Ocho de cada diez personas sufrirán dolor de espalda en algún momento de sus vidas. El envejecimiento de la población y el sedentarismo que provoca el creciente uso de pantallas hacen que las dolencias en torno a la columna vayan a más, hasta el punto de que son las patologías que causan más bajas laborales en personas menores de 45 años, lo que implica unas pérdidas cercanas a los 16.000 millones de euros (1,7% del PIB).

La respuesta del sistema de salud está lejos de ser eficaz: la medicación no es suficiente, y las consultas y unidades del dolor permanecen colapsadas




Se trata, por tanto, de una de las epidemias de las sociedades contemporáneas. Todo el mundo conoce a alguien que tiene dolor de espalda puntual o crónico, o lo sufre en primera persona, pero la respuesta del sistema sanitario es insuficiente.

Por ejemplo, las patologías traumatológicas son la tercera especialidad con más listas de espera tanto para ser tratadas por un especialista (con un tiempo medio de espera de tres meses) como para entrar en el quirófano (133 días, 4,4 meses). A la vez, las escasas unidades multidisciplinares para tratar el dolor, cuando este se ha agravado y cronificado, están tan abarrotadas que la espera puede superar el año.

La vida sedentaria y la generalización de las pantallas han acentuado estas dolencias


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Soluciones de pago

Frente a ello, como el dolor en ocasiones limita completamente al paciente, le obliga a guardar reposo o andar apoyado de un bastón o muleta, los enfermos buscan soluciones por su cuenta: toman los complementos alimenticios que venden en las farmacias, acuden a la medicina privada y se pagan el fisioterapeuta u osteópata de su bolsillo. Además, cuando el dolor no remite y se prolonga, provoca ansiedad (al 40%), depresión (al 24%) y alteraciones del sueño (42%).

Cuando el dolor no remite y se prolonga provoca ansiedad, depresión y alteraciones del sueño


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Los recursos públicos son claramente insuficientes pese a que el informe del Sistema Nacional de Salud del año 2017 (publicado en 2019) indica que la lumbalgia (la localización más frecuente del dolor de espalda) es el segundo problema de salud crónico, con el 18,5% de la población afectada, por detrás de la hipertensión arterial, que afecta al 19,8%.

Causas

La incidencia es mayor en las mujeres y aparece con mayor frecuencia entre los 45 y 55 años, en muchas ocasiones por posturas forzadas relacionadas con el trabajo, el estrés, actividades deportivas, un sobreesfuerzo o la obesidad. En este colectivo de edad, las enfermedades más frecuentes son las hernias y las contracturas musculares relacionadas con el trabajo o la práctica deportiva, que en los últimos años se ha incrementado.

En personas de entre 45 y 55 años, las enfermedades más frecuentes son las hernias o contracturas relacionadas con el trabajo o el deporte


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Mientras tanto, en la población de edad más avanzada, las causas más frecuentes son la artrosis o la espondiloartrosis que acompaña al envejecimiento del sistema músculo-esquelético, según enumera Hermann Ribera, jefe de la Unidad del Dolor del Hospital Universitario Son Espases y Secretario de la Sociedad Española del Dolor (SEC).

Los estudios relacionan la alta incidencia del dolor de espalda con las posturas mantenidas en el uso de la tecnología


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Aunque la concienciación en torno a la importancia de practicar deporte y mantenerse activos ha calado en una parte importante de la población, otra parte sustancial hace una vida demasiado sedentaria, comportamiento que se ha acentuado con la generalización de las pantallas, que permiten hacer la compra o muchos trámites con un simple clic. A este respecto, existen estudios que relacionan la alta incidencia del dolor de espalda con las posturas mantenidas durante mucho tiempo en el uso de la tecnología, incluido los trabajos que se realizan durante horas delante del ordenador.

Incremento de las bajas

Los datos de la Asociación de Mutuas de Accidentes de Trabajo apuntan a que el 87% de las bajas laborales provocadas por accidentes o enfermedades relacionadas con el trabajo están relacionadas con las patologías traumatológicas, como lesiones en rodillas y en otras extremidades y articulaciones, así como afectaciones en la espalda. Los datos de las mutuas indican, además, que tantos las lumbalgias como otras dolencias en la columna cuya causa no son las enfermedades laborales, sino la vida fuera el trabajo, también han ido a más (431.696 incapacidades temporales en 2019 frente a 506.583 en 2022).

La prevalencia de las lesiones en la espalda también se aprecia en las consultas, donde la lumbalgia provoca más de dos millones de consultas al año en Atención Primaria. El problema es que los centros de salud no pueden derivar a los pacientes a los tratamientos de fisioterapia. Su respuesta pasa por prescribir medicación y consejos médicos indicados para cada dolencia, pero estas soluciones no sirven para mitigar la lesión o el dolor de un grueso de ellas. En ocasiones, cuando el paciente llega al especialista, ya “es demasiado tarde”, según advierte el doctor José Lizón, especialista en cirugía de columna del Hospital de Denia y fundador del portal ‘Infoespalda’.

Las unidades del dolor, apenas hay un centenar, no dan a basto para atender a todos los pacientes


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Escasez de unidades del dolor

Es tarde porque, a partir de tres meses, el dolor tiende a “cronificarse” porque se altera el sistema del dolor y en ocasiones emite señales aunque la lesión desaparezca, con lo cual es “más difícil de tratar a los pacientes”. En los casos más graves, hay que derivarlos a las unidades del dolor, pero apenas hay un centenar, que no dan abasto para atender a todos los pacientes. Además, muchas de ellas carecen de psicólogos, una ayuda fundamental para los pacientes a los que el dolor limita completamente sus vidas y durante meses.

En estas unidades se están usando tratamientos innovadores y que dan resultados, como los dispositivos de radiofrecuencia para actuar sobre los nervios, los láser para las hernias, la estimulación de la médula espinal o la medicina regenerativa. El problema es que duran unos seis meses y como las unidades están tan llenas, en vez de repetir el tratamiento cuando empieza a dejar de tener efecto, se repite al año o más y el dolor vuelve a cronificarse.

Para mejorar la respuesta del sistema sanitario, además de aumentar las plantillas y los recursos económicos, el portavoz de la Sociedad Española del Dolor pone el acento en la necesidad de “mejorar la comunicación” entre los diferentes profesionales que intervienen y “estrategias de prevención multidisciplinares”.