enormes intentara convertirse en una actriz respetada, y por eso hubo quienes no me tomaron en serio. Tuve que cargar con ese prejuicio sobre los hombros y no dejar que me aplastara, y comprendí que la única forma que tenía de hacerlo desaparecer era trabajar muy duro. Y desde entonces nunca he especulasdo con mi imagen. Por ejemplo, nunca interpreté a mujeres de 25 o 30 años después de cumplir los 40, ni a mujeres de 40 cuando ya era obvio que yo los había dejado atrás hacía tiempo. Nunca me ha dado miedo la edad.
¿Y a la industria le da miedo?
La industria preferiría que las actrices no cumpliéramos años. A mí me enfurece cuando alguien me dice, “qué bien estás, para la edad que tienes”. ¿Cómo se atreven a ser tan condescendientes? Me resulta insultante. En todo caso, el edadismo que sufrimos las actrices es un reflejo del que sufrimos las mujeres en general, y no solo las maduras. Me parece muy triste que mujeres jóvenes sientan la necesidad de usar Botox o hacerse retoques a causa de la imagen que se les exige que tengan. El feminismo ha hecho muchos avances últimamente, pero esa presión ha aumentado.