Raro será que todavía no hayas visto en redes sociales como Tiktok alguna recomendación sobre dónde probar un plato determinado. Raro será que no te hayas cruzado dos o más veces con la misma recomendación, viniendo de cuentas de personas distintas. Y raro será que cuando hayas decidido ir a probar ese plato te hayas encontrado con largas colas y hayas tenido que esperar a las puertas de ese comercio. Pues esto es lo que precisamente le ha sucedido a un pequeño puesto en el mercado de Antón Martín de Madrid, ‘Caracola‘, con sus dos únicos productos: tortillas y tartas de queso.
La ciudad de Madrid se ha ido llenando de Mercados gastronómicos hasta el punto de que cada barrio tiene el suyo propio. Dentro de cada uno de ello se pueden encontrar gran variedad de puestos que nunca sabes qué van a deparar. Por lo tanto, hay demasiadas opciones y cuesta pensar que uno de ellos destaque entre todos los demás. Sin embargo, las redes sociales, en este caso, Tiktok, pueden llegar a hacer ‘magia’ y conseguir que uno de estos pequeños locales tenga una larga cola de espera, lo que llama la atención.
‘Caracola‘ es uno de estos pequeños negocios que está ubicado en el Mercado de Antón Martín, en el barrio Embajadores de la capital y con más de 80 años de antigüedad, y que ha experimentado el ‘efecto Tiktok’. Tanto sus tortillas de patatas como sus tartas de queso son más que conocidas entre los amantes de la comida, pero, gracias a las redes sociales, este «pequeño secreto» se ha extendido entre todos los públicos.
El bullicio de la gente comienza a notarse conforme te vas adentrando en el Mercado, algo que predomina más en el pequeño espacio que tiene ‘Caracola’. Entre el jaleo de la cocina y varias personas que esperan para ser atendidas, nos recibe Ester Muñoz, propietaria y chef ejecutiva de este local, dispuesta a contarnos la historia que hay detrás de este negocio.
«Cuando uno empieza algo siempre tiene la esperanza de que funcione» cuenta Muñoz, pero añade que «no nos esperábamos tanto». Todo comenzó en el 2014 cuando decidió reinventarse como profesional, dar el salto al mundo de la cocina y abrir un primer local, que está ubicado en la planta baja del Mercado. Sus comienzos fueron «platos preparados», entre los que ya se encontraban sus famosas tortillas de patatas y tartas de queso. Pero no fue hasta hace un año cuando su marido y ella decidieron ampliar a un nuevo local, ubicado en la primera planta, y especializarse en solo estos dos productos, que consideraban «un punto a favor».
Gracias a esta especialización, el cliente cuando va a ‘Caracola’ puede encontrar gran variedad de tortillas de patatas, desde la original hasta una con chorizo o queso gorgonzola, y tartas de queso con sabores como el pistacho, la más solicitada entre los clientes, oreo o lotus. ¿El secreto? A diferencia de otros productos como estos, los de Muñoz están cocinados utilizando el horno como herramienta principal y con muy poco aceite.
Ingrediente principal: la artesanía
«Nuestra manera de trabajar es diferente» recalca Muñoz, «somos artesanos». Así es como ambos productos los elaboran «todos los días» e intentan «calcular producciones como para que se gasten y hacer más al día siguiente». La experiencia y el trabajo son de gran ayuda a la hora de saber la cantidad que tienen que preparar en un día.
Sin embargo, esta producción ha aumentado debido a la gran afluencia de gente que se ha acercado a su negocio para probar estos productos. «Mucha gente viene y sabe de nosotros por las redes sociales, porque son personas que no viven en el barrio y para ellos sería más difícil conocernos de otra manera» cuenta la cocinera. Así es como los clientes que se acercan un día entre semana a su pequeño local, que cuenta con cuatro mesas a las puertas del obrador, tienen que esperar unos cinco o diez minutos. Mientras que los fines de semana necesitan el apoyo del local de la planta baja para atender a todos los que se acercan y predomina, sobre todo, el servicio para llevar.
La cocinera describe esta situación como algo «super positivo» y lo considera una «recompensa al trabajo que uno hace». Son muchos los que se acercan a probar sus productos con una idea clara, pero, debido a que están muy solicitados, pueden encontrase con las existencias que se elaboraron para ese día terminadas. «Es personal y tiene su fin» añade Muñoz.
El hecho de «ser virales» en las redes sociales y que se tradujera en un aumento de la clientela, algo que consideran positivo, al equipo de ‘Caracola’ les vino «un poco así de sorpresa» confiesa Muñoz. Pero, como todo en esta vida, también tuvo su parte negativa, aunque en menor medida. «Son muchos los que vienen, prueban el producto y repiten» porque están muy contentos con la experiencia, pero también hay otros clientes que se acercan al puesto con una idea fija y, al descubrir que ya no quedan, muestran su enfado y descontento. «Nuestra producción al ser artesana es limitada» trata de explicar siempre Muñoz a los consumidores.
Nuevos inicios
En días de mucha afluencia, la espera de los clientes puede llegar a ser de más de quince minutos, cosa que «nos apena un poco». Por este motivo, en el mes de abril, abrieron las puertas de un nuevo local, que se encuentra en la conocida plaza de Chueca. El objetivo es «distribuir un poco a la gente y que el tiempo de espera sea menos» para así tener un mejor servicio.
A pesar de este crecimiento tan rápido, que les ha permitido abrir sus puertas y llegar a más gente, los productos siguen siendo los mismos: las tortillas de patatas y las tartas de queso. Muñoz confiesa que «de momento, el enfoque es seguir desarrollándolos», que no tiene pensado hacer otros platos diferentes por el momento, ya que están funcionando y el público los sigue demandando.
Esta situación ha supuesto un gran cambio para ellos, pero eso no les ha impedido mantener su esencia: elaborar sus productos diariamente de forma artesana. «A mí no me gustaría perderla, porque creo que esa es la base de nuestro proyecto, de nuestro trabajo y de nuestro producto» explica orgullosa Muñoz.